Se esperaba que sucediesen cosas en la primera aproximación a la montaña en el Giro de Romandía, pero no una selección tan estricta: sólo trece corredores han pasado por delante, dejando el resto a más de un minuto y medio. ¿La razón? El puerto de la Croix, muy conocido por Rijs. Era el Tour 1997 y la etapa acababa en la coqueta y universitaria ciudad suiza de Friburgo. Ya habían pasado los Alpes, pero Pantani aún tenía dinamita de tres siglas en las piernas y destrozó la carrera subiendo un puerto que siempre se presta a desfallecimientos. Aquel día estaba lejos de meta, y el pelotón se reagrupó para que ganase la etapa Mengin, pero a Rijs le costó una casi segura plaza en el podio.
Ayer el puerto estaba a sólo 13 km. de meta. Uno de los corredores más activos del pelotón, el excéntrico americano Horner, dio buenas muestras de su feeling con Suiza (el año pasado ganó una etapa en la vuelta nacional) y atacó en el momento justo para llevarse la etapa con 5” sobre Jaksche y Moos y 8” sobre el resto, a los que dio tiempo Valverde. El murciano no se pudo aprovechar de la presencia en el grupo de J.Rodríguez, esta vez no tan exultante como en Lieja (de hecho, ha cerrado el grupo de los trece cuando era uno de los más veloces, pero fue el que rompio la carrera en el puerto) y ha perdido una buena oportunidad de ganar la etapa o al menos de hacer entre los tres primeros para las bonificaciones. Por detrás de él, un Savoldelli que asusta por su sangre fría y su capacidad para mantener el ritmo en los puertos, especialmente cuando ha habido tantos ataques; el recuperado Evans, al que querían tirarle de las orejas en el equipo por su descalabro en las Ardenas; Kasheskin conociendo las carreras que aspirará a ganar; Perdiguero increíble; Contador esperando repetir la situación del año pasado de cara a la crono final; un recuperado Cioni; el supergregario de Cunego Szmyd; el veteranísimo Noé; y la sorpresa Ghisalberti, un poco retrasado.
Así las cosas, y de cara a las dos próximas etapas de montaña, hay tres corredores del Liberty, dos del Phonak, dos del Liquigas, del Caisse d´Eparge y del Davitamon. Se pueden producir un sinfín de combinaciones estratégicas que en teoría deberían aspirar a mucho más que la victoria de etapa, pero el objetivo de todos estos equipos debería ser muy claro: dejar fuera del juego a Savoldelli, un corredor acostumbrado a ganar grandes citas completamente solo y que ya ganó la carrera en el año 2000. Y, de largo, el mejor contrarrelojista de los magníficos trece. Ojalá Jaimerena, que está dirigiendo a Valverde en Suiza, sepa leer la carrera de esta manera e intente jugar la punta de velocidad de su joya para arañar segundos de bonificación, porque Savoldelli no se rinde: es uno de los corredores que mejor saben leer una carrera (basta recordar la etapa de Sestriere en el Giro 2005) y cuando saltan las chispas se acopla a su ritmo, curva la espalda y para arriba como los mejores escaladores. O mucho me equivoco o vamos a ver gran ciclismo los próximos dos días, tanto de ataque como de defensa.
Mención aparte merece Horner, uno de los múltiples corredores rescatados por Matxín para su Saunier Duval y que este año ha fichado por el Davitamon (dos etapas seguidas en Romandía, tras la victoria de McEwen el miércoles). El calvo americano, que dejó su mujer y vendió su casa para poder correr el Tour de Francia (¿¿??), había vivido buenos años a finales de los noventa para después desaparecer en el circuito americano. Con 32 años cumplidos empezó a resurgir en la temporada 2003 ganando en Georgia y arrasando en el circuito americano en 2004. En el Mundial de Verona acabó octavo en el sprint masivo, y Matxín le puso un contrato en la mesa con el que ya corrió el Lombardía de ese año logrando un undécimo puesto. Como casi todos los corredores que pasan por el equipo cántabro, duró muy poquito pero logró su objetivo de correr el Tour. Ahora forma pareja de escaladores y anglosajones en el Davitamon con Evans, pero con 35 años cualquier cosa que gane es reseñable.
28 abril, 2006
26 abril, 2006
“El daño es irreparable”
A Aitor González le crucificaron, fustigaron y humillaron en octubre del año pasado. Positivo en la Vuelta a España, una cruz en su cara y tachado del mundo profesional, con algún ritintín de “yo ya lo imaginaba”. ¿Quienes eran ellos? La flor y la nata del periodismo ciclista español, muchos de los cuales habían saludado el prodigioso adviento de Aitor en 2002 como la gran esperanza en las vueltas por etapas. Los únicos que le defendieron y han seguido el caso han sido los medios del País Vasco, que se han implicado en el caso de una manera pertinaz y decisiva. En el comunicado difundido por el corredor tras la noticia del sobreseimiento de su caso por parte del Comité de Competición de la RFEC agradece ese apoyo, para nada militante, sino profesional, en los siete meses de lapidación y escarnio.Porque el periodista tiene que dar fe de los casos de dopaje, pero también de las absoluciones. Para que no se olvide. Para que se recuerde. Para que se sepa.
Aitor González dio en junio de 2005 una de las mayores exhibiciones encima de la bicicleta que jamás se hayan visto camino de Ullrichen. Puede parecer una exageración, pero cualquiera que haya visto la etapa lo puede corroborar. Era la última etapa de la Vuelta a Suiza y el talento bruto del corredor del Euskaltel ya había asomado en la etapa anterior. Limando tiempo a los favoritos se había colocado a muy poco tiempo de Michael Rogers, un ciclista que desapareció en el Tour de Francia. Ataca en el penúltimo puerto y nadie le sigue. Se va solo hacia la victoria, impulsado por una cadencia de molinillo y un rodar en el valle que era una delicia. Victoria, general y una nueva muesca en el revolver de uno de los corredores más dotados para el ciclismo. La mejor victoria de su equipo en 11 años en el mundo profesional, segundo español tras Fuente en ganar la conocida como “cuarta grande”, y ante una buena parte de los corredores en forma para el Tour de Francia. Al parecer, la UCI le empezó a realizar un seguimiento especial. Algo no encajaba. Controles y más controles hasta que le pillaron en la Vuelta. Bingo.
Sin embargo, el asunto olía a gato encerrado. A diferencia de Hamilton y Santi Pérez, con propensión a la sangre de los demás, a Aitor González le hicieron un control en Granada antes de la salida de la Vuelta, ya que estaba entre los preseleccionables para el Mundial. Encontraron algo. Tras la etapa de la Bien Aparecida, aparecieron metabolitos (metandriol y metiltestosterona) en su orina con restos de anabolizantes, como si en vez de un ciclista fuese un forzudo luchador de wrestling o el gobernador de California. Al parecer, el ciclista crucificado había comprado un producto que se llama “Animal Pack” (todos los chistes que quieran sobre el nombre) que estaba totalmente contaminado con anabolizantes, aunque no aparecían en su composición. El producto estaba autorizado para su venta por el Ministerio de Sanidad, que se supone que hace análisis sobre cualquier producto antes de autorizar su comercialización. Por una tontería se ha manchado el nombre de un grandísimo corredor, y casi acaba con su vida deportiva. A.González fichó por una temporada por el Euskaltel a razón de 180.000 euros, muy por debajo del millón limpio que ganaba en el Fassa. Se ha gastado en abogados 120.000 euros. Animal Pack se vende por Internet en 44 packs de 11 comprimidos por 104 euros.
El caso es que Aitor nunca dió positivo. La noticia de su supuesto doping fue filtrada por una agencia francesa –y van...-, pero nunca corroborada por las instancias ciclistas. El corredor había apalabrado su renovación con Madariaga, pero esta quedo en suspenso a expensas de lo que se decidiese. El corredor se ha quedado ocho meses en un limbo en que no estaba sancionado, pero tampoco podía fichar por ningún equipo. Sus abogados han demostrado que Animal Pack no mejora el rendimiento deportivo (analizado por la Universidad de Extremadura, la misma que ese prócer de la comunicación llamado Jose Ramón de la Morena desautoriza porque no le dice lo que quiere en el caso Gurpegui; racismo académico, existe y cómo) y que el expediente de su defendido tiene que ser archivado. La noticia la adelantó El Correo Español poco después de la Vuelta al País Vasco. Ayer apareció en algunos medios de comunicación, no en El País, más preocupado por un artículo-lengua sobre Valverde y lo guapo que es. A.González ha superado una depresión y se ha seguido entrenando. El periódico que adelantó la noticia también informaba que, entrenando antes de la ronda vasca por una zona de montaña, el ciclista de Zumárraga había descolgado “varias veces” a Gómez Marchante. Su forma, al parecer, es buena, y puede que se ponga el maillot naranja en breve.
Se cerrará así una historia que ha causado un daño irreparable a la imagen del corredor y, por extensión, a la del ciclismo en general y al español en particular. Se vendió como una operación de limpieza, a pesar de que olía a chamusquina, sin saber lo que esperaba semanas después con Heras. El bejarano abandonó la posibilidad de contratar un buen abogado, a pesar de contar con muchos más recursos que A.González. El Tribunal de Castilla y León ha zanjado la vía civil. Dicen que ahora está preparando el examen nacional para técnico de ciclismo. Algo sabrá cuando su equipo lo ha abandonado, él ha renunciado a seguir peleando y no ha sacrificado su patrimonio en su defensa, a pesar de que mancha toda su trayectoria deportiva. Por otra parte, y para zanjar estos siempre espinosos temas, Danilo Hondo ha vuelto a competir gracias a que un Tribunal suizo ha dejado en suspenso su sanción hasta junio. Ha fichado por el Team Lamonta –tras tocar en la puerta de sus ex-equipos, el Gerosteiner y el T-Mobile- y ha sido segundo tras Petacchi en la Vuelta a Baja Sajonia. Su caso no se parece al de A. González porque ha sido la justicia ordinaria la que le ha abierto un hueco profesional, y todavía tiene que venir la sentencia definitiva. Al ciclista vasco-alicantino todavía le pueden dar una sorpresa: si a la UCI no le gusta la decisión de la RFEC, puede recurrir al TAS. Veremos que pasa, pero una cosa es segura: "el daño es irreparable”.
***
Valverde, como una moto en Suiza. El superespecialista Savoldelli le ha batido por 63/1000 de segundo, medida que pertenece a la ciencia exacta y no al ciclismo. Tras el, otro superespecialista como McGee; lejos, a 7" pero cuarto, un Pereiro que se esta aproximando al Giro de una manera silenciosa y cauta.
Aitor González dio en junio de 2005 una de las mayores exhibiciones encima de la bicicleta que jamás se hayan visto camino de Ullrichen. Puede parecer una exageración, pero cualquiera que haya visto la etapa lo puede corroborar. Era la última etapa de la Vuelta a Suiza y el talento bruto del corredor del Euskaltel ya había asomado en la etapa anterior. Limando tiempo a los favoritos se había colocado a muy poco tiempo de Michael Rogers, un ciclista que desapareció en el Tour de Francia. Ataca en el penúltimo puerto y nadie le sigue. Se va solo hacia la victoria, impulsado por una cadencia de molinillo y un rodar en el valle que era una delicia. Victoria, general y una nueva muesca en el revolver de uno de los corredores más dotados para el ciclismo. La mejor victoria de su equipo en 11 años en el mundo profesional, segundo español tras Fuente en ganar la conocida como “cuarta grande”, y ante una buena parte de los corredores en forma para el Tour de Francia. Al parecer, la UCI le empezó a realizar un seguimiento especial. Algo no encajaba. Controles y más controles hasta que le pillaron en la Vuelta. Bingo.
Sin embargo, el asunto olía a gato encerrado. A diferencia de Hamilton y Santi Pérez, con propensión a la sangre de los demás, a Aitor González le hicieron un control en Granada antes de la salida de la Vuelta, ya que estaba entre los preseleccionables para el Mundial. Encontraron algo. Tras la etapa de la Bien Aparecida, aparecieron metabolitos (metandriol y metiltestosterona) en su orina con restos de anabolizantes, como si en vez de un ciclista fuese un forzudo luchador de wrestling o el gobernador de California. Al parecer, el ciclista crucificado había comprado un producto que se llama “Animal Pack” (todos los chistes que quieran sobre el nombre) que estaba totalmente contaminado con anabolizantes, aunque no aparecían en su composición. El producto estaba autorizado para su venta por el Ministerio de Sanidad, que se supone que hace análisis sobre cualquier producto antes de autorizar su comercialización. Por una tontería se ha manchado el nombre de un grandísimo corredor, y casi acaba con su vida deportiva. A.González fichó por una temporada por el Euskaltel a razón de 180.000 euros, muy por debajo del millón limpio que ganaba en el Fassa. Se ha gastado en abogados 120.000 euros. Animal Pack se vende por Internet en 44 packs de 11 comprimidos por 104 euros.
El caso es que Aitor nunca dió positivo. La noticia de su supuesto doping fue filtrada por una agencia francesa –y van...-, pero nunca corroborada por las instancias ciclistas. El corredor había apalabrado su renovación con Madariaga, pero esta quedo en suspenso a expensas de lo que se decidiese. El corredor se ha quedado ocho meses en un limbo en que no estaba sancionado, pero tampoco podía fichar por ningún equipo. Sus abogados han demostrado que Animal Pack no mejora el rendimiento deportivo (analizado por la Universidad de Extremadura, la misma que ese prócer de la comunicación llamado Jose Ramón de la Morena desautoriza porque no le dice lo que quiere en el caso Gurpegui; racismo académico, existe y cómo) y que el expediente de su defendido tiene que ser archivado. La noticia la adelantó El Correo Español poco después de la Vuelta al País Vasco. Ayer apareció en algunos medios de comunicación, no en El País, más preocupado por un artículo-lengua sobre Valverde y lo guapo que es. A.González ha superado una depresión y se ha seguido entrenando. El periódico que adelantó la noticia también informaba que, entrenando antes de la ronda vasca por una zona de montaña, el ciclista de Zumárraga había descolgado “varias veces” a Gómez Marchante. Su forma, al parecer, es buena, y puede que se ponga el maillot naranja en breve.
Se cerrará así una historia que ha causado un daño irreparable a la imagen del corredor y, por extensión, a la del ciclismo en general y al español en particular. Se vendió como una operación de limpieza, a pesar de que olía a chamusquina, sin saber lo que esperaba semanas después con Heras. El bejarano abandonó la posibilidad de contratar un buen abogado, a pesar de contar con muchos más recursos que A.González. El Tribunal de Castilla y León ha zanjado la vía civil. Dicen que ahora está preparando el examen nacional para técnico de ciclismo. Algo sabrá cuando su equipo lo ha abandonado, él ha renunciado a seguir peleando y no ha sacrificado su patrimonio en su defensa, a pesar de que mancha toda su trayectoria deportiva. Por otra parte, y para zanjar estos siempre espinosos temas, Danilo Hondo ha vuelto a competir gracias a que un Tribunal suizo ha dejado en suspenso su sanción hasta junio. Ha fichado por el Team Lamonta –tras tocar en la puerta de sus ex-equipos, el Gerosteiner y el T-Mobile- y ha sido segundo tras Petacchi en la Vuelta a Baja Sajonia. Su caso no se parece al de A. González porque ha sido la justicia ordinaria la que le ha abierto un hueco profesional, y todavía tiene que venir la sentencia definitiva. Al ciclista vasco-alicantino todavía le pueden dar una sorpresa: si a la UCI no le gusta la decisión de la RFEC, puede recurrir al TAS. Veremos que pasa, pero una cosa es segura: "el daño es irreparable”.
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Valverde, como una moto en Suiza. El superespecialista Savoldelli le ha batido por 63/1000 de segundo, medida que pertenece a la ciencia exacta y no al ciclismo. Tras el, otro superespecialista como McGee; lejos, a 7" pero cuarto, un Pereiro que se esta aproximando al Giro de una manera silenciosa y cauta.
25 abril, 2006
Valverde, a por todas en Romandía
Alejandro Valverde cumple hoy 26 años. Lo celebra vistiendo el maillot de líder del ProTour, honor conquistado de manera accidental al ganar la L-B-L de este domingo. Dado el increíble botín de puntos acumulados esta primavera (136) y su previsible continuidad en el resto de carreras de la temporada, singularmente el Tour de Francia, el murciano se verá defendiendo el maillot en varias carreras que no tenía previstas.
Su participación en el Tour de Romandía que comienza hoy dependía del estado de forma en el que se encontrase a estas alturas de la temporada, y Echavarri/Unzué han decidido que tome la salida. Sus equipos tienen aversión a los maillots especiales: a Indurain le hicieron competir en el Tour 1992 con una discretas bandas de España, en teoría para rentabilizar la inversión de Banesto, aunque las malas lenguas dicen que pare evitar problemas en el prólogo de San Sebastián. Con Montoya en 1995 no hubo ningún problema, ni con Rubén Plaza en 2003, pero al Chava le hicieron lucir la bandera nacional como si fuese una banda de Miss España en 1997. Si la Federación Española traga, la UCI no: a Freire, primer corredor en absoluto que lució el blanco ProTour, disputó la San Remo 2005 sin el maillot de campeón del mundo, pero Boonen ha podido hacer un mix entre arcoiris y logo ProTour aprovechando el blanco común. Así las cosas, Valverde saldrá de blanco inmaculado a intentar ganar la prestigiosa carrera suiza, quieran o no sus mentores.
Por casualidades de la vida, el último español en lograr la empresa fue Abraham Olano en 1996, precisamente la temporada en la que era arcoiris. El grandísimo corredor guipuzcoano dominó la carrera a su antojo, arrasando en la crono y subiendo con los mejores en la montaña. Antes de él, sólo Paco Galdos había ganado la carrera en su agridulce 1975. Después de ellos, los intentos fallidos de Indurain, Beloki, García Casas, Sevilla, Fran Pérez completamente dopado, Sastre y el año pasado Contador cuentan en la historia como las únicas ocasiones en los un nacional se ha colado entre los cinco primeros. Basta hacer cuentas y comprender que vivimos la edad de oro del ciclismo español. Con Valverde estarán Perdiguero, Gárate, Colom, Pereiro, Contador, Zubeldia, Koldo Gil y Mancebo, que siempre se prueba en la etapa de montaña de la prueba. Todos son corredores de talla internacional cuyo éxito no sorprendería, y que han demostrado que están en forma.
La prueba consta de un mini-prólogo de 3’5 km al que sigue un previsible sprint en la primera etapa. Al día siguiente se afronta la etapa más larga, sólo 170 km. con dos puertos de primera categoría, una primera prueba de contacto para saber quien ganará 24 horas después en la subida a Le Sepey, final de etapa tras 15 km. de ascensión. En los dos últimos días de competición se condensan una mini-etapa de montaña de sólo 130 km y tres puertos de primera categoría (una copia de la magistral etapa de Aitor en la última Vuelta a Suiza, con todas las sospechas sobre su triunfo que se quieran) y el tradicional cierre de 20 km. CRI en Lausanne, un continuo sube y baja donde no falta el empedrado. Valverde tiene el Tour de Romandía a tiro y si no, debería acumular una buena cantidad de puntos ProTour. Sus mayores rivales, además de los citados, serán Moos, Julich camino del Giro, Rogers, Savoldelli, Valjavec, Horner, Jaksche y Scarponi. Con todos los respetos, corredores que no aspiran a ganar el Tour de Francia como el murciano que se compara con Ulrich, Basso y Vinokourov para la cita de julio.
***
Freire se lo debería pensar dos veces antes de renovar con el Rabobank. El domingo en Lieja el equipo le abandonó a su suerte, con Dekker el viejo haciendo la carrera para Boogerd en La Redoute y Dekker el joven haciendo la goma sin ayudar en ningún momento al tricampeón del mundo. A pesar de las adversidades, el cántabro se las arregló para lograr un meritorísimo 14º puesto, a sólo 28” de los favoritos y entrando por delante de corredores como Sánchez y Astarloa. Del holandés todo dientes no se puede esperar nada después de su actitud en la Amstel (“los españoles no saben correr aquí”), pero los dos Dekker deberían haber ayudado a Freire, que quizás –ojo, sólo quizás- hubiese podido enlazar con los favoritos, igual que hizo en Brabante con la ayuda de Flecha. El 1 de mayo corre el GP de Frankfurt, una prestigiosa carrera en la que ya ha sido dos veces cuarto. Una buena ocasión para reivindicarse a sí mismo y ante un equipo que con Boogerd corre para obtener el puesto, igual que con Flecha, Rasmussen y Menchov. Como cuando Breukink era corredor.
