El obituario es un subgénero del periodismo, muy poco prácticado en España, donde se prefiere la esquela: más maciza, más contundente, sin equívocos. También porque la familia tiene que pagar al periódico, que son los mismos y los únicos que admiten publicidad de prostitución en Europa. Esa es la prensa que hay en España: de muertos y putas, pero pagando. La cosa está cambiando en el primer aspecto.
El Mundo, que tiene un director obsesionado por lo anglosajón olvidando lo fundamental, tiene una sección fija de obituarios. Por su condición de permanente, a veces la tienen que rellenar con personajes tan variopintos como un líder comunista turco -verídico- o lo que les salga en gana, que para eso la gente sabe lo que está comprando. Para que les cuenten lo que les da la gana, no la verdad.
El País, casi casi.
El sábado le tocó el turno a Arribas de confeccionar
una pieza sobre Enrique Franco, mandamás de la Vuelta durante una buena porrada de años. Existe la costumbre de no criticar el finado en el momento de su deceso, pero también existe la buena costumbre de no contar mentiras. Son dos tensiones imposibles de resolver por su propia naturaleza, y es ahí donde el obituario adquiere su propia condición. El arte de decir y no decir, manteniendo íntegra la reputación del cliente. A veces se logra y, la mayor parte de las veces, no. A un mal obituario, como es el caso, le sucede que lo contado no guarda ningún parecido con la realidad.
Califica la Vuelta de 1979 de "prueba moribunda", para así ensalzar al
exitus. Curioso el adjetivo de "moribunda", y no por el contexto de muerte y desaparación del artículo. Curioso, cuanto menos, dado que en 1978 la prueba la había ganado un tal Bernard Hinault, que meses después ganaría el Tour. Es más, califica a la prueba con un "carácter eminentemente local", a pesar de que en 1977 también se había impuesto un extranjero, nada menos que Freddy Maertens. Esas ediciones, como gran parte de las anteriores, las había organizado
El Correo, que hacía que la prueba terminase en el País Vasco.
Arribas evita referirse al contexto de la época, con un país en transición, y eso no es solo los boicots y amenazas que recibió la prueba en 1978 por ser "a España", es también las serias dificultades económicas que había en un país con una inflacción al 25% y una tasa de paro del 20%. Pero bueno, ya saben cual es el uso del obituario: antes de Enrique Franco, el caos; a partir de 1979, la lozanía y el triunfo de Zoetemelk, también otro desconocido que acudía a una prueba menor. ¡Qué cosas hay que leer!. "Nada volvió a ser lo mismo en España desde entonces".
¡Y tanto, Arribas, y tanto! Agárrense los machos, que del obituario pasamos, directamente, a la hagiografía de un caudillo: "Franco hizo que el ciclismo dejara de ser el deporte cutre y paleto del subdesarrollo, con los equipos alojados en fondas cochambrosas, para convertirse en uno de los espejos de la España de la modernidad y la democracia". Ejem, ejem. ¿Iba construyendo los hoteles a medida que pasaba la carrera? ¿O la mejora del ciclismo no sería paralela a la mejora general de el país? Es más: como se me hubiera ocurrido a mí escribir lo de "deporte cutre y paleto del subdesarrollo", me llovían las
yoyas de todas partes. La cuestión es preguntarse: ¿se ha quitado esa mancha el ciclismo? Hagan un estudio socioeconómico de la proveniencia de los ciclistas, y ya verán que geografía les sale. Hace tiempo que creo que Arribas hace un flaco favor al ciclismo: con esa frase no deja de confirmarlo, incidiendo en uno de los tópicos más generalizados. Como si Raúl no viniese de Orcasitas, Guti de Torrejón y el padre de Puyol no fuese un
payés, eso por no hablar de los subsaharianos.
