Una victoria de peso; concretamente, 2´5 picokilogramos |
RCS Sport, la poderosa organizadora de las más importantes carreras italianas, había enviado al olvido a la maravillosa prueba que une las dos ciudades industriales del norte de Italia, ofreciendo a cambio un apaño llamado Gran Piamonte como trasunto del Giro del Piamonte; este año, con el cambio de calendario -otro más, ahora a final de septiembre- del conocido como Tríptico de Otoño, han permitido que otros organizadores (destacando especialmente el patrocinador, Nobile Rubinetterie, un fabricante de grifos que patrocinó no hace mucho tiempo un equipo ciclista menor) se hiciesen cargo de la prueba.
Con un calendario más favorable para atraer grandes corredores -es un acierto el cambio de calendario, las tres carreras se pueden vender como "revancha del Mundial", al menos cuando se celebre en Europa-, la nueva organización ha cambiado sensiblemente el recorrido, que por vez primera y segunda en la historia del ciclismo acababa en la Basílica de Superga.
Es una pena que una carrera con tantas señas de identidad propias -final en Corso Casale o en exquisito Motovelódromo de Turin- haya caído pasto de la estúpida moda de los finales en cuesta, pero es lo que hay; o eso, o a lo mejor otro año más en la nevera. Sólo una vez se había subido a Superga: fue una etapa del Giro de 1958 y ganó un tal Federico Martín Bahamontes.
Ayer, además, había doble subida: una primera seguida de un descenso hacia Pino Torinese -donde está la fábrica de bicicletas Gios- y Corso Casale, que está a la altura del Po, para después subir de nuevo por la carretera tradicional hasta el santuario de Superga, donde están enterrados los reyes de la dinastía saboyana, incluyendo nuestro Amadeo I.
La subida es dura: atacó J. Rodríguez -que quiere ganar en Lombardía- a tres km. de meta y le siguieron Ulissi y Kessiakoff, mientras por detrás se organizaban Nibali y Contador. Mientras el catalán se fundía, así como la estrella del Liquigas, Contador alcanzaba a los otros dos corredores menos nobles y, con un ataque a su manera, se iba en solitario a ganar su primera clásica.
Sí, la Milán-Turín es una clásica; vale que con un final en cuesta a Contador se lo han dejado mejor, pero ahí está la historia de la carrera y el marco donde ha ganado. Tampoco es que Contador haya corrido muchas carreras de un día en su vida: seguramente no más de diez. Es un vueltómano de manual (ha ganado cinco grandes vueltas pero sólo siete etapas, una de las proporciones más bajas de la historia del ciclismo) pero ayer supo ganar.
La carrera no se retransmitió en directo, aunque los contadoristas ya celebraban el "espectáculo" nada más distribuirse la noticia. Son así, como su ídolo, que en meta dijo "esta mañana me he pesado y tenía 2´5 kg más que en la Vuelta", que es una declaración de sobrado y de faltarle un hervor, pero que ya no sorprende a nadie.
Hoy se disputa el Gran Piamonte, que deja el sur de la provincia y la zona de Le Langhe para un nuevo final en Biella, y el sábado un Lombardía realmente imperdible para cualquier aficionado al ciclismo: Gilbert que quiere ser el octavo arcoiris en ganar la clásica; J. Rodríguez (tercero el año pasado); Contador; Nibali y Kolobnev. Falta Valverde, que tiene alergia a Italia. Una pena: un triunfo como el de ayer de Contador adornaría espléndidamente su palmarés.
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Sigue la cadena de risa con Ponferrada 2014. "No es justo ni se debe aceptar que Ponferrada represente el fracaso nacional", dice el alcalde con sobrepeso. La frase es digna del mejor Berlanga, el de los primeros 50 minutos de Los jueves, milagro: eso es lo único que os podría salvar, pero se producen de muy de cuando en cuando, y en Ponferrada no hay culto a San Dimas.
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Bennati dice que se va al Saxo "porque es un equipo que viene del importante proyecto del CSC" ¿?. Y también que el próximo años, con sus 33 tacos, quiere ser protagonista en Sanremo.
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Rolf Aldag, que parecía que dejaba el ciclismo por sus declaraciones a principios de este año, se incorpora al staff del Lotto. Vansevenant ya tiene sustituto.
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Filtraciones sobre el Tour 2013: Ventoux, una etapa con dos subidas a Alpe D´Huez -van a asfaltar una carretera para poder hacer el descenso por otro lado, incluyendo un puerto- y cronoescalada el día después. No parece un recorrido para Wiggins. La carrera no se presenta hasta el 24 de octubre; el Giro, este mismo 30 de septiembre, aprovechando el eco del Lombardía.
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Interesante post sobre el robo de bicis, elaborado a partir de retales de otros sitios (a su vez copiando a Gary Becker, ya citado aquí en otras ocasiones) y experiencias personales: lo que viene a ser el 99% de los blogs, copia de otros sitios y escasa aportación propia. Mi experiencia personal es que el mejor efecto disuasorio se logra por dos vías: como no existe el candado irrompible, poner un número mínimo de tres, dependiendo del lugar donde vaya a estar y la duración del aparcamiento; y, por supuesto, tener una bici-chatarra para andar por la ciudad, de las que no llaman la atención. Una Nishiki de Calmera es demasiado apetitosa, porque son bonitas. Y tontería esa del Cash Converters...cualquiera que visite esos sitios frecuentemente sabe que ahí no hay bicis robadas, simplemente chatarra con forma de bici.
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Entrevista de Alain Laiseka a Txurruka, del que publicó la exclusiva de su desagradable salida del Euskaltel. Roberto Laiseka, el ex-ciclista, dijo que no se lo creía y que el periodista se lo había inventado: inventa muchas cosas, pero esta no es la ocasión. Todavía no he leído ninguna rectificación del escalador enhuesado, será que no tiene por qué darla: demasiado vinculado al Euskaltel y su imagen como para comprometerse con una carta o algo parecido, aún en su condición de retirado. Creía que en Getxo tenían ética, pero sólo tienen piel, huesos y Ramiro Pinilla, de siempre un rara avis en ese microcosmos vasco que es la recoleta e hipócrita villa de la margen derecha del Nervión.
Si el Euskaltel y toda su retórica no es capaz de renovar a alguien como Txurruka, que vale por 100 ciclistas, es que el Euskaltel no vale nada. Sólo hace falta ver quien lo dirige.
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Como sabrán, la extremadamente catalana Anna Tarrés ha caído en desgracia, después de convertirse en cabeza visible del deporte español, en parte porque siempre que aparecía una cámara miraba fijamente al objetivo y jamás al entrevistador, en contra del uso normal en el medio televisivo. Que se gustaba, y mucho, era evidente. Que tenía pinta de estar igual de chiflada que sus paisanas Isabel Coixet y Mercedes Milá (esa arrogancia, esa pedantería, ese trastorno mental no diagnosticado) y de haber escapado de un convento por muy poquito, también.
Eso sí, lo que se cuenta en esta carta abierta de muñecas rotas de esa modalidad circense llamada deporte y conocida como natación sincronizada (¿por qué no hay equipos masculinos?) debería ir al juzgado. También estaría bien que algún periodista se preguntase por qué han esperado a ver caída a esa botarate para decirlo. Sobre las veladas y, en algún caso, directas acusaciones de dopaje ya se que no van a hacer nada, porque está en juego el mejor antídoto contra esa tentación de hacer periodismo e informar: las medallas olímpicas y de competiciones internacionales.