***
Que estos días se ha corrido ese monumento del ciclismo conocido como Vuelta a Georgia. Que han ganado etapa gente como Popovych, Danielson y Landis. Que este último ha ganado la general. Que dicen que viene muy fuerte al Tour. Que tengamos miedo. Si es así, ¿por qué no corren el calendario europeo?
Su participación en el Tour de Romandía que comienza hoy dependía del estado de forma en el que se encontrase a estas alturas de la temporada, y Echavarri/Unzué han decidido que tome la salida. Sus equipos tienen aversión a los maillots especiales: a Indurain le hicieron competir en el Tour 1992 con una discretas bandas de España, en teoría para rentabilizar la inversión de Banesto, aunque las malas lenguas dicen que pare evitar problemas en el prólogo de San Sebastián. Con Montoya en 1995 no hubo ningún problema, ni con Rubén Plaza en 2003, pero al Chava le hicieron lucir la bandera nacional como si fuese una banda de Miss España en 1997. Si la Federación Española traga, la UCI no: a Freire, primer corredor en absoluto que lució el blanco ProTour, disputó la San Remo 2005 sin el maillot de campeón del mundo, pero Boonen ha podido hacer un mix entre arcoiris y logo ProTour aprovechando el blanco común. Así las cosas, Valverde saldrá de blanco inmaculado a intentar ganar la prestigiosa carrera suiza, quieran o no sus mentores.
Por casualidades de la vida, el último español en lograr la empresa fue Abraham Olano en 1996, precisamente la temporada en la que era arcoiris. El grandísimo corredor guipuzcoano dominó la carrera a su antojo, arrasando en la crono y subiendo con los mejores en la montaña. Antes de él, sólo Paco Galdos había ganado la carrera en su agridulce 1975. Después de ellos, los intentos fallidos de Indurain, Beloki, García Casas, Sevilla, Fran Pérez completamente dopado, Sastre y el año pasado Contador cuentan en la historia como las únicas ocasiones en los un nacional se ha colado entre los cinco primeros. Basta hacer cuentas y comprender que vivimos la edad de oro del ciclismo español. Con Valverde estarán Perdiguero, Gárate, Colom, Pereiro, Contador, Zubeldia, Koldo Gil y Mancebo, que siempre se prueba en la etapa de montaña de la prueba. Todos son corredores de talla internacional cuyo éxito no sorprendería, y que han demostrado que están en forma.
La prueba consta de un mini-prólogo de 3’5 km al que sigue un previsible sprint en la primera etapa. Al día siguiente se afronta la etapa más larga, sólo 170 km. con dos puertos de primera categoría, una primera prueba de contacto para saber quien ganará 24 horas después en la subida a Le Sepey, final de etapa tras 15 km. de ascensión. En los dos últimos días de competición se condensan una mini-etapa de montaña de sólo 130 km y tres puertos de primera categoría (una copia de la magistral etapa de Aitor en la última Vuelta a Suiza, con todas las sospechas sobre su triunfo que se quieran) y el tradicional cierre de 20 km. CRI en Lausanne, un continuo sube y baja donde no falta el empedrado. Valverde tiene el Tour de Romandía a tiro y si no, debería acumular una buena cantidad de puntos ProTour. Sus mayores rivales, además de los citados, serán Moos, Julich camino del Giro, Rogers, Savoldelli, Valjavec, Horner, Jaksche y Scarponi. Con todos los respetos, corredores que no aspiran a ganar el Tour de Francia como el murciano que se compara con Ulrich, Basso y Vinokourov para la cita de julio.
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Freire se lo debería pensar dos veces antes de renovar con el Rabobank. El domingo en Lieja el equipo le abandonó a su suerte, con Dekker el viejo haciendo la carrera para Boogerd en La Redoute y Dekker el joven haciendo la goma sin ayudar en ningún momento al tricampeón del mundo. A pesar de las adversidades, el cántabro se las arregló para lograr un meritorísimo 14º puesto, a sólo 28” de los favoritos y entrando por delante de corredores como Sánchez y Astarloa. Del holandés todo dientes no se puede esperar nada después de su actitud en la Amstel (“los españoles no saben correr aquí”), pero los dos Dekker deberían haber ayudado a Freire, que quizás –ojo, sólo quizás- hubiese podido enlazar con los favoritos, igual que hizo en Brabante con la ayuda de Flecha. El 1 de mayo corre el GP de Frankfurt, una prestigiosa carrera en la que ya ha sido dos veces cuarto. Una buena ocasión para reivindicarse a sí mismo y ante un equipo que con Boogerd corre para obtener el puesto, igual que con Flecha, Rasmussen y Menchov. Como cuando Breukink era corredor.
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Que estos días se ha corrido ese monumento del ciclismo conocido como Vuelta a Georgia. Que han ganado etapa gente como Popovych, Danielson y Landis. Que este último ha ganado la general. Que dicen que viene muy fuerte al Tour. Que tengamos miedo. Si es así, ¿por qué no corren el calendario europeo?
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ciclismo
24 abril, 2006
Lieja-Valverde-Lieja
Se debe a Carlos Arribas la invención del juego de palabras que hoy viene como titular. Era el inicio de la temporada 2005, el fenómeno de Las Lumbreras acababa de fichar por el Illes Balears y el periodista, goloso ante la combinación de corredor, equipo y ambiciones, acuñó el término. Después la cosa salió un poco mal, en el Tour pasó lo que pasó y ambos protagonistas se encontraron en una entrevista memorable a principios de la temporada 2006 donde las clásicas aparecían en un segundo plano ante el Gran Moloch francés.
Nada más lejos de la realidad. Valverde ha ganado en cinco días Flecha Valona y L-B-L. Con 25 años. Mucho, pero mucho más joven que el doblete Amstel-Lieja de Gianneti en 1995 con 34 años, la tripleta de Rebellin con 32 años en 2004 o las 29 primaveras de Di Luca el año pasado. Valverde fulmina las etapas de maduración, se presenta en las carreras con poco o ningún conocimiento de los primeros puestos y gana. En el Tour. En el Mundial. En las clásicas de asfalto. Un fuera de serie, un patrimonio del ciclismo mundial que ha coincidido en el tiempo con Boonen o Cunego, corredores muy distintos entre sí y que han acumulado un gran palmarés mucho antes de que Valverde empezase su propio marcador de carreras importantes. Manteniendo cada uno su nicho, deberían estar preocupados por la irrupción del fenómeno murciano, que ayer en Ans dio muestras de una cabeza fría que le tiene que dar toda la gloria del ciclismo.
La carrera fue un prodigio de táctica. La escapada de las primeras horas, con corredores como Wesseman o Flecha, obligó a un desgaste notable del CSC, que valientemente tomó la responsabilidad de la carrera. Un detalle significativo era que entre los fugados estuviesen Chente y Portal, todo un aviso de las ambiciones del Caisse d´Eparge. Los fugados colaboraban muy bien hasta que Wesseman volvió a demostrar su buen estado de forma y se fue por delante solo, en un prodigio de mover desarrollo. El alemán se comió 30 km. justo antes de la Redoute, que se hicieron durísimos y consumieron totalmente a Sastre, a parte del Liberty y algunas de las inagotables fuerzas de Voigt, también presente en la escapada y después tirando del pelotón. Wesseman había aclarado un poco el panorama para los jóvenes Sinkewitz y Kessler, pero aún así tuvo que ser el veterano alemán el que moviese el árbol al inicio de la subida más famosa de la clásica.
Con la percepción de la distancia alterada por la gran pendiente, se sucedieron los ataques de Horner y Cunego, con un Perdiguero increíble subiendo como nunca en esos porcentajes. Ninguno consiguió hacer el hueco, pero si seleccionar un selecto grupo de veinte corredores para los últimos 30 km. Bettini estaba inquieto, algo no encajaba en la carrera...cuenta los corredores con la mirada (magnífica la toma de la moto) y se le cambia la cara cuando ve que Valverde lleva a J.Rodríguez. El catalán ataca en la sucesiva subida a Sprimont con un ritmo de sprint y se lleva con él a Boogerd. El entendimiento de un corredor que es un peón de su líder con el ciclista que corre para subir al podio (ya vendrá después lo de ganar) es una cuestión de alquimia y entre los dos hacen camino con facilidad hasta St. Tilman, mientras por detrás el grupo ha engordado y gregarios del Quick Step, Liberty y Lampre no consiguen rebajar la diferencia. La brillante acción de J.Rodríguez se lleva por delante los restos de los grandes equipos, obligados a participar en los relevos con sus líderes, mientras Valverde va cómodamente a rueda y Bettini empieza a gastar su pólvora en relación directa con su nerviosismo.
Los dos fugados son neutralizados al final de la subida a St. Nicklas, con un Boogerd indolente que no ha podido descolgar en ningún momento a J.Rodríguez. Alguna ráfaga más de corredores como Schleck y Di Luca, incluso en el último km. de Sinkewitz y Basso (todo el día trabajando, que motor) pero la carrera ya estaba hecha. Valverde gana el sprint dónde y cómo quiere a Bettini y Cunego, corredores muy rápidos que no pueden nada ante el adagio de “Si Valverde llega con los favoritos a Ans...”. Y todo con ese sprint, la mayor arma del prodigio murciano, que muchos le pedíamos en una gran cita, pero no sólo. También un prodigio de táctica le da una victoria en una Lieja extraña, con muchísimos corredores en el final a pesar de la dureza del día: el único favorito que se desplomó fue Vinokourov, mientras que Sinkewitz, Boogerd, un impresionante Perdiguero, Schleck, Horner, Di Luca y Basso completaron los puestos de honor. Un español ganando la Lieja al sprint, y siendo el más inteligente, ¿cuál será la próxima maravilla?
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Petacchi gana cinco etapas de cinco en la Vuelta a Baja Sajonia, la misma en la que Schumacher ganó cuatro de cinco el año pasado. Sin quitarle méritos al italiano, un cariñoso pensamiento para los lumbreras que diseñan los recorridos.
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Nocentini remata su notable primavera ganando el Giro de los Apeninos ante Mazzanti (¡qué buen corredor!) y Ratti. Lo mejor, su autobiografía profesional desde 1999: “Las primeras tres temporadas en el Mapei: 40 corredores, 15 líderes, siempre había que trabajar para alguien. Y me perdí, porque cuando trabajas para alguien, pierdes la costumbre de ir delante con los mejores, de pensar en la victoria, de intentar ganar, de triunfar. Un año en Fassa Bortolo echado a perder por cuestiones de carácter. Reencontré el placer de ganar en el Giro de Toscana de 2003 y no me he movido del equipo”. Por supuesto, los problemas de carácter no empezaron con Ferreti, ya venían de cuando era una estrellita en el Mapei con grandes ambiciones y oportunidades, a pesar de lo que pueda decir. En todo caso, bravo por el escueto ejercicio de autorreflexión.
***
Victoria al puestómetro de Ricardo Serrano en la Vuelta a Rioja. Considerando la trayectoria del chaval y que Efimkim y R.Plaza le escoltaron en el podio, gran espaldarazo para él mismo y para el Kaiku.
Nada más lejos de la realidad. Valverde ha ganado en cinco días Flecha Valona y L-B-L. Con 25 años. Mucho, pero mucho más joven que el doblete Amstel-Lieja de Gianneti en 1995 con 34 años, la tripleta de Rebellin con 32 años en 2004 o las 29 primaveras de Di Luca el año pasado. Valverde fulmina las etapas de maduración, se presenta en las carreras con poco o ningún conocimiento de los primeros puestos y gana. En el Tour. En el Mundial. En las clásicas de asfalto. Un fuera de serie, un patrimonio del ciclismo mundial que ha coincidido en el tiempo con Boonen o Cunego, corredores muy distintos entre sí y que han acumulado un gran palmarés mucho antes de que Valverde empezase su propio marcador de carreras importantes. Manteniendo cada uno su nicho, deberían estar preocupados por la irrupción del fenómeno murciano, que ayer en Ans dio muestras de una cabeza fría que le tiene que dar toda la gloria del ciclismo.
La carrera fue un prodigio de táctica. La escapada de las primeras horas, con corredores como Wesseman o Flecha, obligó a un desgaste notable del CSC, que valientemente tomó la responsabilidad de la carrera. Un detalle significativo era que entre los fugados estuviesen Chente y Portal, todo un aviso de las ambiciones del Caisse d´Eparge. Los fugados colaboraban muy bien hasta que Wesseman volvió a demostrar su buen estado de forma y se fue por delante solo, en un prodigio de mover desarrollo. El alemán se comió 30 km. justo antes de la Redoute, que se hicieron durísimos y consumieron totalmente a Sastre, a parte del Liberty y algunas de las inagotables fuerzas de Voigt, también presente en la escapada y después tirando del pelotón. Wesseman había aclarado un poco el panorama para los jóvenes Sinkewitz y Kessler, pero aún así tuvo que ser el veterano alemán el que moviese el árbol al inicio de la subida más famosa de la clásica.
Con la percepción de la distancia alterada por la gran pendiente, se sucedieron los ataques de Horner y Cunego, con un Perdiguero increíble subiendo como nunca en esos porcentajes. Ninguno consiguió hacer el hueco, pero si seleccionar un selecto grupo de veinte corredores para los últimos 30 km. Bettini estaba inquieto, algo no encajaba en la carrera...cuenta los corredores con la mirada (magnífica la toma de la moto) y se le cambia la cara cuando ve que Valverde lleva a J.Rodríguez. El catalán ataca en la sucesiva subida a Sprimont con un ritmo de sprint y se lleva con él a Boogerd. El entendimiento de un corredor que es un peón de su líder con el ciclista que corre para subir al podio (ya vendrá después lo de ganar) es una cuestión de alquimia y entre los dos hacen camino con facilidad hasta St. Tilman, mientras por detrás el grupo ha engordado y gregarios del Quick Step, Liberty y Lampre no consiguen rebajar la diferencia. La brillante acción de J.Rodríguez se lleva por delante los restos de los grandes equipos, obligados a participar en los relevos con sus líderes, mientras Valverde va cómodamente a rueda y Bettini empieza a gastar su pólvora en relación directa con su nerviosismo.
Los dos fugados son neutralizados al final de la subida a St. Nicklas, con un Boogerd indolente que no ha podido descolgar en ningún momento a J.Rodríguez. Alguna ráfaga más de corredores como Schleck y Di Luca, incluso en el último km. de Sinkewitz y Basso (todo el día trabajando, que motor) pero la carrera ya estaba hecha. Valverde gana el sprint dónde y cómo quiere a Bettini y Cunego, corredores muy rápidos que no pueden nada ante el adagio de “Si Valverde llega con los favoritos a Ans...”. Y todo con ese sprint, la mayor arma del prodigio murciano, que muchos le pedíamos en una gran cita, pero no sólo. También un prodigio de táctica le da una victoria en una Lieja extraña, con muchísimos corredores en el final a pesar de la dureza del día: el único favorito que se desplomó fue Vinokourov, mientras que Sinkewitz, Boogerd, un impresionante Perdiguero, Schleck, Horner, Di Luca y Basso completaron los puestos de honor. Un español ganando la Lieja al sprint, y siendo el más inteligente, ¿cuál será la próxima maravilla?
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Petacchi gana cinco etapas de cinco en la Vuelta a Baja Sajonia, la misma en la que Schumacher ganó cuatro de cinco el año pasado. Sin quitarle méritos al italiano, un cariñoso pensamiento para los lumbreras que diseñan los recorridos.
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Nocentini remata su notable primavera ganando el Giro de los Apeninos ante Mazzanti (¡qué buen corredor!) y Ratti. Lo mejor, su autobiografía profesional desde 1999: “Las primeras tres temporadas en el Mapei: 40 corredores, 15 líderes, siempre había que trabajar para alguien. Y me perdí, porque cuando trabajas para alguien, pierdes la costumbre de ir delante con los mejores, de pensar en la victoria, de intentar ganar, de triunfar. Un año en Fassa Bortolo echado a perder por cuestiones de carácter. Reencontré el placer de ganar en el Giro de Toscana de 2003 y no me he movido del equipo”. Por supuesto, los problemas de carácter no empezaron con Ferreti, ya venían de cuando era una estrellita en el Mapei con grandes ambiciones y oportunidades, a pesar de lo que pueda decir. En todo caso, bravo por el escueto ejercicio de autorreflexión.
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Victoria al puestómetro de Ricardo Serrano en la Vuelta a Rioja. Considerando la trayectoria del chaval y que Efimkim y R.Plaza le escoltaron en el podio, gran espaldarazo para él mismo y para el Kaiku.
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21 abril, 2006
Si Valverde llega a Ans....
...con los favoritos ganará la L-B-L. El talento murciano tiene a su alcance una carrera que hace una semana parecía imposible. El lamentable espectáculo del final de la Amstel (“se descuidó un poco con la comida”, según Unzué) ha sido olvidado por la impresionante demostración en Huy, donde a pesar de empezar muy retrasado la subida, fue capaz de remontar a todos e imprimir un cambio de ritmo cuando Kroon y Sánchez se pusieron a su rueda. Sin embargo, no va a ser nada fácil.
Para que Valverde pueda imponer su impresionante punta de velocidad (ganó el sprint restringido del Tour en la etapa de Gerardmer, por delante iban escapados Weening y Kloden) necesita que su equipo le deje indemne de cara a la última subida a Ans. Si lo consigue, la recta a meta es coser y cantar. Visto lo visto el miércoles, todos los demás equipos van a luchar para que no sea así. El primero de todos, el Liberty. Vinokourov disputará su primera carrera ProTour de la temporada y saldrá con el dorsal número 1. Además, su equipo necesita desesperadamente una victoria, o al menos brillar en un puesto que no sea a partir del quinto. Creo que el kazajo destrozará la prueba en todas y cada una de las subidas previas, y va a contar con la ayuda del incendiario Bettini, un artificiero especialista en prender la mecha, aunque sepa que no va a ganar.
La mayor incógnita de la carrera consiste en saber que estrategia llevará a cabo el CSC con su equipo de gala: Kroon, Schleck, Basso, Sastre y Voigt son corredores que pueden ganar, pero que también pueden anular cualquier escapada. No parece que a Rijs le guste llegar a los últimos metros con la carrera sin resolver, porque de esa manera ha perdido el Brabante con Kroon ante Freire y con el mismo corredor la Flecha, pero tampoco parece que Voigt esté en condiciones de repetir la cabalgada del año pasado. Otro equipo que está muy en forma es el T-Mobile con Wesseman, Sinkewitz, Ivanov y Kessler: defienden el título y necesitan tanto o más que el Liberty la victoria. Esperemos que sepan jugar mejor sus bazas que en las últimas carreras, donde han colocado a tres corredores entre los diez primeros, cuando es mucho mejor colocar uno primero. Y esta el Rabobank: Oscar Freire dió camino de Huy toda una exhibición durante 50 km, incluso cuando su compañero de fuga Moos fue reintegrado al pelotón. Sabe perfectamente que es la única opción que tiene como la carrera venga rota. Boogerd ya dió buenas muestras de sus ambiciones en la Amstel y ha llegado a pedir que Thomas Dekker vaya fugado para que le pueda echar una mano en el final. Malos tiempos para Oscar dentro de la luna de miel que vivía en el equipo naranja.
De Italia va a llegar fresco, pero quizás sin fondo suficiente, el fenómeno Cunego, ya noveno el año pasado. Sprinta y sube, ha ganado un Lombardía y tiene un instinto matador al nivel de los mejores, pero quizás la mayor esperanza transalpina sea Di Luca, con un Liquigas volcado en sus aspiraciones. El panorama italiano es pésimo, y corren un serio riesgo de quedarse sin una gran clásica en Bélgica, igual que en 2003. Ballan saldrá a intentar sumar puntos ProTour, y como es un corredor que nunca se rinde, a lo mejor lo consigue. A Samuel Sánchez se le supone la misma intención: acaba contrato y si consigue cerrar el ciclo de primavera como segundo en la Challenge de la UCI su caché se pondrá fácilmente en torno al medio millón de euros. Leukemans, Etxebarría, Contador, Perdiguero, Mayo, y la tripleta del Saunier (Gil, Marchante, Simoni) han hecho cosas interesantes en los últimos tiempos, pero será difícil que puedan dar la campanada. Hace una semana escribí, embargado por la emoción y olvidando que la historia juega en contra, que los españoles salían a ganar la Amstel. La decepción fue mayúscula, pero sólo hasta el miércoles. Las esperanzas siguen en pie para el domingo: que un nacional gane –ya va siendo hora- la carrera más antigua del pelotón. A esto me encomiendo para sacrificar una tarde de primavera ante la televisión, aunque la historia diga todo lo contrario.