El tema podría llevarnos a como los periodistas del ciclismo cultivan la leyenda del ciclismo a base de una mitología caduca de pan, hambre y sufrimiento, y por qué lo hacen, pero no es el tema de hoy. "Paralelamente creció la ambición de Franco, pensó hasta en colocar a la Vuelta casi a la altura del Tour, deseo que provocó su mayor error de cálculo, el traslado, en 1995, de la carrera española al mes de septiembre". ¡Y dale con lo del traslado a septiembre! Eso fue la salvación de la Vuelta, edición que tuvo en los cinco años anteriores a estos
runners-up: Giovannetti, Mauri, Montoya, Zulle y Zarrabeitia. Ya ven que panorama. Por cierto, todos corrían para equipos españoles, a los que la participación en la Vuelta se daba por obligada. ¡Si hasta Perico renunció a la Vuelta de 1988 por la
bajada de pantalones ante Sean Kelly, la única figura internacinal que venía! ¡Y era un
clasicómano!
Ya ven como el obituario se aleja de la realidad progesivamente. La traca final viene con el párrafo de cierrre: "Al final de sus años al frente de la carrera, Enrique Franco, un visionario que supo por dónde soplaban los vientos, se dedicó incluso a diseñar personalmente los recorridos. En busca permanente del espectáculo, poco importara que estuviera reñido con la lógica deportiva, trazó etapas cortas y muy intensas, siguió descubriendo puertos insólitos, como el tremendo Angliru, siguió explorando el mapa de España. En 2004, oliendo quizá el caos en que se sumiría enseguida el ciclismo, Enrique Franco vendió Unipublic, con la Vuelta como su principal activo, a Antena 3.". Ya ven: un "visionario". Si, como las etapas en fin de semana con final a las tres de la tarde. El Angliru, el puerto en el que los espectadores hacen subir a los ciclistas, subido tres veces (sí, tres veces, en el arco de nueve años). Lo que ya es grotesco es la narración fantástica de como se desembarazó de la Vuelta: ese año fue el del escándalo del Phonak. Hemotransfusiones, que las llaman. Fue en la Vuelta. Tampoco comenta lo
putas que lo pasaron los organizadores ante el abandono de Telefónica del patrocinio del Gran Premio. Baste hacer un elenco de los patrocinadores de la Vuelta: FROM, algo público de pescados; una inmobiliaria conocida en su casa y a la hora de comer; el continuo baile de colores en los maillots, al son del patrocinador.
El arte de escribir obituarios incide en que no haya una distorsión muy grande entre el natural homenaje al protagonista y los hechos realmente acontencidos en su vida. Bien, pues Arribas no lo ha logrado. Su relato fantástico no resiste el mínimo análisis con la realidad. Que vaya practicando, pues es un género íntimamente ligado con el ciclismo, un deporte que se muere poco a poco.
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A mí me encantaría hablar de la Het-Volk, pero lo visto por la tele fue un monólogo de Gilbert. El ciclista más en forma del pelotón se tragó los últimos 50 kms. de la primera carrera belga en solitario. A lo Boonen. Segundo Nuyens y tercero Hushovd. Estuvo bien, pero había poca emoción sobre las posibilidades del valón de llegar a meta en solitario. Ya había ganado esta misma carrera en 2005 y de la misma manera.
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En la K-B-K, el belga De Jongh repite triunfo. Su equipo también metió a siete compañeros en el corte decisivo de veinte. . Jugaron al gato y al ratón, pero el campeón del mundo se fue al sueloTercer puesto -batiendo a Boonen- para el jovencísimo australiano del CSC Mathew Goss, un corredor a seguir.
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El fin de semana pasado Rebellin batió a Nocentini en Haut-Var. Ayer en Lugano se intercambiaron los puestos.
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En la Clásica de Almería naufragio del Rabobank y de Freire. No se que le pasa al cántabro cuando baja a Andalucía. El año pasado le regaló un triunfo en la vuelta local a Van Heejswik. Ayer intentó repetir la jugada con Graeme Brown y, cuando vió que Haedo iba a ganar, intentó remontar en vano. Le está bien empleado a él y a su equipo. En todo caso, y en contra de lo apuntado por expertos
freirólogos, la Milán-San Remo sigue siendo un objetivo para el tricampeón del mundo. Como no podía ser menos.
En ese sentido, destacar el quinto puesto de Rojas. Se ha recuperado bien de su caída de morros en Mallorca. Vamos, que parece que no se haya caído.