
Hace unos días Bernard Kohl
ofreció una entrevista al diario L´Equipe, donde amplió algunas de las cosas que ha venido depositando, a la manera de las cagadas de oveja, desde el pasado septiembre. Hay que aplaudir siempre al corredor que confiesa, pero recordemos que el austriaco confiesa
únicamente cuando una triatleta austríaca deja con el culo al aire al manager-matasanos que compartían. Antes de eso
cara de cerdo había fichado por el Lotto, después dicho que
sólo se había dopado un mes antes del Tour (precisamente en el Dauphiné que se está disputando), después desdicho y ahora ya dice que se chuta desde los 19 años. Le ha llevado nueve meses ir contando todo eso. Más que
cara de cerdo, curioso mote de origen italiano, habría que hablar de caraKöhl, que sólo ahora saca los cuernos al sol.
Un poco antes de esta entrevista había anunciado que dejaba definitivamente el ciclismo, justo el día en el que se conocían detalles de la investigación criminal (va a haber gente que acabará en la cárcel, el dopaje es delito penal en Austria), para que se den cuenta del
timing de este extraño corredor. La entrevista está bien, a años luz en cuanto a intensidad y conocimiento que la que
Der Spiegel hizo a Jaksche (el último corredor que confesó, hace dos años y tras seguir una trayectoria similar a la de caraKohl) y se pueden sacar nuevas cosas en claro, a la espera de la nueva rectificación del ex-ciclista.
La primera, que no es baladí, es que Kohl no tiene problemas en confesar que se dopa desde los 19 años, año 2001. Hasta ahora todo los ciclistas tendían a mantener su etapa amateur como un espacio virginal y en el que no conocían más que el pan de azúcar y las gominolas, algo que casa muy mal con el sentido común o, por no irse muy lejos, con la ficha de la Operación Puerto "Liberty+AMA" que en su día Arribas identificó como "amateurs" para después no decir nada más, ya metido hasta las orejas en la Operación
que no haya una generación perdida, aunque ya estuviese podrida hasta la médula. Parece que la voluntad de Kohl de quemar su pasado es realmente sincera, aunque este adjetivo tiene que ser prescrito facultativamente en el caso de un deportista profesional.
El resto de medios han preferido destacar la fruslería esa de que los diez primeros de la general, según Kohl, también iban dopados. Puede ser, pero como el mismo confiesa tuvo que recurrir a un tratamiento especial para subir a la tercera plaza del podio, o sea que dejó a siete corredores detrás sin haber hecho en toda su vida deportiva algo ni siquiera medianamente parecido. La declaración parece un poco atrevida, pero ha causado su efecto. Entra dentro de la corriente filosófica-dopadora de "como todos van igual, yo no voy a ser tonto", muy utilizada por hemodruidas para captar nuevos clientes. Y sí, de tonto Kohl tiene poco -nunca se fíen de la apariencia física, los cerdos llegaron a montar una rebelión en la granja, y los caracoles a ganar carreras de velocidad-, porque aprovechó su increíble rendimiento para fichar por el Lotto por una cantidad millonaria.
Dice que se retira porque conoce las leyes del pelotón y después de lo dicho jamás podría volver. Tiene suerte de ser ciudadano de un país muy próspero y todavía joven (27 años), un factor muy importante para comprender su
outing: con nuestros ciclistas agropecuarios no se puede esperar algo así, porque saben lo que les espera con su título de la LOGSE, la salud mermada y su distanciamiento del mundo real. Así nunca tirarán de la manta, porque en el fondo aspiran a conseguir trabajo (repartir toallas, masajes, conducir un coche de publicidad, vender barritas energéticas,
paloma mensajera) en algo del
mundillo, que es lo único que conocen. La UCI,
tan preocupada en hacer estudios imbéciles y sin ninguna utilidad, debería tener en cuenta estos factores y establecer un programa de reinserción para los corredores que cantasen, siguiendo el modelo que se hace en otros organismos que se dedican a combatir sociedades secretas.