***
Tercera etapa del Trentino para David Muñoz del Comunitat Valenciana, un corredor que es profesional porque es de Alicante. Es así de duro, pero es la verdad. Forma parte de la cuota étnica que muchos asocian al Euskaltel, pero que también es practicada por muchos otros equipos. En su exiguo bagaje se incluye una etapa de la Vuelta a Portugal en 2002 y nada más, ni siquiera un puesto destacado. Ayer se coló en la escapada del día y pudo imponer su sprint ante la legión de eslavos que compiten en Italia. En los favoritos, Rujano –que ha bajado de los Andes y ataca todos los días- se fue nada más empezar a subir el Carlo Magno pero un poderosísimo Lampre no tardó en reducirlo. Para hoy la conclusión.
Para que Valverde pueda imponer su impresionante punta de velocidad (ganó el sprint restringido del Tour en la etapa de Gerardmer, por delante iban escapados Weening y Kloden) necesita que su equipo le deje indemne de cara a la última subida a Ans. Si lo consigue, la recta a meta es coser y cantar. Visto lo visto el miércoles, todos los demás equipos van a luchar para que no sea así. El primero de todos, el Liberty. Vinokourov disputará su primera carrera ProTour de la temporada y saldrá con el dorsal número 1. Además, su equipo necesita desesperadamente una victoria, o al menos brillar en un puesto que no sea a partir del quinto. Creo que el kazajo destrozará la prueba en todas y cada una de las subidas previas, y va a contar con la ayuda del incendiario Bettini, un artificiero especialista en prender la mecha, aunque sepa que no va a ganar.
La mayor incógnita de la carrera consiste en saber que estrategia llevará a cabo el CSC con su equipo de gala: Kroon, Schleck, Basso, Sastre y Voigt son corredores que pueden ganar, pero que también pueden anular cualquier escapada. No parece que a Rijs le guste llegar a los últimos metros con la carrera sin resolver, porque de esa manera ha perdido el Brabante con Kroon ante Freire y con el mismo corredor la Flecha, pero tampoco parece que Voigt esté en condiciones de repetir la cabalgada del año pasado. Otro equipo que está muy en forma es el T-Mobile con Wesseman, Sinkewitz, Ivanov y Kessler: defienden el título y necesitan tanto o más que el Liberty la victoria. Esperemos que sepan jugar mejor sus bazas que en las últimas carreras, donde han colocado a tres corredores entre los diez primeros, cuando es mucho mejor colocar uno primero. Y esta el Rabobank: Oscar Freire dió camino de Huy toda una exhibición durante 50 km, incluso cuando su compañero de fuga Moos fue reintegrado al pelotón. Sabe perfectamente que es la única opción que tiene como la carrera venga rota. Boogerd ya dió buenas muestras de sus ambiciones en la Amstel y ha llegado a pedir que Thomas Dekker vaya fugado para que le pueda echar una mano en el final. Malos tiempos para Oscar dentro de la luna de miel que vivía en el equipo naranja.
De Italia va a llegar fresco, pero quizás sin fondo suficiente, el fenómeno Cunego, ya noveno el año pasado. Sprinta y sube, ha ganado un Lombardía y tiene un instinto matador al nivel de los mejores, pero quizás la mayor esperanza transalpina sea Di Luca, con un Liquigas volcado en sus aspiraciones. El panorama italiano es pésimo, y corren un serio riesgo de quedarse sin una gran clásica en Bélgica, igual que en 2003. Ballan saldrá a intentar sumar puntos ProTour, y como es un corredor que nunca se rinde, a lo mejor lo consigue. A Samuel Sánchez se le supone la misma intención: acaba contrato y si consigue cerrar el ciclo de primavera como segundo en la Challenge de la UCI su caché se pondrá fácilmente en torno al medio millón de euros. Leukemans, Etxebarría, Contador, Perdiguero, Mayo, y la tripleta del Saunier (Gil, Marchante, Simoni) han hecho cosas interesantes en los últimos tiempos, pero será difícil que puedan dar la campanada. Hace una semana escribí, embargado por la emoción y olvidando que la historia juega en contra, que los españoles salían a ganar la Amstel. La decepción fue mayúscula, pero sólo hasta el miércoles. Las esperanzas siguen en pie para el domingo: que un nacional gane –ya va siendo hora- la carrera más antigua del pelotón. A esto me encomiendo para sacrificar una tarde de primavera ante la televisión, aunque la historia diga todo lo contrario.
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Tercera etapa del Trentino para David Muñoz del Comunitat Valenciana, un corredor que es profesional porque es de Alicante. Es así de duro, pero es la verdad. Forma parte de la cuota étnica que muchos asocian al Euskaltel, pero que también es practicada por muchos otros equipos. En su exiguo bagaje se incluye una etapa de la Vuelta a Portugal en 2002 y nada más, ni siquiera un puesto destacado. Ayer se coló en la escapada del día y pudo imponer su sprint ante la legión de eslavos que compiten en Italia. En los favoritos, Rujano –que ha bajado de los Andes y ataca todos los días- se fue nada más empezar a subir el Carlo Magno pero un poderosísimo Lampre no tardó en reducirlo. Para hoy la conclusión.
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20 abril, 2006
Valverde pasa de la teoría a la práctica
Eran muchos los que, apoyándose en los dos subcampeonatos mundiales y en sus obvias cualidades como corredor, apostaban porque Valverde ganaría algún día una gran clásica. Pasar de la teoría a la práctica nunca es fácil, y se cuentan por cientos los que se han quedado por el camino. Ayer, sin embargo, el fenómeno de Puerto Lumbreras traspasó su última frontera, ganando de manera autoritaria la Flecha Valona, cuarta victoria española de todos los tiempos en tierras belgas.
Nada hacía presagiar el resultado. El domingo había ofrecido una imagen tristísima en la Amstel, coronando las subidas por la parte de atrás del grupo perseguidor, el maillot totalmente abierto, boqueando y sufriendo. Nada, salvo el enorme talento del corredor de Caisse d´Eparge. No era la primera vez que Valverde -siempre en la terna de favoritos para estas carreras sin haber obtenido ningún resultado entre los diez primeros- se caía en los pronósticos y en las expectativas de sus muchos devotos. El año pasado se presentó en las mismas condiciones (grupo compacto antes de la última subida a Huy) y acabó en la posición 40º. Este año se ha aprovechado de las energías desperdiciadas por Bettini, ha ido a rueda muy cómodo y en la cuesta final le ha bastado con batir al sprint a Samuel, Kroon y Schleck, con ese sprint maravilloso que sigue siendo su mejor arma. Bastaba observar el momento justo en que la carretera se empinaba y comprender que era el Valverde de las mejores ocasiones. A cien metros para meta ya miraba para atrás calculando la distancia adecuada para levantar los brazos en ese estilo característico de Cristo penitente.Ni la acción combinada de los dos corredores del CSC, en superforma y muy bien dirigidos, ni la posible sorpresa del corredor del Euskaltel (uno de los fenómenos de la primavera) cabían en los pronósticos: cuando la carrera viene así, Valverde tiene un instinto ganador insuperable. Imbatible.
Y venía así por voluntad del Liquigas y el Quick Step, que neutralizaron una peligrosísima y duradera escapada de Alexandre Moos (mirando a Romandía) y Oscar Freire, escapados durante casi cincuenta km. pero nunca con más de un minuto y medio de ventaja. No era el juego del gato y el ratón, era simplemente que no los podían coger. El tricampeón mundial ha hecho una demostración de fuerza y poderío en una escapada de las que no suele prodigar: a vuela pluma recuerdo una en Lombardía 99 y otra en una San Remo, y muy poco más. Quizás sea la evolución que le espera como corredor si empezamos a asumir que ha perdido velocidad y le falta chispa en la montaña, pero aún es pronto para confirmarlo. Poco antes de la subida final hubo un ataque de Leukemans, ya protagonista en Amstel antes de sufrir una avería mecánica, y después uno combinado de Astarloa y Koldo Gil en las primeras rampas. Si a esto añadimos que Arrieta fue escapado durante los primeros cien km., el protagonismo español ha sido absoluto.
Quedará para otros corredores la empresa de saltar en la primera rampa y presentarse en solitario, que son los que se merecen habitualmente el adjetivo “autoritario”, pero el sprint de Valverde se merece los mismos elogios. Tras haber batido a Armstrong en el sprint en subida de una etapa del Tour de Francia (único corredor en siete años) y doblegar ayer a S. Sánchez y Di Luca (sexto en meta, a base de clase) es, sin lugar a dudas, el mejor “uphill finisher” del pelotón, una cualidad innata con la que muchos le reclamábamos victorias de este tipo. Bastaba que se lo creyese, y ojalá este importante triunfo sirva para desbloquear a un corredor al que le sale la clase por los cuatro costados. Valverde tiene el Tour en la cabeza: también lo tenía Pedro Delgado y en esta carrera sólo pudo ser quinto en 1992; y que decir de Indurain, cuarto (tercero tras la descalificación por doping de Theunisse) en la prueba en el lejano 1990. No está escrito que el murciano consiga la Grande Boucle, pero ya ha llegado donde muchos, muchísimos, no han llegado.
Sólo Astarloa en 2003, y fue tras una escapada donde también batió a un español, a Aitor Osa. Esta vez ha sido derrotado S. Sánchez, un corredor que ya había cosechado puestos de honor en Lieja. Y esa es otra anomalía de Valverde: ha ganado sin tiros al palo, sin aproximaciones previas, sin un “casi” de los que aumentan la ansiedad y las ganas de hacer propia una prueba. Obsérvese el caso de D. Etxebarría, ayer séptimo en meta en su enésimo puesto entre los diez primeros en las Ardenas. Es la diferencia entre un buen corredor y un fuera de serie, uno que se presenta y aprovecha las circunstancias de carrera para obtener una joya en su palmarés –su mejor victoria hasta la fecha-, y sin quitar ningún mérito al vizcaíno tamaño bolsillo con una continuidad que para sí la quisieran el 90% de los profesionales belgas. Quinto Sinkewitz, repitiendo puesto y prestaciones de la Amstel, sexto Di Luca que se la jugará en Lieja, séptimo el mencionado Etxebarría (siempre al rescate del Liberty) y octavo Koldo Gil, en su primer destello de la temporada que le tiene que confirmar entre la clase alta del pelotón. Bettini, destrozado y sin energías -empleadas en limpiar el grupo de la nata en los km. previos- sólo 12º en meta, mejorando su mejor posición histórica en la carrera, un paupérrimo 18º de hace unos años. El Quick Step le ha puesto un equipo para las Ardenas donde los mejores corredores son Tankink y Gárate. Y este año acaba contrato con un equipo donde están Pozzato, Boonen y Nuyens.
Estos tres corredores han ganado grandes clásicas esta temporada. También Gilbert, Cancellara, Ballan, Schleck y Valverde. ¿Su denominador común? Ninguno supera los 26 años. La nueva generación ha irrumpido este año como un maremoto y ha arrasado en casi todas las carreras, salvo el Wevelgem de Hushovd (28 años) y el Brabante de Freire (30). Sin saber lo que va a suceder en Lieja –donde Valverde será la rueda a seguir-, los veteranos van a tener que contraatacar si no quieren pasar a la jubilación antes de tiempo.
***
Cunego gana la segunda etapa del Trentino en su cuarta victoria de la temporada, cifras de sprinter. Además, consigue el liderato y bate en meta a Simoni, anteayer fuera de juego en el final por un enganchón en el último puerto. Se acerca el Giro y ya está a punto el principal ingrediente, los corredores. A la espera de que el Euskaltel tome una decisión valiente y sabia, destacar que Iban Mayo fue ayer 18º en la Flecha Valona.
***
Boogerd prefirió hacer un largo entrenamiento en vez de competir en la Flecha Valona. El domingo se había mofado de los corredores españoles (ver suelto en el post del martes), singularmente de Valverde, que brillan en el País Vasco para después desaparecer en Bélgica. Para el corredor todo dientes vale el mismo comentario que para David Etxebarría.
Nada hacía presagiar el resultado. El domingo había ofrecido una imagen tristísima en la Amstel, coronando las subidas por la parte de atrás del grupo perseguidor, el maillot totalmente abierto, boqueando y sufriendo. Nada, salvo el enorme talento del corredor de Caisse d´Eparge. No era la primera vez que Valverde -siempre en la terna de favoritos para estas carreras sin haber obtenido ningún resultado entre los diez primeros- se caía en los pronósticos y en las expectativas de sus muchos devotos. El año pasado se presentó en las mismas condiciones (grupo compacto antes de la última subida a Huy) y acabó en la posición 40º. Este año se ha aprovechado de las energías desperdiciadas por Bettini, ha ido a rueda muy cómodo y en la cuesta final le ha bastado con batir al sprint a Samuel, Kroon y Schleck, con ese sprint maravilloso que sigue siendo su mejor arma. Bastaba observar el momento justo en que la carretera se empinaba y comprender que era el Valverde de las mejores ocasiones. A cien metros para meta ya miraba para atrás calculando la distancia adecuada para levantar los brazos en ese estilo característico de Cristo penitente.Ni la acción combinada de los dos corredores del CSC, en superforma y muy bien dirigidos, ni la posible sorpresa del corredor del Euskaltel (uno de los fenómenos de la primavera) cabían en los pronósticos: cuando la carrera viene así, Valverde tiene un instinto ganador insuperable. Imbatible.
Y venía así por voluntad del Liquigas y el Quick Step, que neutralizaron una peligrosísima y duradera escapada de Alexandre Moos (mirando a Romandía) y Oscar Freire, escapados durante casi cincuenta km. pero nunca con más de un minuto y medio de ventaja. No era el juego del gato y el ratón, era simplemente que no los podían coger. El tricampeón mundial ha hecho una demostración de fuerza y poderío en una escapada de las que no suele prodigar: a vuela pluma recuerdo una en Lombardía 99 y otra en una San Remo, y muy poco más. Quizás sea la evolución que le espera como corredor si empezamos a asumir que ha perdido velocidad y le falta chispa en la montaña, pero aún es pronto para confirmarlo. Poco antes de la subida final hubo un ataque de Leukemans, ya protagonista en Amstel antes de sufrir una avería mecánica, y después uno combinado de Astarloa y Koldo Gil en las primeras rampas. Si a esto añadimos que Arrieta fue escapado durante los primeros cien km., el protagonismo español ha sido absoluto.
Quedará para otros corredores la empresa de saltar en la primera rampa y presentarse en solitario, que son los que se merecen habitualmente el adjetivo “autoritario”, pero el sprint de Valverde se merece los mismos elogios. Tras haber batido a Armstrong en el sprint en subida de una etapa del Tour de Francia (único corredor en siete años) y doblegar ayer a S. Sánchez y Di Luca (sexto en meta, a base de clase) es, sin lugar a dudas, el mejor “uphill finisher” del pelotón, una cualidad innata con la que muchos le reclamábamos victorias de este tipo. Bastaba que se lo creyese, y ojalá este importante triunfo sirva para desbloquear a un corredor al que le sale la clase por los cuatro costados. Valverde tiene el Tour en la cabeza: también lo tenía Pedro Delgado y en esta carrera sólo pudo ser quinto en 1992; y que decir de Indurain, cuarto (tercero tras la descalificación por doping de Theunisse) en la prueba en el lejano 1990. No está escrito que el murciano consiga la Grande Boucle, pero ya ha llegado donde muchos, muchísimos, no han llegado.
Sólo Astarloa en 2003, y fue tras una escapada donde también batió a un español, a Aitor Osa. Esta vez ha sido derrotado S. Sánchez, un corredor que ya había cosechado puestos de honor en Lieja. Y esa es otra anomalía de Valverde: ha ganado sin tiros al palo, sin aproximaciones previas, sin un “casi” de los que aumentan la ansiedad y las ganas de hacer propia una prueba. Obsérvese el caso de D. Etxebarría, ayer séptimo en meta en su enésimo puesto entre los diez primeros en las Ardenas. Es la diferencia entre un buen corredor y un fuera de serie, uno que se presenta y aprovecha las circunstancias de carrera para obtener una joya en su palmarés –su mejor victoria hasta la fecha-, y sin quitar ningún mérito al vizcaíno tamaño bolsillo con una continuidad que para sí la quisieran el 90% de los profesionales belgas. Quinto Sinkewitz, repitiendo puesto y prestaciones de la Amstel, sexto Di Luca que se la jugará en Lieja, séptimo el mencionado Etxebarría (siempre al rescate del Liberty) y octavo Koldo Gil, en su primer destello de la temporada que le tiene que confirmar entre la clase alta del pelotón. Bettini, destrozado y sin energías -empleadas en limpiar el grupo de la nata en los km. previos- sólo 12º en meta, mejorando su mejor posición histórica en la carrera, un paupérrimo 18º de hace unos años. El Quick Step le ha puesto un equipo para las Ardenas donde los mejores corredores son Tankink y Gárate. Y este año acaba contrato con un equipo donde están Pozzato, Boonen y Nuyens.
Estos tres corredores han ganado grandes clásicas esta temporada. También Gilbert, Cancellara, Ballan, Schleck y Valverde. ¿Su denominador común? Ninguno supera los 26 años. La nueva generación ha irrumpido este año como un maremoto y ha arrasado en casi todas las carreras, salvo el Wevelgem de Hushovd (28 años) y el Brabante de Freire (30). Sin saber lo que va a suceder en Lieja –donde Valverde será la rueda a seguir-, los veteranos van a tener que contraatacar si no quieren pasar a la jubilación antes de tiempo.
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Cunego gana la segunda etapa del Trentino en su cuarta victoria de la temporada, cifras de sprinter. Además, consigue el liderato y bate en meta a Simoni, anteayer fuera de juego en el final por un enganchón en el último puerto. Se acerca el Giro y ya está a punto el principal ingrediente, los corredores. A la espera de que el Euskaltel tome una decisión valiente y sabia, destacar que Iban Mayo fue ayer 18º en la Flecha Valona.
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Boogerd prefirió hacer un largo entrenamiento en vez de competir en la Flecha Valona. El domingo se había mofado de los corredores españoles (ver suelto en el post del martes), singularmente de Valverde, que brillan en el País Vasco para después desaparecer en Bélgica. Para el corredor todo dientes vale el mismo comentario que para David Etxebarría.
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19 abril, 2006
En defensa de Ullrich
Ayer se armó cierto revuelo por unas declaraciones de Bjarne Rijs desde Dinamarca, un poco henchido por los magníficos resultados de su equipo, superando lesiones y escuadras que sobre el papel son superiores. “Creo que ya no tiene ganas de ser corredor, está desperdiciando todo su talento”. Antes de decir quien es el destinatario de estos piropos hay que recordar que el gigante danés siempre ha sido un hombre extremadamente cauto en sus declaraciones y que trata excepcionalmente a todos los ciclistas, a los que conoce muy bien gracias a que empezó a ejercer de manager/dirigente/director/gurú/ejemplo (el gregario que se convierte en campeón gracias al doping) mucho antes de dejar la bicicleta. Y es por esto que su salida de tono resulta todavía más rara.
Le tuvo como gregario en el Tour 96 y casi le gana la carrera. Al año siguiente fue Rijs el que volvió a su histórico de papel de gregario para que Jan Ullrich, el corredor destinado a marcar una época, ganase su único Tour. Desde entonces han tenido relaciones de tira y afloja, a las que no favoreció nada el desenlace del Tour 98, con Rijs de mamporrero de Leblanc/Dr.Ferrari para que la carrera no se fuese al traste y la orgía de EPO encarnada en Pantani llegase a París. Rijs siempre ha hablado de Ullrich como un padre habla de un hijo o un maestro de un discípulo, cuando no es ninguna de las dos cosas. Desde que es el director del CSC, el calvo de la media luna ha mimado con elogios a todos los corredores que le interesaban para el equipo, y Ullrich fue uno de ellos tras su desastroso 2002, cuando todavía no se había gestado el efímero Bianchi en torno a su figura. El alemán prefirió seguir con Pevenage, su director de toda la vida, y el CSC se centró primero en Hamilton y después en Basso como jefes de fila. Lo que ha dicho Rijs es verdad, pero es muy hipócrita por su parte.
Que Ullrich tiene medio pie fuera del mundo profesional no es ninguna novedad. Su absoluto descontrol con el peso todos los inviernos, sus brutales cargas de entrenamiento para hacer en dos meses todo lo que no se ha hecho durante el inverno –que le han dejado una rodilla maltrecha, como a Kloden- y, sobre todo, sus propias declaraciones sobre que el ciclismo ya no le interesa y que su única motivación es ganar otra vez el Tour lo confirman. No es la primera vez que lo quieren enterrar. Tras pasar en blanco la temporada 2002 -con sus pastillas de éxtasis, conduciendo borracho y demás cosas de crónica mundana- fueron muchos lo que empezaron a cincelar su lápida. Ullrich, que es mucho mejor corredor de lo que sus enemigos piensan, volvió a lo grande ganando en solitario su primera carrera del 2003, la Vuelta a Colonia ante todo el Telekom, muy interesado en que su hijo pródigo no brillase con su nuevo maillot del Bianchi. Aquel día el periodista semianalfabeto Jose Ramón de la Morena, tras escuchar las noticias breves que su sirviente lee a eso de la una y media de la madrugada, proclamó “bah, pero es en Alemania, seguro que se la han regalado”. Es el ciclismo que conoce este personaje, anclado en los años 80 y los mitos de esa época –Belda, Pino, Delgado-, en los criteriums (que si se regalan) y en un mundo que ya no existe, pero reflejo de una de las corrientes más extendidas en el mundo del deporte: cuestionar la valía de Ullrich.
Este año tenía previsto su debut en La Sarthe, como en 2005, pero no se pondrá el dorsal hasta el Tour de Romandía, una carrera dura-dura con todos los favoritos para el Giro dándose estopa: será un milagro si no abandona. Después, en teoría, tomará la salida en el Giro para preparar el Tour con kilómetros y competición, algo que ya hizo en 2001 hasta que tuvo que salir por piernas del hotel durante la redada de San Remo. Ojalá sea así, porque Ullrich es historia viva del ciclismo y uno de los corredores que más han dado a este deporte en los últimos años. El gran alemán está acostumbrado a dejar a los amantes de las pompas fúnebres sin trabajo. También le quisieron enterrar en 1999, tras perderse el Tour por una lesión de rodilla, y empezó la Vuelta ganando la brillante etapa de Ciudad Rodrigo, anticipo de su victoria final. Rijs tiene toda la razón, pero sus declaraciones pueden volverse en su contra como su querido Ivan Basso no suba el último escalón del podio a finales de julio.
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El bronce mundial Geslin gana la Paris-Camenbert con el desaparecido Gilbert tercero –sin duda, preparando sus queridas clásicas valonas- y el notable Mazzanti la primera etapa del Trentino, por delante del superdopado Ratti –uno de los Golden Boys del Mapei, pillado en los Tres Valles de Varese de 2002, cumplió dos años de sanción- y Cunego, que obtiene podio en todas las carreras en las que participa.
***
Hoy cita con la Flecha Valona, con todos los favoritos de la Amstel más algunos recién llegados como Di Luca, Sastre, Basso y Contador (ojo con el). En teoría, la carrera tendría que ir menos nerviosa que el pasado domingo en Holanda y los escaladores cuentan con más opciones que en el Cauberg. El muro de Huy se sube tres veces y lo importante es que no llegue nadie con ventaja a la base de la última ascensión; después, que gane el más fuerte.
Le tuvo como gregario en el Tour 96 y casi le gana la carrera. Al año siguiente fue Rijs el que volvió a su histórico de papel de gregario para que Jan Ullrich, el corredor destinado a marcar una época, ganase su único Tour. Desde entonces han tenido relaciones de tira y afloja, a las que no favoreció nada el desenlace del Tour 98, con Rijs de mamporrero de Leblanc/Dr.Ferrari para que la carrera no se fuese al traste y la orgía de EPO encarnada en Pantani llegase a París. Rijs siempre ha hablado de Ullrich como un padre habla de un hijo o un maestro de un discípulo, cuando no es ninguna de las dos cosas. Desde que es el director del CSC, el calvo de la media luna ha mimado con elogios a todos los corredores que le interesaban para el equipo, y Ullrich fue uno de ellos tras su desastroso 2002, cuando todavía no se había gestado el efímero Bianchi en torno a su figura. El alemán prefirió seguir con Pevenage, su director de toda la vida, y el CSC se centró primero en Hamilton y después en Basso como jefes de fila. Lo que ha dicho Rijs es verdad, pero es muy hipócrita por su parte.
Que Ullrich tiene medio pie fuera del mundo profesional no es ninguna novedad. Su absoluto descontrol con el peso todos los inviernos, sus brutales cargas de entrenamiento para hacer en dos meses todo lo que no se ha hecho durante el inverno –que le han dejado una rodilla maltrecha, como a Kloden- y, sobre todo, sus propias declaraciones sobre que el ciclismo ya no le interesa y que su única motivación es ganar otra vez el Tour lo confirman. No es la primera vez que lo quieren enterrar. Tras pasar en blanco la temporada 2002 -con sus pastillas de éxtasis, conduciendo borracho y demás cosas de crónica mundana- fueron muchos lo que empezaron a cincelar su lápida. Ullrich, que es mucho mejor corredor de lo que sus enemigos piensan, volvió a lo grande ganando en solitario su primera carrera del 2003, la Vuelta a Colonia ante todo el Telekom, muy interesado en que su hijo pródigo no brillase con su nuevo maillot del Bianchi. Aquel día el periodista semianalfabeto Jose Ramón de la Morena, tras escuchar las noticias breves que su sirviente lee a eso de la una y media de la madrugada, proclamó “bah, pero es en Alemania, seguro que se la han regalado”. Es el ciclismo que conoce este personaje, anclado en los años 80 y los mitos de esa época –Belda, Pino, Delgado-, en los criteriums (que si se regalan) y en un mundo que ya no existe, pero reflejo de una de las corrientes más extendidas en el mundo del deporte: cuestionar la valía de Ullrich.
Este año tenía previsto su debut en La Sarthe, como en 2005, pero no se pondrá el dorsal hasta el Tour de Romandía, una carrera dura-dura con todos los favoritos para el Giro dándose estopa: será un milagro si no abandona. Después, en teoría, tomará la salida en el Giro para preparar el Tour con kilómetros y competición, algo que ya hizo en 2001 hasta que tuvo que salir por piernas del hotel durante la redada de San Remo. Ojalá sea así, porque Ullrich es historia viva del ciclismo y uno de los corredores que más han dado a este deporte en los últimos años. El gran alemán está acostumbrado a dejar a los amantes de las pompas fúnebres sin trabajo. También le quisieron enterrar en 1999, tras perderse el Tour por una lesión de rodilla, y empezó la Vuelta ganando la brillante etapa de Ciudad Rodrigo, anticipo de su victoria final. Rijs tiene toda la razón, pero sus declaraciones pueden volverse en su contra como su querido Ivan Basso no suba el último escalón del podio a finales de julio.
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El bronce mundial Geslin gana la Paris-Camenbert con el desaparecido Gilbert tercero –sin duda, preparando sus queridas clásicas valonas- y el notable Mazzanti la primera etapa del Trentino, por delante del superdopado Ratti –uno de los Golden Boys del Mapei, pillado en los Tres Valles de Varese de 2002, cumplió dos años de sanción- y Cunego, que obtiene podio en todas las carreras en las que participa.
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Hoy cita con la Flecha Valona, con todos los favoritos de la Amstel más algunos recién llegados como Di Luca, Sastre, Basso y Contador (ojo con el). En teoría, la carrera tendría que ir menos nerviosa que el pasado domingo en Holanda y los escaladores cuentan con más opciones que en el Cauberg. El muro de Huy se sube tres veces y lo importante es que no llegue nadie con ventaja a la base de la última ascensión; después, que gane el más fuerte.
18 abril, 2006
La lenta decadencia del T-Mobile
Que el equipo alemán colase tres corredores entre los diez primeros de la pasada Amstel Gold Race es sólo un espejismo que a duras penas camufla la triste realidad de la que fue una auténtica armada magenta que arrasaba de febrero a octubre. El T-Mobile ha ganado esta temporada dos etapas de la Vuelta a California con Olaf Pollack, un triste bagaje que aún así es mejor que el año pasado, cuando tuvo que ser Vinokourov y su triunfo en Lieja los que rompiesen el hielo. Su participación en carreras de prestigio como Paris-Niza, Milán San Remo y Tirreno-Adriático ha sido testimonial, muy lejos de las expectativas de uno de los equipos con mayor presupuesto del mundo, además de uno de los más veteranos (desde 1992). Ya ni ganan en sus viveros tradicionales: la Vuelta a Colonia de ayer fue para Knees del Millran, por delante de Kopp del Gerolsteiner y los prometedores jóvenes del Rabobank Reus y Gesink. El primer T-Mobile fue el irregular Korff, quinto a 1´48” en una carrera de un día.
Todos los corredores que han pasado por la formación alemana han destacado su profesional y medios, pero su desafortunada política de fichajes en los últimos años y la mala maduración de muchos de sus corredores mimados desde amateurs ha llevado al equipo a una situación de bloqueo. A la ya conocida historia de los fichajes de 2003 (Savoldelli, Aerts, Evans, Botero) que en dos años en el equipo sólo consiguieron lesiones y decepciones hay que añadir la extraña apuesta por aquel italiano vago que era Sgambelluri o el evidente hecho de que Nardello, aparte de la victoria en Zurich en 2003, ha conseguido y aportado bien poco. Como Ivanov, aquella flecha en el Fassa ganaba etapas en el Tour y casi la Amstel del 2002. La situación para esta temporada no ha mejorado mucho: Bernucci y Ludewig han pasado en el furgón de cola las clásicas del norte, Rogers abandona en carreras de un día en Francia, Gontchar irá al equipo del Tour con 36 años, Mazzoleni otro que tal y Kirchen, que el año pasado volaba por estas fechas, vive una existencia penosa entre el abandono y el grupo de sprinters. El único que se salva un poco es Sinkewitz, a la espera de saber si puede canalizar su talento en victorias.
Al final, quien saca las castañas del fuego en la escuadra alemana es el grupo veterano: Wesseman, Ullrich y la pasada temporada Zabel y Vinokourov, que ya no podrán aportar nada más. En todo caso, la situación más alarmante viene propiciada por la nula contribución de los corredores mimados durante años en su vivero: Klier y Kessler tienen sus carreras estancandas desde hace varias temporadas, Kloden es el corredor más lagunar del pelotón y el que mejor ha explotado una buena temporada (el 2000, y también el mes de julio de 2004) y Schreck y Schmitz a duras penas dan un destello en una semiclásica para disolverse en la citas importantes. Un panorama desolador y que se viene generando desde hace varias temporadas. Para el futuro, y considerando los abundantes corredores nacidos a partir del año 1980 presentes en el T-Mobile, la situación no es mejor: Baumann, Burghardt, Gerdermann (fichado polémicamente desde el CSC), Gilling, Greipel, Kohl, Rabon y Ziegler han conseguido bien poco cuando sus coétanos ya están ganando carreras importantes. Y Godeefrot-Pevenage-Piva rezando para que San Jan Ullrich les vuelva a dar una plaza de podio en el Tour de Francia.
***
Boogerd, sobre la Amstel: tras echar la culpa al T-Mobile por no tumbar la escapada de Schleck –con toda la razón- y al resto del pelotón con cargar al Rabobank con el peso de la carrera –corren en casa, es lo normal y pasa todos los años: una lamentela inexcusable-, lanza una dura puya: “Me sorprendió que Freire no estuviese en el grupo cabecero porque estaba muy fuerte en el País Vasco; Valverde también iba muy bien en la misma carrera y tampoco estaba con los de delante. Por lo que parece, la forma de correr aquí es un poco diferente. Ha sido una carrera muy extraña para mí porque estaba constreñido por la táctica del equipo”.
***
Kolesnikov. Este ruso de 20 años está arrasando en el circuito amateur francés y, por razones imposibles de comprender, también participa en carreras profesionales. Y las gana. Tras la carrera de un día Loire-Atlantique, el domingo metió al zurrón el Tour de Finisterre, ganando al campeón de Francia Fedrigo.
Todos los corredores que han pasado por la formación alemana han destacado su profesional y medios, pero su desafortunada política de fichajes en los últimos años y la mala maduración de muchos de sus corredores mimados desde amateurs ha llevado al equipo a una situación de bloqueo. A la ya conocida historia de los fichajes de 2003 (Savoldelli, Aerts, Evans, Botero) que en dos años en el equipo sólo consiguieron lesiones y decepciones hay que añadir la extraña apuesta por aquel italiano vago que era Sgambelluri o el evidente hecho de que Nardello, aparte de la victoria en Zurich en 2003, ha conseguido y aportado bien poco. Como Ivanov, aquella flecha en el Fassa ganaba etapas en el Tour y casi la Amstel del 2002. La situación para esta temporada no ha mejorado mucho: Bernucci y Ludewig han pasado en el furgón de cola las clásicas del norte, Rogers abandona en carreras de un día en Francia, Gontchar irá al equipo del Tour con 36 años, Mazzoleni otro que tal y Kirchen, que el año pasado volaba por estas fechas, vive una existencia penosa entre el abandono y el grupo de sprinters. El único que se salva un poco es Sinkewitz, a la espera de saber si puede canalizar su talento en victorias.
Al final, quien saca las castañas del fuego en la escuadra alemana es el grupo veterano: Wesseman, Ullrich y la pasada temporada Zabel y Vinokourov, que ya no podrán aportar nada más. En todo caso, la situación más alarmante viene propiciada por la nula contribución de los corredores mimados durante años en su vivero: Klier y Kessler tienen sus carreras estancandas desde hace varias temporadas, Kloden es el corredor más lagunar del pelotón y el que mejor ha explotado una buena temporada (el 2000, y también el mes de julio de 2004) y Schreck y Schmitz a duras penas dan un destello en una semiclásica para disolverse en la citas importantes. Un panorama desolador y que se viene generando desde hace varias temporadas. Para el futuro, y considerando los abundantes corredores nacidos a partir del año 1980 presentes en el T-Mobile, la situación no es mejor: Baumann, Burghardt, Gerdermann (fichado polémicamente desde el CSC), Gilling, Greipel, Kohl, Rabon y Ziegler han conseguido bien poco cuando sus coétanos ya están ganando carreras importantes. Y Godeefrot-Pevenage-Piva rezando para que San Jan Ullrich les vuelva a dar una plaza de podio en el Tour de Francia.
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Boogerd, sobre la Amstel: tras echar la culpa al T-Mobile por no tumbar la escapada de Schleck –con toda la razón- y al resto del pelotón con cargar al Rabobank con el peso de la carrera –corren en casa, es lo normal y pasa todos los años: una lamentela inexcusable-, lanza una dura puya: “Me sorprendió que Freire no estuviese en el grupo cabecero porque estaba muy fuerte en el País Vasco; Valverde también iba muy bien en la misma carrera y tampoco estaba con los de delante. Por lo que parece, la forma de correr aquí es un poco diferente. Ha sido una carrera muy extraña para mí porque estaba constreñido por la táctica del equipo”.
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Kolesnikov. Este ruso de 20 años está arrasando en el circuito amateur francés y, por razones imposibles de comprender, también participa en carreras profesionales. Y las gana. Tras la carrera de un día Loire-Atlantique, el domingo metió al zurrón el Tour de Finisterre, ganando al campeón de Francia Fedrigo.
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16 abril, 2006
Llegó la hora de Schleck
Es uno de los jóvenes más prometedores del pelotón (el sábado cumplió 26 años), pero también uno de los que más ha tardado en romper el historial de victorias. Salvo el campeonato nacional, que viniendo de un país como Luxemburgo es un pierdepaga con Kirchen, el joven Frank tenía un palmarés virgen lleno de buenas expectativas: acabó el 2005 como una moto, tras ser segundo en Zurich, segundo en Emilia y tercero en Lombardía. Esta temporada la empezó entonado con su quinto puesto en Paris-Niza, pero una brutal caída en el País Vasco –cuando estaba luchando por la general- casi le pone fuera de la circulación. Su casco quedo pulverizado en la tercera etapa, pero el corredor del CSC se volvió a subir a la bicicleta. Parecía que estaba bien hasta que le preguntó a un compañero que dónde estaban y que carrera estaban disputando. Obligado a abandonar la carrera en contra de su voluntad, no contaba en la terna de favoritos a expensas de saber como se había recuperado de la caída, pero ahora ya puede empezar a construir su palmarés en torno a su gran victoria en la Amstel Gold Race.
Esta año no hubo niebla y el público pudo disfrutar de una carrera preciosa por unos paisajes de ensueño. A falta de 50 km. el grupo viajaba compacto hasta que un ataque de Wesseman viene secundado por Astarloa y Kroon. Tres importantes galgos que podían poner fuera de juego la carrera, pero no fue así: el alemán se quedó solo a las primeras de cambio y así permaneció durante gran parte de la carrera. El más fuerte de la misma, sin quitar ningún mérito a Schleck. Con su estilo compacto y su baja estatura, el corredor del T-Mobile nacionalizado suizo devoraba el llano y subía a bloque las insidiosas asperidades del terreno. Por detrás, el Rabobank quemaba unidades: Poosthuma. Erik Dekker, Thomas Dekker y Flecha, que antes de descolgarse estuvo escapado, cómo no. Bettini iba muy bien y estaba muy claro que la iba a montar. Un par de estirones previos y, en un contraataque, se va por delante y consigue alcanzar a Wesseman. Los dos duran poco tiempo y son alcanzados por Boogerd, Rebellin, Schumacher, Ivanov, Sinkewitz, Kroon, Schleck y Perdiguero. Entre ellos se jugarán la carrera, aunque nadie lo podía prever: el grupo principal fue durante mucho tiempo pegado, pegadito a los fugados, pero sin llegar a integrarse en ningún momento. En este grupo iba Freire, que en los pocos planos ofrecidos no iba nada fino, Valverde como un cicloturista (el maillot abierto, boqueando…¡qué figura!), Samuel Sánchez sufriendo, Ballan (brillante 12º en meta, pedazo de corredor) y Gómez Marchante. Los españoles esperados, pero por detrás.
Gran parte de la culpa de que no recuperasen tiempo la tuvo la moto, que fue abriendo vergonzosamente el camino a los escapados. ¿La razón? Boogerd iba entre ellos. Y Boogerd es Dios en la Amstel Gold Race. El momento más escabroso se vivió cuando se produjo el ataque de Schleck, en la penúltima subida. Ganó rápidamente terreno, y los de la moto desesperados: abrían el camino a los tres T-Mobile implicados en la persecución con tal de ver a su ídolo naranja con opciones de ganar la carrera. Ivanov, el ruso afincado en Bélgica que iba para figura y que sólo figura en abril; Sinkewitz, uno de los fichajes estrella del equipo telefónico para esta temporada; y Wesseman, que viendo que esto no va vuelve a atacar. Y comienza el espectáculo vergonzoso de Boogerd. Sale a neutralizar al alemán, después –asegurándose que le vean las cámaras- se comunica con su director, Breukink. Después mira para detrás y ve que el grupo esta cerca, gesticula a las cámaras diciendo que no puede colaborar, que su jefe –Freire, se supone- está por detrás. Kroon, mientras tanto, desesperado como Gutiérrez en la San Remo, al ver como las motos ayudan a que se pueda neutralizar a su compañero fugado. Perdón, como Gutiérrez no, mucho más moderado: al fin y al cabo es holandés y estuvo a sueldo del Rabobank toda su vida deportiva hasta esta temporada. Pobre Boogerd, neutralizado en su carrera.
Mientras tanto, Schleck mantiene su distancia y vuela hacia la victoria. Wesseman no se rinde y vuelve a atacar, se va sólo con una facilidad pasmosa. Aunque la cámara intenta vender la subida al Cauberg como un duelo entre los dos, no hay color. Ambos defienden muy bien sus diferencias y el luxemburgués tiene tiempo de llorar camino de meta, mientras se agarra el casco en gesto de “no me lo puedo creer”, completamente justificado. Wesseman logra un meritorio segundo puesto que no hace honor a sus esfuerzos –también se metió un buen tute en la Roubaix- y tercero…tercero, cómo no, Boogerd. Que entra en meta negando con la cabeza –tengo ganas de leer lo que declara, escribo este post justo al acabar la carrera- lamentándose públicamente para que le vean las cámaras. Dos energúmenos de la organización pierden los papeles animándole como hoooligans delante de las motos, a 100 m. de meta. Y es una carrera ProTour. Qué vergüenza. Negando con la cabeza, cómo dando a entender que hubiese ganado de no ir neutralizado, cuando a duras penas pudo seguir a Bettini en las subidas previas, y que seguramente pudo imponerse en el grupo de fugados porque fue ahorrando energías por su neutralización forzada. Él sabrá, pero está claro que es el Ullrich de la Amstel: siete veces en el podio, sólo una como vencedor. Cuarto Kroon, quinto Sinkewitz, sexto Rebellin (empieza a caer en la clasificación de sus carreras preferidas), séptimo Perdiguero y octavo Bettini completamente fundido. El resto de corredores irá entrando uno por uno, en el mismo estado del italiano que gastó la pólvora antes de tiempo.