Pero ese es otro tema. Aquí el protagonista es Kohl, aspirando por sus singulares fosas nasales los últimos hálitos de protagonismo antes de la gira de presentación del libro que dice que va a escribir. Será por eso que todavía se guarda sus secretitos. "Comencé a preparar el Tour 2008 en agosto de 2007", vinculando entrenamiento y dopaje al mismo nivel, esto es: la mejora del rendimiento deportivo es una simbiosis entre ambas técnicas. Se sacó un litro de sangre ese mes y otro litro en noviembre, en bolsas de medio litro. No era una novedad: ya había empezado en
Humanplasma en 2005, pero no tan a la grande. Lo dejó tras el escándalo de los JJ.OO de Turín 2006 (el equipo austríaco de esquí y su entrenador huyendo de noche) y fue cuando montaron la cooperativa entre varios deportistas profesionales para comprar en comandita la máquina criogenizadora, que estaba lista a principios de 2007.
Descarta que en el Gerolsteiner hubiese dopaje de equipo (¿?) y afirma que Holczer no sabía nada, aunque los médicos debían intuir lo que pasaba. Esto casa mal con el famélico Tour 2007 que hizo el equipo, justo cuando más presionaba Holczer sobre la limpieza y todo eso. Al año siguiente disfrutaba mucho con sus pupilos ganando y vistiendo el maillot amarillo. Dice que Matschiner, su manager-hemodruida de 33 años, había aprendido las técnicas del dopaje sanguíneo y la criogenización en
Humanplasma: no-me-lo-creo. No me creo que una empresa privada forme a la competencia que va a montar una cooperativa para llevarse a algunos de sus mejores clientes. Ofende al sentido común, a la lógica de la empresa privada y al hecho de que Matschiner fuese una especie de médico hecho a sí mismo, sin ningún tipo de supervisión. A mí me suena todo a un nuevo tentáculo de la red paneuropea de dopaje, formada por médicos muy conocidos que, a cambio de favores de almacenamiento y deslocalización, ofrecían sus servicios de asistencia y supervisión en sesiones de una semana, donde recibían a los deportistas locales en turnos de dos horas y que pase el siguiente, que me espera un vuelo a otra parte.
Supongo que Kohl lo dirá en su libro, pero tampoco me voy a quedar esperando. Todo hay que cogerlo con pinzas. Dice que durante el Tour, aparte de cafeína, efedrina light y demás complementos, no tomó nada más que tres de las cuatro bolsas que había preparado con casi un año de antelación. Ni siquiera los míticos
parches de calor, que tan malas jugadas hacen pasar en los controles aleatorios, a pesar de su rápida absorción. Una bolsa antes de la sexta etapa, tranquilita; las otras dos antes de los Pirineos y los Alpes, cumpliendo el
protocolo Eufemiano del dopaje efectivo. Matschiner las trajo una por una de Austria, ¡en avión! (otra cosa que no me trago muy bien), y se las inyectaba entre las 18-20 de la tarde en el hotel, apenas 20 minutos. Se supone que se albergaba en el mismo hotel, sin despertar sospechas, como en los viejos tiempos. No dice que pasó con la cuarta: ¿la destruyeron o la guardaron para nuevos usos? Mira que hay gente que no aprende del caso Valverde...
Confirma que el hematocrito se diluye con albumina, que la transfusión empieza a hacer efecto a las 48 horas (por eso la etapa de tránsito a la montaña suele ser llevadera y de pacto entre el pelotón, pero eso lo digo yo. Y cuando no es así suele haber hundimientos extraños) y bueno...¿pero Kohl no dio positivo por CERA? Sí, lo de la transfusión va por un lado y la CERA por otro. Un pinchazo tres días antes del Tour (dice que la jeringa se la pasó otro ciclista, pero omite el nombre y el periodista no se lo pide) y ¡a correr!. Aquí entramos en lo otro realmente interesante que cuenta Kohl: a pesar de doparse desde los 19 años, de empezar con las hemotransfusiones en 2005, era un corredor mediocre. Decidió contratar un programa de dopaje cinco estrellas, muy caro (queda bonito en francés:
aux produits hors de prix, faute d´argent) y después hacer, con el rendimiento logrado, el butrón del contrato con el Lotto.