Este año la Amstel no ha sido como el año pasado, cuando todos se presentaron frescos como una lechuga a la subida final. Ha habido ataques y batalla desde 50 km. antes, quizás como nunca antes se había visto en la carrera, y los españoles han sido quienes lo han pagado más (en general, todos los que se lucieron en Pais Vasco). Salvo Wesseman y quizás el vencedor, la carrera ha destrozado a sus protagonistas. Se van a tener que recuperar muy bien de cara la cita del miércoles con la Flecha Valona y el domingo con la super Lieja-Bastogne-Lieja. Especialmente esta última: Vinokourov debuta en el ProTour y todos le conocemos. No va a esperar a la última subida. Quien quiera ganar la carrera va a tener que estar por delante desde muchos km. antes de meta.
Esta año no hubo niebla y el público pudo disfrutar de una carrera preciosa por unos paisajes de ensueño. A falta de 50 km. el grupo viajaba compacto hasta que un ataque de Wesseman viene secundado por Astarloa y Kroon. Tres importantes galgos que podían poner fuera de juego la carrera, pero no fue así: el alemán se quedó solo a las primeras de cambio y así permaneció durante gran parte de la carrera. El más fuerte de la misma, sin quitar ningún mérito a Schleck. Con su estilo compacto y su baja estatura, el corredor del T-Mobile nacionalizado suizo devoraba el llano y subía a bloque las insidiosas asperidades del terreno. Por detrás, el Rabobank quemaba unidades: Poosthuma. Erik Dekker, Thomas Dekker y Flecha, que antes de descolgarse estuvo escapado, cómo no. Bettini iba muy bien y estaba muy claro que la iba a montar. Un par de estirones previos y, en un contraataque, se va por delante y consigue alcanzar a Wesseman. Los dos duran poco tiempo y son alcanzados por Boogerd, Rebellin, Schumacher, Ivanov, Sinkewitz, Kroon, Schleck y Perdiguero. Entre ellos se jugarán la carrera, aunque nadie lo podía prever: el grupo principal fue durante mucho tiempo pegado, pegadito a los fugados, pero sin llegar a integrarse en ningún momento. En este grupo iba Freire, que en los pocos planos ofrecidos no iba nada fino, Valverde como un cicloturista (el maillot abierto, boqueando…¡qué figura!), Samuel Sánchez sufriendo, Ballan (brillante 12º en meta, pedazo de corredor) y Gómez Marchante. Los españoles esperados, pero por detrás.
Gran parte de la culpa de que no recuperasen tiempo la tuvo la moto, que fue abriendo vergonzosamente el camino a los escapados. ¿La razón? Boogerd iba entre ellos. Y Boogerd es Dios en la Amstel Gold Race. El momento más escabroso se vivió cuando se produjo el ataque de Schleck, en la penúltima subida. Ganó rápidamente terreno, y los de la moto desesperados: abrían el camino a los tres T-Mobile implicados en la persecución con tal de ver a su ídolo naranja con opciones de ganar la carrera. Ivanov, el ruso afincado en Bélgica que iba para figura y que sólo figura en abril; Sinkewitz, uno de los fichajes estrella del equipo telefónico para esta temporada; y Wesseman, que viendo que esto no va vuelve a atacar. Y comienza el espectáculo vergonzoso de Boogerd. Sale a neutralizar al alemán, después –asegurándose que le vean las cámaras- se comunica con su director, Breukink. Después mira para detrás y ve que el grupo esta cerca, gesticula a las cámaras diciendo que no puede colaborar, que su jefe –Freire, se supone- está por detrás. Kroon, mientras tanto, desesperado como Gutiérrez en la San Remo, al ver como las motos ayudan a que se pueda neutralizar a su compañero fugado. Perdón, como Gutiérrez no, mucho más moderado: al fin y al cabo es holandés y estuvo a sueldo del Rabobank toda su vida deportiva hasta esta temporada. Pobre Boogerd, neutralizado en su carrera.
Mientras tanto, Schleck mantiene su distancia y vuela hacia la victoria. Wesseman no se rinde y vuelve a atacar, se va sólo con una facilidad pasmosa. Aunque la cámara intenta vender la subida al Cauberg como un duelo entre los dos, no hay color. Ambos defienden muy bien sus diferencias y el luxemburgués tiene tiempo de llorar camino de meta, mientras se agarra el casco en gesto de “no me lo puedo creer”, completamente justificado. Wesseman logra un meritorio segundo puesto que no hace honor a sus esfuerzos –también se metió un buen tute en la Roubaix- y tercero…tercero, cómo no, Boogerd. Que entra en meta negando con la cabeza –tengo ganas de leer lo que declara, escribo este post justo al acabar la carrera- lamentándose públicamente para que le vean las cámaras. Dos energúmenos de la organización pierden los papeles animándole como hoooligans delante de las motos, a 100 m. de meta. Y es una carrera ProTour. Qué vergüenza. Negando con la cabeza, cómo dando a entender que hubiese ganado de no ir neutralizado, cuando a duras penas pudo seguir a Bettini en las subidas previas, y que seguramente pudo imponerse en el grupo de fugados porque fue ahorrando energías por su neutralización forzada. Él sabrá, pero está claro que es el Ullrich de la Amstel: siete veces en el podio, sólo una como vencedor. Cuarto Kroon, quinto Sinkewitz, sexto Rebellin (empieza a caer en la clasificación de sus carreras preferidas), séptimo Perdiguero y octavo Bettini completamente fundido. El resto de corredores irá entrando uno por uno, en el mismo estado del italiano que gastó la pólvora antes de tiempo.
Este año la Amstel no ha sido como el año pasado, cuando todos se presentaron frescos como una lechuga a la subida final. Ha habido ataques y batalla desde 50 km. antes, quizás como nunca antes se había visto en la carrera, y los españoles han sido quienes lo han pagado más (en general, todos los que se lucieron en Pais Vasco). Salvo Wesseman y quizás el vencedor, la carrera ha destrozado a sus protagonistas. Se van a tener que recuperar muy bien de cara la cita del miércoles con la Flecha Valona y el domingo con la super Lieja-Bastogne-Lieja. Especialmente esta última: Vinokourov debuta en el ProTour y todos le conocemos. No va a esperar a la última subida. Quien quiera ganar la carrera va a tener que estar por delante desde muchos km. antes de meta.
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14 abril, 2006
Con hambre de carrera
Una niebla espesa impidió disfrutar de la Amstel Gold Race el año pasado. Cuando nos dimos cuenta, los corredores estaban a punto de iniciar la subida final, y eran un tropel. Por encima de todos y de la multitud, Di Luca sacó su tremenda clase. Este año el italiano no repetirá, enfangado como está en su plan de salir a ganar el Giro. Ha vuelto a su papel de estrella y ha impuesto a su equipo ese plan. Mientras tanto, el Liquigas languidece en la cola de la clasificación ProTour, y eso que habían hecho adelantar la preparación a Garzelli. Su única baza para el domingo es Paolini, desaparecido desde su tercer puesto en San Remo. En la carrera italiana no contaba en ninguna apuesta porque venía de un anonimato similar, ¿por qué no pensar que puede repetir la jugada en la carrera holandesa?
Sobre todo, porque va a tener rivales muy difíciles. Es la primera clásica de asfalto y los grandes corredores de ruta se dejan ver siempre. Muchos de ellos tienen hambre de carrera, lo que siempre propicia un bonito espectáculo por el Limburgo holandés. El equipo anfitrión, el Rabobank, vive la carrera como una especie de campeonato del mundo particular. Su jefe de filas es Oscar Freire, que se presenta al 100% de su condición. A su servicio tiene a Boogerd, que conoce el podio de la carrera como Ullrich el del Tour de Francia, y que vive una espléndida vejez profesional como supergregario en su equipo de toda la vida. Por las propias características de Freire, los naranjas intentarán llevar la carrera controlada hasta el kilómetro final, donde el cántabro tendrá que lidiar con toda una suerte de enemigos. El primero de todos, Samuel Sánchez. No es broma. La forma en la que el asturiano se impuso en la meta de la tercera etapa del País Vasco, remontando desde detrás y casi picando segundos sobre gente como Rebellin, le situan como uno de los máximos favoritos. Se sabe mover decentemente en clásicas, al menos para llegar al último kilómetro, y en el sprint de Vitoria fue de los pocos que mantuvo el tipo ante el estratósferico Freire. Mucho ojo con él.
Un gran damnificado de esas dos llegadas fue Valverde. En la primera se le atragantó el 15% de pendiente, como le suele pasar, y perdió unos segundos vitales para la general; en la segunda fue cuarto, pero ya había batido a Freire en Irún. Por potencial, estado de forma y bla-bla-bla, Valverde siempre es uno de los favoritos, pero siempre se acaba cayendo de la lista. El Caisse d´Eparge se presenta con un equipo bastante en forma con Zaballa y Chente entre otros, que pueden dejar bien colocado al fenómeno murciano. Lo demás ya es cosa suya. Y está Perdiguero. El madrileño tendrá picado su orgullo por la eclosión de Contador y Marchante, que le ha quitado la primacía capitolina que llevaba decentemente desde hace años. En País Vasco demostró su buen hacer permaneciendo toda la carrera entre los diez primeros, y el año pasado consiguió un meritorio 5º puesto. El Phonak pone a su disposición un equipo muy decente (Moos, Jalabert, Elmiger) y seguro que logra un puesto de honor. En la misma línea se tiene que mover Astarloa, con el Barloworld volcado en él. En la llegada de Paglieta de la Tirreno, muy parecida a la Amstel, sólo fue superado por Freire. Ha tenido tiempo de preparar bien las carreras y le une una especial amistad personal con el organizador, seguro que brillará. ¿Y el resto?
Pues en el resto están Bettini, Kroon, Sinkewitz, Evans, Bertagnolli (un tapado), Weggman, Schumacher…(Rebellin tiene una fisura en la costilla. Tomará la salida, pero dan más confianza los dos alemanes del Gerolsteiner), todos corredores al mismo nivel de los españoles. He querido plantear el postear el post de esta manera. Hay cinco corredores nacionales con opciones de dar la campanada en una clásica, y no es ciencia-ficción. La evolución se ha logrado en cinco años y las potencias tradicionales de este tipo de eventos se tienen que empezar a dar cuenta. No puede ser que vuelva a pasar otro año de la campaña de las Ardenas y se vuelva con el zurrón vacío en las grandes citas. Está muy difícil (salvo en Roubaix, el Quick Step ha ganado las últimas cuatro grandes clásicas disputadas: Zurich, Lombardía, San Remo y Flandes) pero hay corredores con calidad suficiente para tratar de tú a tú con todos los citados, un poco a vuelapluma. Y si falta alguno, también falta por citar Colom, Etxebarría, Marchante….
***
“La gente no lo entiende. Les resulta muy difícil valorar lo difícil que es ganar una carrera ciclista. Ese es mi mayor problema. Hago que parezca fácil”. Tom Boonen, comentando su victoria por descontado en L´Escaut. Tiene toda la razón, con esos tintes de soberbía (de momento corroborada con los hechos) que le hacen tan peculiar. Ojito a esto: “Siempre que tomo por mi mismo la carrera y asumo mi responsabilidad, gano; siempre que me preocupo por otro corredor, pierdo”
Sobre todo, porque va a tener rivales muy difíciles. Es la primera clásica de asfalto y los grandes corredores de ruta se dejan ver siempre. Muchos de ellos tienen hambre de carrera, lo que siempre propicia un bonito espectáculo por el Limburgo holandés. El equipo anfitrión, el Rabobank, vive la carrera como una especie de campeonato del mundo particular. Su jefe de filas es Oscar Freire, que se presenta al 100% de su condición. A su servicio tiene a Boogerd, que conoce el podio de la carrera como Ullrich el del Tour de Francia, y que vive una espléndida vejez profesional como supergregario en su equipo de toda la vida. Por las propias características de Freire, los naranjas intentarán llevar la carrera controlada hasta el kilómetro final, donde el cántabro tendrá que lidiar con toda una suerte de enemigos. El primero de todos, Samuel Sánchez. No es broma. La forma en la que el asturiano se impuso en la meta de la tercera etapa del País Vasco, remontando desde detrás y casi picando segundos sobre gente como Rebellin, le situan como uno de los máximos favoritos. Se sabe mover decentemente en clásicas, al menos para llegar al último kilómetro, y en el sprint de Vitoria fue de los pocos que mantuvo el tipo ante el estratósferico Freire. Mucho ojo con él.
Un gran damnificado de esas dos llegadas fue Valverde. En la primera se le atragantó el 15% de pendiente, como le suele pasar, y perdió unos segundos vitales para la general; en la segunda fue cuarto, pero ya había batido a Freire en Irún. Por potencial, estado de forma y bla-bla-bla, Valverde siempre es uno de los favoritos, pero siempre se acaba cayendo de la lista. El Caisse d´Eparge se presenta con un equipo bastante en forma con Zaballa y Chente entre otros, que pueden dejar bien colocado al fenómeno murciano. Lo demás ya es cosa suya. Y está Perdiguero. El madrileño tendrá picado su orgullo por la eclosión de Contador y Marchante, que le ha quitado la primacía capitolina que llevaba decentemente desde hace años. En País Vasco demostró su buen hacer permaneciendo toda la carrera entre los diez primeros, y el año pasado consiguió un meritorio 5º puesto. El Phonak pone a su disposición un equipo muy decente (Moos, Jalabert, Elmiger) y seguro que logra un puesto de honor. En la misma línea se tiene que mover Astarloa, con el Barloworld volcado en él. En la llegada de Paglieta de la Tirreno, muy parecida a la Amstel, sólo fue superado por Freire. Ha tenido tiempo de preparar bien las carreras y le une una especial amistad personal con el organizador, seguro que brillará. ¿Y el resto?
Pues en el resto están Bettini, Kroon, Sinkewitz, Evans, Bertagnolli (un tapado), Weggman, Schumacher…(Rebellin tiene una fisura en la costilla. Tomará la salida, pero dan más confianza los dos alemanes del Gerolsteiner), todos corredores al mismo nivel de los españoles. He querido plantear el postear el post de esta manera. Hay cinco corredores nacionales con opciones de dar la campanada en una clásica, y no es ciencia-ficción. La evolución se ha logrado en cinco años y las potencias tradicionales de este tipo de eventos se tienen que empezar a dar cuenta. No puede ser que vuelva a pasar otro año de la campaña de las Ardenas y se vuelva con el zurrón vacío en las grandes citas. Está muy difícil (salvo en Roubaix, el Quick Step ha ganado las últimas cuatro grandes clásicas disputadas: Zurich, Lombardía, San Remo y Flandes) pero hay corredores con calidad suficiente para tratar de tú a tú con todos los citados, un poco a vuelapluma. Y si falta alguno, también falta por citar Colom, Etxebarría, Marchante….
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“La gente no lo entiende. Les resulta muy difícil valorar lo difícil que es ganar una carrera ciclista. Ese es mi mayor problema. Hago que parezca fácil”. Tom Boonen, comentando su victoria por descontado en L´Escaut. Tiene toda la razón, con esos tintes de soberbía (de momento corroborada con los hechos) que le hacen tan peculiar. Ojito a esto: “Siempre que tomo por mi mismo la carrera y asumo mi responsabilidad, gano; siempre que me preocupo por otro corredor, pierdo”
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13 abril, 2006
No existe la maldición arcoiris para Tom Boonen
El mejor corredor del momento cierra su primer ciclo de la temporada y lo hace como empezó: ganando. De Qatar a principios de febrero a la victoria de ayer en el GP L´Escaut hay dos meses y medio en los que el fenómeno belga ha ganado cuando y cómo ha querido, superando o igualando todos los registros de su increíble primavera del año pasado. La única pega es el segundo puesto en Roubaix, pero que no estropea el balance general. Volverá, si sigue los planes del año pasado, para el Tour de Picardía, a mitad de mayo, y después la Vuelta a Bélgica. Seguro que lo hace ganando.
Hace dos años Johann Museeuw pasó el testigo de líder y héroe de los flamencos a Tom Boonen en el GP L´Escaut, carrera que se disputa en los alrededores de Amberes, la ciudad símbolo del movimiento de Flandes. El viejo león, acosado por la edad y por los escándalos de doping de los que todavía tiene que rendir ante la justicia, también entregó al futuro campeón del mundo un rosario del Padre Pío. Todo muy ceremonial y lacrimógeno, que Boonen pagó ganando la carrera. Ayer repitió victoria convertido en el mejor corredor del mundo. Se preveía que Van Petegem iba a intentar algo para paliar la decepción de su descalificación en Roubaix, pero el veterano corredor se ha roto la clavícula (menuda plaga este año) en un estúpida caída en los primeros compases. Como casi siempre que está Boonen de por medio, daba igual: a falta de 62 km. para meta un grupo de 23 corredores circulaba con 5´40” sobre el pelotón…entre ellos, como no, el maillot arcoiris. Para no repetir los errores de Roubaix, estaba acompañado por ¡siete! compañeros del Quick Step.
A pesar de que también había corredores rápidos (Steegmans, Eeckhout, Cooke) la carrera no tenía color. El circuito final de tres vueltas hizo que el pelotón fuese expulsado de carrera, ante el riesgo de seguro de ser doblados. Algunos ataques (el vídeo con el FFWD puesto), y a falta de 7 km. Luis Pasamontes se va tras un Naturino escapado. El corredor asturiano transplantado a Madrid ya intentó unirse al grupo de Flecha y Freire en los km. finales de Brabante, sin mucho éxito. Al menos se deja ver y no se conforma con el dudoso orgullo de ser el primer español de la carrera, algo que tiene garantizado por el calendario que disputa su equipo, el Unibet.com. Cretskens, indicado como Boonen como el máximo favorito para Roubaix (sic), hace un supertrabajo para su equipo y su líder, tirando del grupo durante 40 km. Hay muy pocas opciones para cualquier fuga. El sprint es un treno que recuerda a los mejores tiempos del GB-MG para Cipollini: Knaven acelera, después Hulsmans y Weylandt (clase 84). El último impulso corresponde a De Jongh. Están ya tan cerca de meta que Boonen apenas tiene que pedalear en cabeza unos metros, y su lanzador entra segundo. Sexto en meta el prometedor campeón de Italia Gasparotto, que se ha perdido la primera parte de la temporada por una mononucleosis. El año pasado fue el primer neoprofesional en ganar una prueba ProTour (una etapa de la Volta) y después le birló el tricolor a Pozzato. Puede ser un gran corredor, al menos en la migajas que quiera dejar a los demás Tom Boonen. ¡Qué fenómeno!.
Hace dos años Johann Museeuw pasó el testigo de líder y héroe de los flamencos a Tom Boonen en el GP L´Escaut, carrera que se disputa en los alrededores de Amberes, la ciudad símbolo del movimiento de Flandes. El viejo león, acosado por la edad y por los escándalos de doping de los que todavía tiene que rendir ante la justicia, también entregó al futuro campeón del mundo un rosario del Padre Pío. Todo muy ceremonial y lacrimógeno, que Boonen pagó ganando la carrera. Ayer repitió victoria convertido en el mejor corredor del mundo. Se preveía que Van Petegem iba a intentar algo para paliar la decepción de su descalificación en Roubaix, pero el veterano corredor se ha roto la clavícula (menuda plaga este año) en un estúpida caída en los primeros compases. Como casi siempre que está Boonen de por medio, daba igual: a falta de 62 km. para meta un grupo de 23 corredores circulaba con 5´40” sobre el pelotón…entre ellos, como no, el maillot arcoiris. Para no repetir los errores de Roubaix, estaba acompañado por ¡siete! compañeros del Quick Step.
A pesar de que también había corredores rápidos (Steegmans, Eeckhout, Cooke) la carrera no tenía color. El circuito final de tres vueltas hizo que el pelotón fuese expulsado de carrera, ante el riesgo de seguro de ser doblados. Algunos ataques (el vídeo con el FFWD puesto), y a falta de 7 km. Luis Pasamontes se va tras un Naturino escapado. El corredor asturiano transplantado a Madrid ya intentó unirse al grupo de Flecha y Freire en los km. finales de Brabante, sin mucho éxito. Al menos se deja ver y no se conforma con el dudoso orgullo de ser el primer español de la carrera, algo que tiene garantizado por el calendario que disputa su equipo, el Unibet.com. Cretskens, indicado como Boonen como el máximo favorito para Roubaix (sic), hace un supertrabajo para su equipo y su líder, tirando del grupo durante 40 km. Hay muy pocas opciones para cualquier fuga. El sprint es un treno que recuerda a los mejores tiempos del GB-MG para Cipollini: Knaven acelera, después Hulsmans y Weylandt (clase 84). El último impulso corresponde a De Jongh. Están ya tan cerca de meta que Boonen apenas tiene que pedalear en cabeza unos metros, y su lanzador entra segundo. Sexto en meta el prometedor campeón de Italia Gasparotto, que se ha perdido la primera parte de la temporada por una mononucleosis. El año pasado fue el primer neoprofesional en ganar una prueba ProTour (una etapa de la Volta) y después le birló el tricolor a Pozzato. Puede ser un gran corredor, al menos en la migajas que quiera dejar a los demás Tom Boonen. ¡Qué fenómeno!.
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11 abril, 2006
Bajo las piedras de la Roubaix
De una carrera como la Paris-Roubaix se sacan temas para comentar durante días. Ha habido de todo, hasta el punto de que se corre el riesgo de oscurecer al auténtico protagonista de la carrera, el fenomenal Cancellara. Es uno de los mejores corredores del pelotón, y su fichaje por el CSC fue celebrado en este modesto blog como un paso decisivo en su carrera. No le pidan que suba un puerto con los mejores con esas piernas como columnas, pero es capaz de hacer cualquier cosa en recorridos llanos. Y como él mismo ha admitido, “tras el Flandes de este año, esta carrera será mi próximo objetivo”. Cancellara siempre está ahí. El año pasado sólo ganó una carrera ProTour, pero esa carrera fue decisiva: fue una etapa de la Paris-Niza donde atacó poco antes de llegar a meta y se llevó con él a Julich. Para el suizo la etapa y para el americano unos segundos preciosos que le valdrían la general sobre Valverde. Tan simple como atacar, la esencia del ciclismo. Cerró el año en falso porque, aunque ganó el bronce en el Mundial de crono, la plata de Iván Gutierrez se le escapó por unas milésimas, de las que duelen.
Nada que reprochar. Este año empezó ganando la crono de Tirreno contra todo pronóstico y ahora mismo es segundo en el ProTour tras ser sexto en Flandes y en Wegelwen. No sabemos que hubiese pasado de tener a O´Grady, pero se ha ganado la jefatura del CSC para las clásicas de pavés, un privilegio que no ha conquistado este año. En 2004 fue cuarto en Roubaix, el último del grupo de Backsted, Hoffman y Hammond. El sueco siempre ha sido un corredor de altos y bajos, el danés hizo su canto de cisne y el británico rumia en solitario en el Discovery de tantos buenos corredores y tanto caos en las clásicas: Cancellara era el corredor del futuro, de ese futuro que tiene que haber al lado de Boonen. Al año siguiente fue octavo tras pinchar en el momento decisivo, mientras por delante viajaba su compañero de equipo Flecha. Experiencia acumulada en pocos años, pero ha conseguido ya el mayor trofeo que espera a un corredor de sus características...a la espera de que evolucione. También Moser empezó ganando la Roubaix y cronos.
En cuanto a las otras posiciones de privilegio, gran éxito de la Française de Jeux: Eisel quinto, Guesdon séptimo y Mengin noveno. El equipo francés debutó en 1997 con el sorprendente triunfo de Guesdon en la carrera más querida por su director, Marc Madiot, y desde entonces no se había vuelto a acercar tanto a las posiciones de privilegio. En medio (sexto), un Wesseman que debutaba y que iba como una moto en los pocos planos que vimos del grupo posterior. Lástima que las carreras que mejor domina estén a punto de acabarse. Y por supuesto, el extraordinario undécimo puesto de Horrillo, ganando el sprint del grupo a Zabel, De Jongh, Van Bon y Pozzato. Cada vez domina más la carrera y quién sabe si en los tres-cuatro años que le quedan de profesional no se encuentre en algún momento en una situación favorable como la de Knaven en 2001. Será su única opción, porque ese nutrido grupo entró a 6´49”. Como es un todoterreno, todavía le tocará tomar la salida en alguna clásica de las Ardenas. Que tenga cuidado Rubiera: su estatus de mejor gregario del mundo está en peligro.
Y pasemos por último al famoso asunto del paso a nivel. El reglamento dice que si el paso a nivel se cierra con un corredor escapado y este es alcanzado por el grupo, el director de carrera estimará ese ventaja para concedersela una vez que la carrera pueda proseguir. En caso de segundos y sucesivos grupos, se considera “incidente de carrera” y se reagrupan todos, sin medida de tiempos. Van Petegem ha declarado que en Bélgica es diferente. Puede ser, pero el reglamento es universal y vige en todas las carreras de la UCI, aunque ya sabemos que en Bélgica las motos remolcan a corredores locales como Mattan o dan su aspiración a Museeuw y Boonen. Por supuesto, huelga comentar que es obligación de los corredores saberse el reglamento. Se puede entender que el primer impulso, y más en una carrera como la Roubaix, sea saltarse el paso a nivel, pero en la época de las cámaras en todas partes eso ya no es posible. O puede que sí en el país de flamencos y valones, donde siempre que hay cámaras hay sospechas. Y en todo caso está el sentido común: con los trenes no se juega. Cuando estaba viendo la carrera y vi que el grupo de Boonen estaba a punto de pasar pensé “ya está, la maldición del campeón del mundo en su versión virulenta”. Me imaginaba al campeón del mundo mutilado o peor aún, así de poderosa es la imaginación. El tren pasó inmediatamente (en As: “les afeitó el bigote”) y suponemos que llegó a su destino, igual que los corredores. Y Santas Pascuas, nunca mejor dicho.
En la prensa italiana, siempre atenta para lanzarse al cuello de los franceses, han incidido en el supuesto error de organización de hacer pasar una carrera en su parte decisiva por un paso a nivel. Aclaremos: la carrera venía con media hora de adelanto y no existen tantas alternativas para evitar una línea férrea en una zona industrial y cuando se viaja por carreteras secundarias. Cualquier profesional que conozca las carreras del País Vasco o de Asturias cuando había industria pesada sabe perfectamente las decenas de cruces y pasos a nivel que salpican las carreteras: en las nacionales ya han desaparecido desde hace tiempo por los fondos europeos, en las secundarias es materia común. En cuanto a la hipotésis de hacer parar el tren, es simpáticamente futbolera en ese matiz que tiene de subordinar el interés general (un tren cuyas mercancías estarían esperando ciertas industrias y sus procesos productivos en cadena) al interés particular de una carrera ciclista, por muy importante que sea. En Italia, como todos los trenes viajan con retraso, ningún problema.
***
Tom Boonen ha podido disputar la Roubaix con el maillot arcoiris. A Freire le fue negado ese derecho en la Milán-San Remo del año pasado (el primer corredor que lo lucía), con gran disgusto del cántabro. El Quick Step se ha movido rápido y presentó con tiempo a la UCI un mix de ambos maillots, ya preveyendo que Boonen fuese líder de la challenge a estas alturas. Fue aprobado y en estas estamos: el invento de la UCI sigue sin calar en el pelotón. En lo que va de año, no se lo han puesto encima ni Flandis ni Boonen. Y viendo la trayectoria del belga (intachable, inapelable), a lo mejor ni se ve.
Nada que reprochar. Este año empezó ganando la crono de Tirreno contra todo pronóstico y ahora mismo es segundo en el ProTour tras ser sexto en Flandes y en Wegelwen. No sabemos que hubiese pasado de tener a O´Grady, pero se ha ganado la jefatura del CSC para las clásicas de pavés, un privilegio que no ha conquistado este año. En 2004 fue cuarto en Roubaix, el último del grupo de Backsted, Hoffman y Hammond. El sueco siempre ha sido un corredor de altos y bajos, el danés hizo su canto de cisne y el británico rumia en solitario en el Discovery de tantos buenos corredores y tanto caos en las clásicas: Cancellara era el corredor del futuro, de ese futuro que tiene que haber al lado de Boonen. Al año siguiente fue octavo tras pinchar en el momento decisivo, mientras por delante viajaba su compañero de equipo Flecha. Experiencia acumulada en pocos años, pero ha conseguido ya el mayor trofeo que espera a un corredor de sus características...a la espera de que evolucione. También Moser empezó ganando la Roubaix y cronos.
En cuanto a las otras posiciones de privilegio, gran éxito de la Française de Jeux: Eisel quinto, Guesdon séptimo y Mengin noveno. El equipo francés debutó en 1997 con el sorprendente triunfo de Guesdon en la carrera más querida por su director, Marc Madiot, y desde entonces no se había vuelto a acercar tanto a las posiciones de privilegio. En medio (sexto), un Wesseman que debutaba y que iba como una moto en los pocos planos que vimos del grupo posterior. Lástima que las carreras que mejor domina estén a punto de acabarse. Y por supuesto, el extraordinario undécimo puesto de Horrillo, ganando el sprint del grupo a Zabel, De Jongh, Van Bon y Pozzato. Cada vez domina más la carrera y quién sabe si en los tres-cuatro años que le quedan de profesional no se encuentre en algún momento en una situación favorable como la de Knaven en 2001. Será su única opción, porque ese nutrido grupo entró a 6´49”. Como es un todoterreno, todavía le tocará tomar la salida en alguna clásica de las Ardenas. Que tenga cuidado Rubiera: su estatus de mejor gregario del mundo está en peligro.
Y pasemos por último al famoso asunto del paso a nivel. El reglamento dice que si el paso a nivel se cierra con un corredor escapado y este es alcanzado por el grupo, el director de carrera estimará ese ventaja para concedersela una vez que la carrera pueda proseguir. En caso de segundos y sucesivos grupos, se considera “incidente de carrera” y se reagrupan todos, sin medida de tiempos. Van Petegem ha declarado que en Bélgica es diferente. Puede ser, pero el reglamento es universal y vige en todas las carreras de la UCI, aunque ya sabemos que en Bélgica las motos remolcan a corredores locales como Mattan o dan su aspiración a Museeuw y Boonen. Por supuesto, huelga comentar que es obligación de los corredores saberse el reglamento. Se puede entender que el primer impulso, y más en una carrera como la Roubaix, sea saltarse el paso a nivel, pero en la época de las cámaras en todas partes eso ya no es posible. O puede que sí en el país de flamencos y valones, donde siempre que hay cámaras hay sospechas. Y en todo caso está el sentido común: con los trenes no se juega. Cuando estaba viendo la carrera y vi que el grupo de Boonen estaba a punto de pasar pensé “ya está, la maldición del campeón del mundo en su versión virulenta”. Me imaginaba al campeón del mundo mutilado o peor aún, así de poderosa es la imaginación. El tren pasó inmediatamente (en As: “les afeitó el bigote”) y suponemos que llegó a su destino, igual que los corredores. Y Santas Pascuas, nunca mejor dicho.
En la prensa italiana, siempre atenta para lanzarse al cuello de los franceses, han incidido en el supuesto error de organización de hacer pasar una carrera en su parte decisiva por un paso a nivel. Aclaremos: la carrera venía con media hora de adelanto y no existen tantas alternativas para evitar una línea férrea en una zona industrial y cuando se viaja por carreteras secundarias. Cualquier profesional que conozca las carreras del País Vasco o de Asturias cuando había industria pesada sabe perfectamente las decenas de cruces y pasos a nivel que salpican las carreteras: en las nacionales ya han desaparecido desde hace tiempo por los fondos europeos, en las secundarias es materia común. En cuanto a la hipotésis de hacer parar el tren, es simpáticamente futbolera en ese matiz que tiene de subordinar el interés general (un tren cuyas mercancías estarían esperando ciertas industrias y sus procesos productivos en cadena) al interés particular de una carrera ciclista, por muy importante que sea. En Italia, como todos los trenes viajan con retraso, ningún problema.
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Tom Boonen ha podido disputar la Roubaix con el maillot arcoiris. A Freire le fue negado ese derecho en la Milán-San Remo del año pasado (el primer corredor que lo lucía), con gran disgusto del cántabro. El Quick Step se ha movido rápido y presentó con tiempo a la UCI un mix de ambos maillots, ya preveyendo que Boonen fuese líder de la challenge a estas alturas. Fue aprobado y en estas estamos: el invento de la UCI sigue sin calar en el pelotón. En lo que va de año, no se lo han puesto encima ni Flandis ni Boonen. Y viendo la trayectoria del belga (intachable, inapelable), a lo mejor ni se ve.
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ciclismo
10 abril, 2006
Marchante se presenta a la alta sociedad
Se esperaba un madrileño, pero no apareció el que casi todos indicaban como favorito. La victoria final en la Vuelta al País Vasco fue para Gómez Marchante, tras una portentosa (y muy emocionante, cosa rara) contrarreloj en la que nadie le esperaba. Y lo hizo tras llamar a la puerta en las etapas previas. Atacando a destiempo, perdiendo energías, Marchante se había hecho notar en casi todas las etapas anteriores, pero nadie podía apostar por una victoria suya lejos de las montañas. Como se preveía, los primeros la etapa contra el reloj han sido los primeros en la general, una característica no muy agradable en esta deliciosa carrera que todos los años trae el mejor ciclismo disponible.
Cuando Marchante entró en meta rebajó el registro de Valverde, líder por unos instantes, en 7”. Viendo como subieron ambos las pequeñas cuestas del recorrido y cómo rodaron en los km. llanos se podía prever que eran tiempos de etapa y general, por mucho que todavía quedasen por salir los siete primeros de la clasificación. El desastroso tiempo de Evans (a 1’18”, caído a la octava plaza de la general), igual que el esperado de Rebellin (fuera incluso del top ten) o de Bertagnolli (menudo tronco encima de la bici), hacían prever un duelo en toda la cumbre entre Contador y Samuel, los últimos en salir. El madrileño marca malos tiempos en todos los pasos, el asturiano incluso peores. No ganarán la vuelta, ni siquiera estarán en el podio que ya conocían de anteriores ediciones. Por el contrario, un corredor que no tenía expectativas de mejora de su buena clasificación logra el tercer puesto tras una inesperada crono: es Antonio Colom, una de las revelaciones de la temporada tras su victoria en Valencia y su tercer puesto en Paris-Niza.
La victoria de Marchante, como explica magníficamente Peña del Correo Vasco, vino por una adecuada elección de Matxín. Utilizó como cobayas a Arkaitz Durán y a Juan Jose Cobo. El niño ciclista fue obligado a subir los puertos con plato de 56 (y tiene 20 años, luego contarán que no queman a los corredores) y pulverizó los registros para después desfondarse en el llano (30º a 1´22”); el cántabro escalador reservó el 56 para el llano y voló en el parcial (9º a 36”). El alquimista Matxín hizo sus tablas y le dijo a su corredor-perla: “A tope durante todo el recorrido”, que al final es como si fuese Belda el que estaba al volante. A falta de 3 km. Valverde tenía un segundo de ventaja (“Si pierdes la carrera por esa diferencia, te paso con el coche por encima”, que para algo Matxín es vizcaíno), pero el poder del 56 unido a la cadencia y la fuerza para moverlo dieron la campanada. 6” en meta sobre Valverde y 8” sobre Colom, el resto a una buena distancia.
¿Qué se puede pensar cuando un escalador gana una crono? Todas las cosas malas, por supuesto. Sin embargo, Marchante debutó en el Paternina con el antiguo contrarrelojista Martínez Oliver, que siempre le orientó hacía una buena actitud hacia la disciplina. Y conocía la pista, afortunadamente. Esta temporada el Saunier (con despliegue de cámaras y fotógrafos) ha aprovechado la Vuelta a California para llevar a sus estrellas al túnel del viento de Scott, su fabricante de bicicletas, originario de ese estado americano. Millar, Gil, Simoni y Marchante. Cuatro corredores muy diferentes entre sí pero unidos por la voluntad de Matxín, un director deportivo que es como un Manolo Saiz en miniatura. Y, por último y como argumento definitivo para los mal pensados, no ha ganado a ningún auténtico especialista contra el reloj. Si, Valverde segundo (su mejor puesto fuera de una cronoescalada), pero habrá que ver en una crono llana si la evolución es definitiva. De momento, disfrutemos de un gran talento que el año pasado escapó por los pelos a las garras codiciosas del Discovery Channel: Marchante, this blonde spanish boy, que había subido el Mt. Faron silbando en la Paris-Niza y el Ventoux tras Vinokourov en la Dauphiné, bastantes metros por delante de Armstrong.
***
“Al final, siempre hay alguno que no mantiene la cabeza fría”. El GP de Amorebeita para Carlos Sastre, que sorprendido por haber obtenido su cuarta victoria como profesional (si, han leído bien) comenta el extraño sprint de Contador, lanzado con rabia pero también con mucha anticipación. Cuarto en meta, el madrileño se la toma con Joaquín Rodríguez mientras Cunego se muestra bastante contento de repetir el segundo puesto del año pasado; eso sí, todos nos alegremos de verle subiendo a lo campeón el último puerto y quitando el grano de la paja. Por cierto, ha vuelto Pereiro y atacando.
Domingo redondo para el CSC con la victoria de Cancellara en Roubaix, pero sobre todo por descubrir una cierta mentalidad ganadora en Sastre. Ya el año pasado cerró la temporada compitiendo en las pruebas de un día italianas (muy bueno su Emilia y también Lombardía), sacando lo mejor de un corredor que si es capaz de no desentonar en las cronos del Tour y de subir los puertos con los mejores, debería ser capaz de ganar más pruebas de las que figuran en su exiguo palmarés. El abulense renovó a finales de la temporada pasada: estoy seguro que una de las cláusulas contractuales, además de dotarle de un equipo competitivo para la Vuelta, era que se espabilase fuera de las grandes vueltas. Y será un comodín magnífico para las Ardenas, donde el líder del CSC es Kroon.
Cuando Marchante entró en meta rebajó el registro de Valverde, líder por unos instantes, en 7”. Viendo como subieron ambos las pequeñas cuestas del recorrido y cómo rodaron en los km. llanos se podía prever que eran tiempos de etapa y general, por mucho que todavía quedasen por salir los siete primeros de la clasificación. El desastroso tiempo de Evans (a 1’18”, caído a la octava plaza de la general), igual que el esperado de Rebellin (fuera incluso del top ten) o de Bertagnolli (menudo tronco encima de la bici), hacían prever un duelo en toda la cumbre entre Contador y Samuel, los últimos en salir. El madrileño marca malos tiempos en todos los pasos, el asturiano incluso peores. No ganarán la vuelta, ni siquiera estarán en el podio que ya conocían de anteriores ediciones. Por el contrario, un corredor que no tenía expectativas de mejora de su buena clasificación logra el tercer puesto tras una inesperada crono: es Antonio Colom, una de las revelaciones de la temporada tras su victoria en Valencia y su tercer puesto en Paris-Niza.
La victoria de Marchante, como explica magníficamente Peña del Correo Vasco, vino por una adecuada elección de Matxín. Utilizó como cobayas a Arkaitz Durán y a Juan Jose Cobo. El niño ciclista fue obligado a subir los puertos con plato de 56 (y tiene 20 años, luego contarán que no queman a los corredores) y pulverizó los registros para después desfondarse en el llano (30º a 1´22”); el cántabro escalador reservó el 56 para el llano y voló en el parcial (9º a 36”). El alquimista Matxín hizo sus tablas y le dijo a su corredor-perla: “A tope durante todo el recorrido”, que al final es como si fuese Belda el que estaba al volante. A falta de 3 km. Valverde tenía un segundo de ventaja (“Si pierdes la carrera por esa diferencia, te paso con el coche por encima”, que para algo Matxín es vizcaíno), pero el poder del 56 unido a la cadencia y la fuerza para moverlo dieron la campanada. 6” en meta sobre Valverde y 8” sobre Colom, el resto a una buena distancia.
¿Qué se puede pensar cuando un escalador gana una crono? Todas las cosas malas, por supuesto. Sin embargo, Marchante debutó en el Paternina con el antiguo contrarrelojista Martínez Oliver, que siempre le orientó hacía una buena actitud hacia la disciplina. Y conocía la pista, afortunadamente. Esta temporada el Saunier (con despliegue de cámaras y fotógrafos) ha aprovechado la Vuelta a California para llevar a sus estrellas al túnel del viento de Scott, su fabricante de bicicletas, originario de ese estado americano. Millar, Gil, Simoni y Marchante. Cuatro corredores muy diferentes entre sí pero unidos por la voluntad de Matxín, un director deportivo que es como un Manolo Saiz en miniatura. Y, por último y como argumento definitivo para los mal pensados, no ha ganado a ningún auténtico especialista contra el reloj. Si, Valverde segundo (su mejor puesto fuera de una cronoescalada), pero habrá que ver en una crono llana si la evolución es definitiva. De momento, disfrutemos de un gran talento que el año pasado escapó por los pelos a las garras codiciosas del Discovery Channel: Marchante, this blonde spanish boy, que había subido el Mt. Faron silbando en la Paris-Niza y el Ventoux tras Vinokourov en la Dauphiné, bastantes metros por delante de Armstrong.