Este testimonio tiene que servir para desmontar uno de los tópicos más extendidos sobre el dopaje. Es absolutamente falso que todos los ciclistas vayan con la misma munición. Se supo con la Operación Puerto, donde Ullrich y Basso llevaban el tratamiento súper, pero se ha querido olvidar. Kohl, un ciclista mediocre, quedó tercero en un Tour de Francia porque llevaba un tratamiento dopador de primera categoría, y se permite decir que los diez primeros de la general también van dopados. Sería ridículo pedir un poco de coherencia a caraKohl, que sólo ahora muestra su verdadera cornamenta (y si les queda alguna duda repasen el primer párrafo) y lo hace porque está en una investigación penal, pero sí un poco de decencia. Un 10% de sus beneficios como corredor iban a Matschiner, que aparte le pasaría las minutas por los servicios y los productos. Eufemiano prefería la tarifa fija en función de los resultados. Kohl sacó la calculadora e hizo sus cuentas: me endeudo para conseguir el cinco estrellas (tarifa Eufemiano de 2006, drogas aparte: 50.000 euros + prima por resultados) y después ya lo puedo pagar. La operación le salió mal, pero este angelito sabía perfectamente lo que hacía: llamaba a la puerta de los grandes, los que realmente tienen el tratamiento
premium gold camuflado de controles internos en el equipo (para que no piten la máquina de los controles), porque una vez que entras en esa rueda ya no tienes que temer nada. Ullrich y Basso nunca dieron positivo, simplemente se encontró su cueva.
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Crono larga del Dauphiné para Grabsch, el actual campeón del mundo de la especialidad, que ya se debió frotar las manos cuando vio el recorrido: largas rectas, una tachuela que puntuaba para el GPM de la montaña por piedad y 42 kms. para exprimir sus cualidades machacapedales. A 7" Evans, segundo y el mejor de los favoritos, que endosa 37" a Contador, 1´31" a Valverde, 1´36" a Gesink y 2´28" a Basso. Ahora la general queda con Evans líder y
Don Desmayos a 45", Valverde a 1´54", Nocentini a 2´12" (ayer hizo la mejor crono de su vida, supongo que es porque espera hacer algo en la montaña y por eso lo meto entre los favoritos), 2´38" a Gesink y 3´28" a Basso, que tendrá que apoyar a su compañero Nibali, a 2´12". Son diferencias muy importantes, pero claro, queda por delante Croix de Fer, Galibier y Ventoux...por cierto, creo que va a ser la primera vez que
A.C suba en competición el puerto-mito de la Provenza, será interesante si sigue la tradición de Pantani y Mayo.
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Ayer McQuaid dijo que a partir de la próxima semana la UCI comenzará a remitir a ciertos corredores la analítica que justifica su sospecha de dopaje por el famoso pasaporte biológico.
La campaña de propaganda había empezado un poco antes precisamente en la zona donde la UCI tiene su sede y donde puede haber más filtraciones.Tras el acuse de recibo, la UCI comunicará la analítica a federaciones y equipos respectivos para que sean ellos los apliquen las sanciones (no vaya a ser que alguien les endose la misión), o sea que puede que el larguísimo programa iniciado hace dos años obtenga frutos antes de la salida del Tour. Eso sí, no dicen qué método usarán como la federación o el equipo no quieran sancionar al corredor. Yo no esperaría grandes nombres (
Köhl, que de esto sabe un rato: «Los corredores de alto nivel son tan profesionales en su dopaje que saben lo que hay que hacer para que sus valores sanguíneos estén estables y escapen a la sospecha»), pero por si acaso estén atentos a filtraciones, bajas de última hora y lo que pueda pasar.
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OHHHHHHHHHHH
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Son 57 páginas, déjenlo. Se lo digo yo: cero. Y si no buscan la tradicional, mucho menos van a buscar la nueva. Y si no la han buscado, ¿cómo saben que no existe?. Cero CERA, pase lo que pase.
¡Que hagan un análisis retrospectivo de las muestras de Roland Garros 2005, 2006, 2007 y 2008! ¡Qué vergüenza! ¡Ha bastado con que la Agencia Antidopaje Francesa amagase y se acabó la racha! ¡Vamos Mogwli!
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¡AEA¡ ¡AEA! ¡Ra, ra, ra! Supongo que ayer mismo ya dieron instrucción al juez antidopaje que pagamos todos los españoles para que ordenase un registro urgente en el domicilio de Antonio Colom...