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“Al final, siempre hay alguno que no mantiene la cabeza fría”. El GP de Amorebeita para Carlos Sastre, que sorprendido por haber obtenido su cuarta victoria como profesional (si, han leído bien) comenta el extraño sprint de Contador, lanzado con rabia pero también con mucha anticipación. Cuarto en meta, el madrileño se la toma con Joaquín Rodríguez mientras Cunego se muestra bastante contento de repetir el segundo puesto del año pasado; eso sí, todos nos alegremos de verle subiendo a lo campeón el último puerto y quitando el grano de la paja. Por cierto, ha vuelto Pereiro y atacando.
Domingo redondo para el CSC con la victoria de Cancellara en Roubaix, pero sobre todo por descubrir una cierta mentalidad ganadora en Sastre. Ya el año pasado cerró la temporada compitiendo en las pruebas de un día italianas (muy bueno su Emilia y también Lombardía), sacando lo mejor de un corredor que si es capaz de no desentonar en las cronos del Tour y de subir los puertos con los mejores, debería ser capaz de ganar más pruebas de las que figuran en su exiguo palmarés. El abulense renovó a finales de la temporada pasada: estoy seguro que una de las cláusulas contractuales, además de dotarle de un equipo competitivo para la Vuelta, era que se espabilase fuera de las grandes vueltas. Y será un comodín magnífico para las Ardenas, donde el líder del CSC es Kroon.
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09 abril, 2006
Cancellara, o cómo atacar en el momento justo
Viendo la impresionante Roubaix que ha ganado el italosuizo Fabian Cancellara sólo se pueden decir elogios, parabienes y que ojalá siga así, porque el pelotón necesita corredores inteligentes y poco conformistas como él. Era uno de los máximos favoritos en París (sexto en Flandes y Wegelwen) y se ha echado la carrera encima. En Aremberg entró en cabeza, hizo el único ataque serio que dejó el grupo reducido a 16 unidades y poco antes del Carrefour del’Arbre atacó con la única rémora de Gusev. Nadie quiso salir tras él, o no pudo.
Todo lo contrario que Flecha, como de costumbre. El corredor con mayor número de periodistas elegiáticos en la prensa nacional (escalofriantes las crónicas de Arribas en El País en la vigilia de Flandes, como si las carreras se ganasen viendo vídeos), seguro que obtendrá elogios y parabienes como el suizo, pero ha disputado una carrera lamentable, de amateur. Y no es la primera, es la costumbre. Ha alternado tramos de pavé tirando del grupo con otros tramos a la cola, la posición de las caídas y quedarse cortado. Casi le pasa eso cuando Gusev ha cortado la trayectoria a Ballan, acabando los dos por el suelo. Por delante, mira tú por donde, acababa de atacar Cancellara, y se iba hacia la victoria en solitario. Ha “atacado” tantas veces que se pierde la memoria. En todas las ocasiones fue neutralizado tan rápido que quedan dudas de si existió un acelerón. Cuando llegó el ataque decisivo, ya no había pólvora. Y una vez más el corredor del Rabobank a perseguir, a tirar de Boonen como el año pasado. Mañana, a leer las crónicas con el babero bien sometido. O con la venda en los ojos, según se sea fan o no del arquero sin flechas en el carcaj.
Pero no adelantemos acontecimientos. De Aremberg salieron 16 corredores, decía, pero Boonen sin compañeros. En breve se descuelga Franzoi, el corredor de ciclocross compañero de Ballan, y aunque el Quick Step intenta durante 15 km. reintroducir el grupo, la carrera ya está hecha. Se quedan por detrás Zabel, Hushvod (por pinchazo) y Pozzato. Todos los demás, los elegidos de antemano, viajan hacia la victoria. El propio ritmo de la carrera se encarga de eliminar a los segundos espadas presentes (Michaelsen, Steegmans, Guesdon, Portal que venía de la escapada), mientras que Hincapié se va al suelo tras fracturarse su carísimo manillar de carbono. Mala suerte para él y para el Discovery, pero lo peor estaba por venir. A 30 km. para meta están indemnes Eisel, Boonen, Ballan (enorme, gigante), Flecha, Cancellara, Van Petegem y los dos Discoverys Hoste y Gusev. El campeón del mundo no va, cabecea en los tramos de pavé, Ballan tampoco está muy allá, Eisel se queda cortado. Cancellara es el más fuerte e impone su ley ante la superioridad numérica azul, ante el dispendio de fuerzas de Flecha, ante todos.
En Arbre se desembaraza de Gusev (ahijado de Bartoli, que le ha puesto un piso en Lucca), pedaleando con fuerza y agilidad, no en vano es el único de los favoritos que lleva un 42 de plato pequeño, lejos de los 46 estandarizados. Agilidad y potencia, la clave para subir puertos y para marcar la diferencia en esas subidas llanas que son los tramos de pavés. Al ruso le alcanzan Van Petegem (siempre reservón, siempre con un as en la manga) y Hoste. Se conforman como el primer grupo perseguidor, con suficiente ventaja sobre el otro trío de Flecha (tirando, como no), Ballan y Boonen a rueda, comodísimo. Y en esto sucede lo imprevisible. Un paso a nivel, una realidad del ciclismo que parecía olvidada, pero que seguro que mañana encuentra taumaturgos de la carrera que explicarán todo en función del caprichoso convoy cargado de bobinas y laminados de acero.
Gusev, Van Petegem y Hoste se saltan el reglamento y franquean el binario con el paso a nivel ya bajado. El reglamento ciclista de la UCI es universal y claro: descalificación de la carrera. Entran en el velódromo a más de un minuto de Cancellara, al que no hubiesen podido coger ni aunque el tren el hubiese abierto el camino, y disputan el sprint por el podio con toda normalidad. Poco después entre el otro trío, donde Boonen fusila por la quinta plaza a Flecha (que lanza el sprint, y por la cuerda, cómo no) y Ballan. Cancellara, asediado y agobiado por los reporteros, apenas puede hablar, se emociona mientras se maneja con soltura en francés, en su alemán natal de Berna y en el italiano de su padre. Sube al podio. Nadie le flanquea. En ese momento la mayor parte del público se da cuenta de la descalificación. Wilfried Peeters, el director de Discovery, insulta a los jueces, mientras Ballan no se puede creer que sea tercero, otra vez tras Boonen, por una vez segundo.
A Flecha le queda la medalla de patata, la más ingrata, quizás la que mejor condense sus méritos. El primer impulso de su grupo (en ese momento estaba tirando, cómo no) fue pasar también el paso a nivel, pero Gouvenou (exciclista y ahora en una de las motos de la organización) se opuso tajantemente interrumpiendo el paso con su cuerpo. Ballan hizo la figura del pato con la mano (ma cooome!!!) en un gesto muy italiano, Boonen cabeceaba negativamente, Flecha se daba cuenta de que el tren les hubiese arrollado. Apenas fueron 10 segundos y la barrera se volvió a abrir. No se dejen engañar por lo que vayan a leer por ahí: el paso a nivel sólo ha tenido influencia en la carrera en la medida en que han descalificado a Van Petegem, a Gusev y a Hoste. Y ha sido por tramposos.
Todo lo contrario que Flecha, como de costumbre. El corredor con mayor número de periodistas elegiáticos en la prensa nacional (escalofriantes las crónicas de Arribas en El País en la vigilia de Flandes, como si las carreras se ganasen viendo vídeos), seguro que obtendrá elogios y parabienes como el suizo, pero ha disputado una carrera lamentable, de amateur. Y no es la primera, es la costumbre. Ha alternado tramos de pavé tirando del grupo con otros tramos a la cola, la posición de las caídas y quedarse cortado. Casi le pasa eso cuando Gusev ha cortado la trayectoria a Ballan, acabando los dos por el suelo. Por delante, mira tú por donde, acababa de atacar Cancellara, y se iba hacia la victoria en solitario. Ha “atacado” tantas veces que se pierde la memoria. En todas las ocasiones fue neutralizado tan rápido que quedan dudas de si existió un acelerón. Cuando llegó el ataque decisivo, ya no había pólvora. Y una vez más el corredor del Rabobank a perseguir, a tirar de Boonen como el año pasado. Mañana, a leer las crónicas con el babero bien sometido. O con la venda en los ojos, según se sea fan o no del arquero sin flechas en el carcaj.
Pero no adelantemos acontecimientos. De Aremberg salieron 16 corredores, decía, pero Boonen sin compañeros. En breve se descuelga Franzoi, el corredor de ciclocross compañero de Ballan, y aunque el Quick Step intenta durante 15 km. reintroducir el grupo, la carrera ya está hecha. Se quedan por detrás Zabel, Hushvod (por pinchazo) y Pozzato. Todos los demás, los elegidos de antemano, viajan hacia la victoria. El propio ritmo de la carrera se encarga de eliminar a los segundos espadas presentes (Michaelsen, Steegmans, Guesdon, Portal que venía de la escapada), mientras que Hincapié se va al suelo tras fracturarse su carísimo manillar de carbono. Mala suerte para él y para el Discovery, pero lo peor estaba por venir. A 30 km. para meta están indemnes Eisel, Boonen, Ballan (enorme, gigante), Flecha, Cancellara, Van Petegem y los dos Discoverys Hoste y Gusev. El campeón del mundo no va, cabecea en los tramos de pavé, Ballan tampoco está muy allá, Eisel se queda cortado. Cancellara es el más fuerte e impone su ley ante la superioridad numérica azul, ante el dispendio de fuerzas de Flecha, ante todos.
En Arbre se desembaraza de Gusev (ahijado de Bartoli, que le ha puesto un piso en Lucca), pedaleando con fuerza y agilidad, no en vano es el único de los favoritos que lleva un 42 de plato pequeño, lejos de los 46 estandarizados. Agilidad y potencia, la clave para subir puertos y para marcar la diferencia en esas subidas llanas que son los tramos de pavés. Al ruso le alcanzan Van Petegem (siempre reservón, siempre con un as en la manga) y Hoste. Se conforman como el primer grupo perseguidor, con suficiente ventaja sobre el otro trío de Flecha (tirando, como no), Ballan y Boonen a rueda, comodísimo. Y en esto sucede lo imprevisible. Un paso a nivel, una realidad del ciclismo que parecía olvidada, pero que seguro que mañana encuentra taumaturgos de la carrera que explicarán todo en función del caprichoso convoy cargado de bobinas y laminados de acero.
Gusev, Van Petegem y Hoste se saltan el reglamento y franquean el binario con el paso a nivel ya bajado. El reglamento ciclista de la UCI es universal y claro: descalificación de la carrera. Entran en el velódromo a más de un minuto de Cancellara, al que no hubiesen podido coger ni aunque el tren el hubiese abierto el camino, y disputan el sprint por el podio con toda normalidad. Poco después entre el otro trío, donde Boonen fusila por la quinta plaza a Flecha (que lanza el sprint, y por la cuerda, cómo no) y Ballan. Cancellara, asediado y agobiado por los reporteros, apenas puede hablar, se emociona mientras se maneja con soltura en francés, en su alemán natal de Berna y en el italiano de su padre. Sube al podio. Nadie le flanquea. En ese momento la mayor parte del público se da cuenta de la descalificación. Wilfried Peeters, el director de Discovery, insulta a los jueces, mientras Ballan no se puede creer que sea tercero, otra vez tras Boonen, por una vez segundo.
A Flecha le queda la medalla de patata, la más ingrata, quizás la que mejor condense sus méritos. El primer impulso de su grupo (en ese momento estaba tirando, cómo no) fue pasar también el paso a nivel, pero Gouvenou (exciclista y ahora en una de las motos de la organización) se opuso tajantemente interrumpiendo el paso con su cuerpo. Ballan hizo la figura del pato con la mano (ma cooome!!!) en un gesto muy italiano, Boonen cabeceaba negativamente, Flecha se daba cuenta de que el tren les hubiese arrollado. Apenas fueron 10 segundos y la barrera se volvió a abrir. No se dejen engañar por lo que vayan a leer por ahí: el paso a nivel sólo ha tenido influencia en la carrera en la medida en que han descalificado a Van Petegem, a Gusev y a Hoste. Y ha sido por tramposos.
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08 abril, 2006
De repente, un francés
Nos hemos acostumbrado de tal manera a la desaparición del ciclismo francés que cualquier victoria resulta una sorpresa. Es cierto que el año pasado Moncutié se llevó una etapa, que Jalabert campó a sus anchas por el País Vasco durante los noventa, pero la realidad es que el ciclismo transalpino ha desaparecido desde hace mucho tiempo y ya casi nadie lo hecha de menos. La cuota de victorias que antes ostentaban ha ido a los nuevos países emergentes (no es casualidad que muchos australianos compitan en escuadras francesas) y a España, el país que más ha crecido en calidad y cantidad de victorias en el último período. Sin ir más lejos, la victoria de ayer de Voeckler es la primera de un foráneo en la Vuelta al País Vasco este año. Y es una carrera ProTour.
Se forma una escapada de salida con un puñado de corredores entre los que se cuenta Grivko. La diferencia se deja crecer y crecer, y cuando se dan cuenta el ucraniano es líder virtual con 2’ de ventaja. El Euskaltel lo pasa mal para ir rebajando la diferencia, ya que viajan por delante corredores como Caucchioli, Zaballa y sobre todo Voigt. Al final de la etapa recibe una colaboración del Phonak, interesado en defender los intereses de Martin Perdiguero, y las diferencias vuelven a su cauce mientras Samuel respira aliviado al poder ver continuar su fábula un día más. Por delante se quedan solos tras el último puerto Cobo, Voigt y Voeckler. Un arreón del alemán deja fuera al cántabro (el año pasado hizo un notable Giro), pero en la línea de meta, tras un sprint dramático, pierde la etapa ante Voeckler, que vuelve a asomar la cabeza tras un 2005 negro, negrísimo. Se había planteado brillar en las clásicas y no hizo nada de nada, llegando a recibir un serio aviso de su equipo. No era para menos: tras firmar un supercontrato en base a su Tour mediático en 2004 (y sus buenas victorias en otras carreras) acaba Tour y Vuelta en puestos de sprinter. A 27 años todavía puede volver a encauzar la carrera como cazador de etapas, porque está claro que las grandes vueltas y las clásicas no son lo suyo.
En cuanto a la general, mucha gente apuesta por S. Sánchez y eso de que el maillot da alas. Yo no creo en esas historias, y menos en un corredor que desde que está en profesionales no ha firmado ni una crono de mérito. Vale que es su zona de entrenamiento, que sale el último y todo eso, pero 2” sobre Cadel Evans me parecen una cosa de chiste para poder plantearse la general, por no hablar de Contador o de Sinkewitz. Puede haber múltiples combinaciones, pero un corredor que seguro que asciende en la general es Azevedo, que ahora está a sólo 25”. Y veremos cuanto ha mejorado Valverde contra el reloj.
***
Qué mala pinta tiene esto. Al parecer, la caída que ha llevado a Saul Raisin al coma se debe a un ataque epiléptico. Y no es la primera vez, ya que también se había herido gravemente por la misma causa hace tres años, y también en plena carrera. ¿Quién le ha dado la licencia para competir? La Sarthe se cierra con la victoria de Schumacher sobre Gontchar, que le ha dado un susto de aupa en la última etapa.
***
Paris-Roubaix bajo la sombra de Boonen. Vuelve Aremberg a 100 km. de meta., pero que más da cuando tienes una máquina como el Quick Step para tirar en el tramo, ir por delante o recuperar. Aún así, confió en que las características propias de la carrera francesa eviten el monólogo de GP E3 o Flandes. Es la clásica que más se presta a sorpresas (Wampers, Guesdon, Knaven), y más cuando este año la han puesto en el punto de mira locomotoras como Cancellara (4º en 2004), Eisel, Hushvod, Hoste e Hincapié. Y qué pena que Backsted esté lesionado.
Se forma una escapada de salida con un puñado de corredores entre los que se cuenta Grivko. La diferencia se deja crecer y crecer, y cuando se dan cuenta el ucraniano es líder virtual con 2’ de ventaja. El Euskaltel lo pasa mal para ir rebajando la diferencia, ya que viajan por delante corredores como Caucchioli, Zaballa y sobre todo Voigt. Al final de la etapa recibe una colaboración del Phonak, interesado en defender los intereses de Martin Perdiguero, y las diferencias vuelven a su cauce mientras Samuel respira aliviado al poder ver continuar su fábula un día más. Por delante se quedan solos tras el último puerto Cobo, Voigt y Voeckler. Un arreón del alemán deja fuera al cántabro (el año pasado hizo un notable Giro), pero en la línea de meta, tras un sprint dramático, pierde la etapa ante Voeckler, que vuelve a asomar la cabeza tras un 2005 negro, negrísimo. Se había planteado brillar en las clásicas y no hizo nada de nada, llegando a recibir un serio aviso de su equipo. No era para menos: tras firmar un supercontrato en base a su Tour mediático en 2004 (y sus buenas victorias en otras carreras) acaba Tour y Vuelta en puestos de sprinter. A 27 años todavía puede volver a encauzar la carrera como cazador de etapas, porque está claro que las grandes vueltas y las clásicas no son lo suyo.
En cuanto a la general, mucha gente apuesta por S. Sánchez y eso de que el maillot da alas. Yo no creo en esas historias, y menos en un corredor que desde que está en profesionales no ha firmado ni una crono de mérito. Vale que es su zona de entrenamiento, que sale el último y todo eso, pero 2” sobre Cadel Evans me parecen una cosa de chiste para poder plantearse la general, por no hablar de Contador o de Sinkewitz. Puede haber múltiples combinaciones, pero un corredor que seguro que asciende en la general es Azevedo, que ahora está a sólo 25”. Y veremos cuanto ha mejorado Valverde contra el reloj.
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Qué mala pinta tiene esto. Al parecer, la caída que ha llevado a Saul Raisin al coma se debe a un ataque epiléptico. Y no es la primera vez, ya que también se había herido gravemente por la misma causa hace tres años, y también en plena carrera. ¿Quién le ha dado la licencia para competir? La Sarthe se cierra con la victoria de Schumacher sobre Gontchar, que le ha dado un susto de aupa en la última etapa.
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Paris-Roubaix bajo la sombra de Boonen. Vuelve Aremberg a 100 km. de meta., pero que más da cuando tienes una máquina como el Quick Step para tirar en el tramo, ir por delante o recuperar. Aún así, confió en que las características propias de la carrera francesa eviten el monólogo de GP E3 o Flandes. Es la clásica que más se presta a sorpresas (Wampers, Guesdon, Knaven), y más cuando este año la han puesto en el punto de mira locomotoras como Cancellara (4º en 2004), Eisel, Hushvod, Hoste e Hincapié. Y qué pena que Backsted esté lesionado.
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07 abril, 2006
Primera victoria de Freire en el País Vasco
Oscar Freire compitió durante aficionados en el Banaka vizcaíno y era el terror del pelotón vasco. En el Valenciaga de 1997 ganó dando una exhibición de antología, batiendo en línea de meta al que luego sería su mejor amigo y fiel compañero: Pedro Horrillo, mucho más que un gregario. Meses después ganaba la plata en el Mundial sub-23 de San Sebastián. Desde entonces no había vuelto por esos lares. Al año siguiente, ya en profesionales con el Vitalicio fue segundo en los sprints de Asturias detrás de Jalabert y obtuvo una victoria en Castilla-León. Pasó todo 1999 lesionado hasta el Mundial de Verona…y ahí cambió su vida, al mismo tiempo que se alejaba del calendario de una tierra que parece esculpida para sus características.
Ahora ha vuelto al País Vasco convertido en uno de los mejores corredores del mundo. Tras la derrota ejemplificante de la primera etapa en Irún, donde se confió en el final y fue batido por Valverde (cuatro años seguidos mojando en la carrera), Freire tenía una cita con Vitoria, convertido desde hace años en una de las plazas más prestigiosas para los sprinters y corredores potentes. Aquí ha ganado tres veces Zanini, por ejemplo. Ayer cumplió los pronósticos, y lo hizo con un brillantísimo sprint en el que resultaron seriamente damnificados el resto de corredores: lejos, a un mundo, entraron Samuel Sánchez y Fabian Weggman, que por fin asoma la cabeza en la carrera. Daba igual. Freire sprintaba contra todos y contra sí mismo, lleno de rabia y con una fuerza descomunal. No hubo ninguna noticia ni de Rebellin, ni de Perdiguero…o Ricco, Di Luca, Baguet o de Valverde, todos corredores en forma y a los que venía muy bien el final.¿Quién teme a un Oscar feroz para las Ardenas?
Esta año acaba contrato con el Rabobank, y tanto el corredor como el equipo han afirmado que no tienen problema en firmar por dos años más. Eso sí, el cántabro se ha puesto como objetivo obtener una gran victoria para subir un poco más el millón de euros limpios que saca todos los años. En 2004, en una circunstancia similar, se presentó en la mesa de negociaciones con el maillot arcoiris, y llegó a pedir un aguinaldo para los compañeros de la selección española “porque este maillot lo han ganado ellos pero yo lo voy a lucir para el Rabobank”. No se si al final obtuvo lo que quería, pero difícilmente encontrará un equipo mejor que el holandés. En estas circunstancias provoca sonrojo que Matxin (su director en el Banaka) le haya ofrecido el mismo dinero para fichar por el Saunier Duval, equipo financiado en parte por el gobierno cántabro. A mi recuerda cuando el Paternina quería fichar a Pedro Delgado, allá por el año 92. Sólo hace falta ver el equipo de risa que presenta el equipo amarillo en las clásicas del norte para echarse a temblar con la posibilidad.
Hoy la etapa acaba en Zalla, muy cerquita de Güemes donde vive Samuel Sánchez en el País Vasco. Intentará ganar de nuevo, pero lo que debería intentar es alejar a Cadel Evans, un corredor que curiosamente no aparece aún en las apuestas para la victoria final. Aunque también puede repetir Freire, claro. En todo caso, Voigt todavía no ha hecho ninguna de sus cabalgadas…y el País Vasco, especialmente en viernes, le motiva especialmente. ¡A disfrutar del gran ciclismo!
***
Circuito de la Sarthe lleno de noticias. Tras la enésima espantá de Ullrich, en la primera etapa hubo una caída masiva que acabó con muchos corredores gravemente heridos; el peor de todos, el americano Saul Raisin (el que iba escapado en el Mundial), que ahora está en coma. JC Domínguez también se rompió la clavícula (como Barredo y Florencio en Bélgica), pero la noticia es meramente anecdótica ante la gravedad del corredor de Credit Agricole…Igual que los resultados: la primera etapa fue para Forster, después éxitos de Grillo, Basso en la crono y ayer mismo de Alberto Loddo, uno de los golden boys italianos que vuelve a profesional. El liderato es para el enigmático Schumacher, el de las cuatro etapas sobre cinco en la Vuelta a Renania confirmadas con un positivo olvidado por todos y que ahora compite para el Gerolsteiner.
Ahora ha vuelto al País Vasco convertido en uno de los mejores corredores del mundo. Tras la derrota ejemplificante de la primera etapa en Irún, donde se confió en el final y fue batido por Valverde (cuatro años seguidos mojando en la carrera), Freire tenía una cita con Vitoria, convertido desde hace años en una de las plazas más prestigiosas para los sprinters y corredores potentes. Aquí ha ganado tres veces Zanini, por ejemplo. Ayer cumplió los pronósticos, y lo hizo con un brillantísimo sprint en el que resultaron seriamente damnificados el resto de corredores: lejos, a un mundo, entraron Samuel Sánchez y Fabian Weggman, que por fin asoma la cabeza en la carrera. Daba igual. Freire sprintaba contra todos y contra sí mismo, lleno de rabia y con una fuerza descomunal. No hubo ninguna noticia ni de Rebellin, ni de Perdiguero…o Ricco, Di Luca, Baguet o de Valverde, todos corredores en forma y a los que venía muy bien el final.¿Quién teme a un Oscar feroz para las Ardenas?
Esta año acaba contrato con el Rabobank, y tanto el corredor como el equipo han afirmado que no tienen problema en firmar por dos años más. Eso sí, el cántabro se ha puesto como objetivo obtener una gran victoria para subir un poco más el millón de euros limpios que saca todos los años. En 2004, en una circunstancia similar, se presentó en la mesa de negociaciones con el maillot arcoiris, y llegó a pedir un aguinaldo para los compañeros de la selección española “porque este maillot lo han ganado ellos pero yo lo voy a lucir para el Rabobank”. No se si al final obtuvo lo que quería, pero difícilmente encontrará un equipo mejor que el holandés. En estas circunstancias provoca sonrojo que Matxin (su director en el Banaka) le haya ofrecido el mismo dinero para fichar por el Saunier Duval, equipo financiado en parte por el gobierno cántabro. A mi recuerda cuando el Paternina quería fichar a Pedro Delgado, allá por el año 92. Sólo hace falta ver el equipo de risa que presenta el equipo amarillo en las clásicas del norte para echarse a temblar con la posibilidad.
Hoy la etapa acaba en Zalla, muy cerquita de Güemes donde vive Samuel Sánchez en el País Vasco. Intentará ganar de nuevo, pero lo que debería intentar es alejar a Cadel Evans, un corredor que curiosamente no aparece aún en las apuestas para la victoria final. Aunque también puede repetir Freire, claro. En todo caso, Voigt todavía no ha hecho ninguna de sus cabalgadas…y el País Vasco, especialmente en viernes, le motiva especialmente. ¡A disfrutar del gran ciclismo!
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Circuito de la Sarthe lleno de noticias. Tras la enésima espantá de Ullrich, en la primera etapa hubo una caída masiva que acabó con muchos corredores gravemente heridos; el peor de todos, el americano Saul Raisin (el que iba escapado en el Mundial), que ahora está en coma. JC Domínguez también se rompió la clavícula (como Barredo y Florencio en Bélgica), pero la noticia es meramente anecdótica ante la gravedad del corredor de Credit Agricole…Igual que los resultados: la primera etapa fue para Forster, después éxitos de Grillo, Basso en la crono y ayer mismo de Alberto Loddo, uno de los golden boys italianos que vuelve a profesional. El liderato es para el enigmático Schumacher, el de las cuatro etapas sobre cinco en la Vuelta a Renania confirmadas con un positivo olvidado por todos y que ahora compite para el Gerolsteiner.
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ciclismo
06 abril, 2006
Extraordinario sprint de Hushvod
Parecía que Pozzato iba a repetir la jugada de San Remo. Faltaban 500 m. para la prestigiosa llegada de la Gante-Wegelwen y el talento italiano pedaleaba a bloque con unos metros de ventaja sobre el pelotón. De repente, como una exhalación, una bala verde y blanca arranca por detrás superando el viento, el cansancio y a Pozzato, que no es poco. Es Thor Hushvod, un corredor que ama el Tour de Francia y las clásicas del norte: como Boonen, pero menos prolífico. Con un sprint imperial se lleva la importante clásica belga, y los dos corredores que lleva a rebufo se clasifican segundo y tercero: el ya no tan joven del Gerolsteiner David Kopp (en forma desde Mallorca) y Petacchi, batido por el gigante noruego igual que en la etapa de San Benedetto de la Tirreno-Adriático.
Pudiera parecer que la clásica se ha resuelto al más fuerte al sprint, y nada más lejos de la realidad. A 60 km. de meta era el corredor bandera del Credit Agricole el que marcaba el ritmo subiendo el Kemmel, con Klier, Boonen y Hoste a su rueda. Y que ritmo, impresionante. En los últimos metros corona Cancellara, un corredor que dará que hablar camino de Roubaix. Lo hace por un motivo muy sencillo: lo más difícil del Kemmel no es subir, sino bajar. Es importante ir delante para evitar caídas, muy frecuentes y tan graves que han costado a más de un corredor su trayectoria profesional. En el terreno hasta la siguiente subida al mismo muro se producen ataques de Ventoso (que está yendo bastante bien en las clásicas) y de Iker Flores, dignos de reseñar por venir de los equipos que vienen. Se forma un grupo por delante con gente como Davis y Cortinovis, un gregario de Petacchi al que se le ve muy fuerte y dentro de la carrera. Aún así, el Millran tira fuerte con el Rabobank para echar abajo la escapada. Boonen (acompañado por Hoste y Devolder) está en un segundo grupo y se desentiende de la carrera al tener delante a Pozzato, a Nuyens y a De Jongh, que se descuelga por un pinchazo.
A 12 km. de meta se produce el ataque de Roesems, un buen contrarrelojista que se aplica a fondo y sin mirar atrás. Una valiente acción que rescata a su equipo del anonimato, y de suicidas: Petacchi viaja con tres gregarios (Cadamuro, Velo y Zabel). Sacrifica al primero en la persecución, pero sin mucho éxito. El final de la clásica, todo callejuelas y requiebros, favorece las acciones en solitario. A un km. se acaba la aventura del belga, neutralizado por un corredor que salta del pelotón: Pozzato. Nervios generalizados y todo el mundo de pie a ver si el impresionante italiano consigue llegar a meta, burlar otra vez a los velocistas en general y al Millran en particular. A falta de 500 m. parece que lo tiene a su alcance, pero a su velocidad empieza a declinar y es superado en línea de meta sólo por tres corredores. Una vez más, gran acción de SuperPippo, al que sólo le sobraron 10 metros para conseguir su primera gran victoria en el norte. En todo caso, está en el camino.
En cuanto a Hushvod, se le esperaba en San Remo y se vio cerrado en el sprint. En Flandes tampoco tuvo su día y esta semana había proclamado sus aspiraciones para Roubaix, carrera en la que fue noveno el año pasado. Al margen de lo que pueda hacer el domingo (en los últimos años, quien gana o brilla en Gante también brilla en el Infierno del Norte: Van Petegem y Museeuw en el 2000, Hincapié en 2001, Backsted en 2004 o Flecha el año pasado), el triunfo del noruego tiene espesor por si mismo, el mismo de un corredor acostumbrado a correr solo y que ha ganado dos veces el maillot verde de la regularidad en el Tour. Cuando está fuerte, ataca de lejos y se va por fuerza (etapa de la Volta 2005), o bien gana al sprint: un poco como Boonen, pero más viejo y con menos éxito. Su victoria demuestra que el Quick Step no es imbatible. Ni el Discovery (Hincapié quinto) ni el CSC (Cancellara sexto y Arvesen décimo), pero todos tienen que jugar inteligentemente sus cartas el domingo. Hay fuerzas y terreno para evitar el monólogo.
***
Samuel Sánchez repite victoria en País Vasco, y lo de de 2 x 1 deja de ser un chiste. Igual que la presencia de Cadel Evans, que no ha perdido tiempo en ninguna etapa y es, de largo, el mejor contrarrelojista presente. Ayer aguantó el largo sprint en cuesta al vencedor, Rebellin, Contador (impresionante), Bertagnolli y Marchante. Valverde se dejó 8”, como Osa. Están llevando al australiano en volandas hasta la victoria final, en vez de aprovechar su punto débil histórico: es uno de los corredores que peor leen una carrera. Hoy se llega a Vitoria, una etapa clásica en el calendario internacional y que poco a poco se va conquistando su propia historia. ¿El favorito? Freire. Ayer sufrió para aguantar con los mejores (21º a 19”) e incluso metió tiempo a corredores interesados en la general (Azevedo, Joaquim Rodríguez) a los que le favorecía más el duro final. Freire está mejor de lo que se cree. Igual que cuando hizo 3º en la etapa del Xorret de Catí en la Vuelta 2004: sabía que nunca cogería a Eladio Jiménez, pero estaba probándose para Verona. Cuando llegó el Mundial, salía en persona ante los ataques de Basso y Cunego. ¡Que ganas de que lleguen las Ardenas!
***
Freire sobre Valverde, en As: “·Es un ganador nato. Como a mí, a él no le vale con hacer segundo. Para mí es un gran corredor de clásicas, la Lieja o Lombardía van perfectas a sus características. Le están llevando por el camino del Tour, pero pienso que esa carrera es muy difícil para él, a no ser que mejore mucho en la contrarreloj”. Amén.
Pudiera parecer que la clásica se ha resuelto al más fuerte al sprint, y nada más lejos de la realidad. A 60 km. de meta era el corredor bandera del Credit Agricole el que marcaba el ritmo subiendo el Kemmel, con Klier, Boonen y Hoste a su rueda. Y que ritmo, impresionante. En los últimos metros corona Cancellara, un corredor que dará que hablar camino de Roubaix. Lo hace por un motivo muy sencillo: lo más difícil del Kemmel no es subir, sino bajar. Es importante ir delante para evitar caídas, muy frecuentes y tan graves que han costado a más de un corredor su trayectoria profesional. En el terreno hasta la siguiente subida al mismo muro se producen ataques de Ventoso (que está yendo bastante bien en las clásicas) y de Iker Flores, dignos de reseñar por venir de los equipos que vienen. Se forma un grupo por delante con gente como Davis y Cortinovis, un gregario de Petacchi al que se le ve muy fuerte y dentro de la carrera. Aún así, el Millran tira fuerte con el Rabobank para echar abajo la escapada. Boonen (acompañado por Hoste y Devolder) está en un segundo grupo y se desentiende de la carrera al tener delante a Pozzato, a Nuyens y a De Jongh, que se descuelga por un pinchazo.
A 12 km. de meta se produce el ataque de Roesems, un buen contrarrelojista que se aplica a fondo y sin mirar atrás. Una valiente acción que rescata a su equipo del anonimato, y de suicidas: Petacchi viaja con tres gregarios (Cadamuro, Velo y Zabel). Sacrifica al primero en la persecución, pero sin mucho éxito. El final de la clásica, todo callejuelas y requiebros, favorece las acciones en solitario. A un km. se acaba la aventura del belga, neutralizado por un corredor que salta del pelotón: Pozzato. Nervios generalizados y todo el mundo de pie a ver si el impresionante italiano consigue llegar a meta, burlar otra vez a los velocistas en general y al Millran en particular. A falta de 500 m. parece que lo tiene a su alcance, pero a su velocidad empieza a declinar y es superado en línea de meta sólo por tres corredores. Una vez más, gran acción de SuperPippo, al que sólo le sobraron 10 metros para conseguir su primera gran victoria en el norte. En todo caso, está en el camino.
En cuanto a Hushvod, se le esperaba en San Remo y se vio cerrado en el sprint. En Flandes tampoco tuvo su día y esta semana había proclamado sus aspiraciones para Roubaix, carrera en la que fue noveno el año pasado. Al margen de lo que pueda hacer el domingo (en los últimos años, quien gana o brilla en Gante también brilla en el Infierno del Norte: Van Petegem y Museeuw en el 2000, Hincapié en 2001, Backsted en 2004 o Flecha el año pasado), el triunfo del noruego tiene espesor por si mismo, el mismo de un corredor acostumbrado a correr solo y que ha ganado dos veces el maillot verde de la regularidad en el Tour. Cuando está fuerte, ataca de lejos y se va por fuerza (etapa de la Volta 2005), o bien gana al sprint: un poco como Boonen, pero más viejo y con menos éxito. Su victoria demuestra que el Quick Step no es imbatible. Ni el Discovery (Hincapié quinto) ni el CSC (Cancellara sexto y Arvesen décimo), pero todos tienen que jugar inteligentemente sus cartas el domingo. Hay fuerzas y terreno para evitar el monólogo.
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Samuel Sánchez repite victoria en País Vasco, y lo de de 2 x 1 deja de ser un chiste. Igual que la presencia de Cadel Evans, que no ha perdido tiempo en ninguna etapa y es, de largo, el mejor contrarrelojista presente. Ayer aguantó el largo sprint en cuesta al vencedor, Rebellin, Contador (impresionante), Bertagnolli y Marchante. Valverde se dejó 8”, como Osa. Están llevando al australiano en volandas hasta la victoria final, en vez de aprovechar su punto débil histórico: es uno de los corredores que peor leen una carrera. Hoy se llega a Vitoria, una etapa clásica en el calendario internacional y que poco a poco se va conquistando su propia historia. ¿El favorito? Freire. Ayer sufrió para aguantar con los mejores (21º a 19”) e incluso metió tiempo a corredores interesados en la general (Azevedo, Joaquim Rodríguez) a los que le favorecía más el duro final. Freire está mejor de lo que se cree. Igual que cuando hizo 3º en la etapa del Xorret de Catí en la Vuelta 2004: sabía que nunca cogería a Eladio Jiménez, pero estaba probándose para Verona. Cuando llegó el Mundial, salía en persona ante los ataques de Basso y Cunego. ¡Que ganas de que lleguen las Ardenas!
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Freire sobre Valverde, en As: “·Es un ganador nato. Como a mí, a él no le vale con hacer segundo. Para mí es un gran corredor de clásicas, la Lieja o Lombardía van perfectas a sus características. Le están llevando por el camino del Tour, pero pienso que esa carrera es muy difícil para él, a no ser que mejore mucho en la contrarreloj”. Amén.
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05 abril, 2006
Victoria 3 x 1 para Samuel Sánchez
Si ayer dejaba con bastante maldad un suelto con unas extrañas declaraciones del corredor ovetense, ha pasado poco tiempo para que confirmase sus aspiraciones. Samuel Sánchez ha conseguido su primera victoria de verdad, tras al extraña resolución de la etapa de la Bien Aparecida en la última Vuelta a España. En la primera etapa lo intentó bajando Guadalupe, y ayer le salió bien la jugada a pocos km. de Segura. Sólo saltó con él Alberto Contador, tan astuto en ver la carrera como tan ingenuo en sus pocas aspiraciones al sprint con un corredor tan veloz como el del Euskaltel. Da igual: las aspiraciones del madrileño van para la general final, y está cumpliendo punto por punto todos los pasos intermedios.
Ahora tiene 2” de ventaja sobre el resto de favoritos que sobrevivieron al carrusel de puertos, todos sin demasiada enjundia. El sprint del grupo perseguidor se lo llevó Valverde con una facilidad pasmosa, tanto por la falta de rivales como por su propia calidad. Con el previsible sprint de hoy y mañana, sólo quedará la jornada del viernes para limar tiempo antes de la crono del sábado, un monstruo de 24 km. que hará que los cinco primeros de la general sean contrarrelojistas consumados. Y Contador, que ya disputó con opciones de victoria la crono final de Romandía 2005 sin mucho éxito, aún tiene como clientes a Sinkewitz y al peligrosísimo Evans Es la historia de la Vuelta al País Vasco: un corredor que no cuenta en los pronósticos se acaba llevando la general en la crono (Klöden, Rumsas) si no se le da batalla y emboscadas. Por el bien del espectáculo, esperemos que Valverde, Rebellin, Schleck, A. Osa, Vila, Boogerd, Bertagnolli, Colom y Azevedo, además de Samuel Sánchez, opten por el ataque. Que no pase como en la Paris-Niza.
En todo caso, todavía queda explicar la triple victoria de Samuel Sánchez: etapa, liderato y primera victoria para el Euskaltel. Y encima en casa. Las cuentas de la lechera del domingo (“Una etapa aquí vale por dos”) se han cumplido, y qué menos que celebrarlo. Tras haber competido durante aficionados con el Olarra (un par de etapas en Bidasoa) y con un par de positivos a sus espaldas, Samuel Sánchez pasó como integrado en la estructura vasca y fuertemente protegido por Gorospe, su director en su proceso de formación. Tras unos primeros años con problemas de salud muy variados y con fogueo en el Tour, en la edición de 2003 de la carrera francesa pasa con los favoritos el primer gran puerto de la carrera, en la etapa previa a Alpe d´Huez. Al día siguiente entra el último, fuera de control, en el gran día de gloria de Iban Mayo. Nunca más volverá al Tour, en un cambio de programación jamás explicado. Brilla en Paris-Niza, Lieja (4º y 6º, puestos de todo respeto), País Vasco, su Vuelta a Asturias de los amores, renueva por 240.000 euros al año, pero el chaval sigue creciendo y no gana nada. Cierra a Edo en el sprint de Oviedo de su vuelta local, lo descalifican y llora porque “los jueces me han robado un triunfo que quería dedicarle a mi madre” (muerta por cáncer); gana la Subida a Montjuic con los dos sectores y proclama que cierra el año con “tres victorias” (sic)...tras perderse el inicio de 2005 por lesión, disputa el Giro y acaba 17º. En la Vuelta va de menos a más y acaba 11º. Sorprendentemente, Antequera no lo llama a la selección. Nunca lo ha hecho, él sabrá porqué: ya le conoce de las categorias inferiores. En Zürich no se rinde al mal tiempo y acaba 5º. Es un corredor de la clase media-alta del pelotón, pero con un terrible problema para ganar. Y con bastante orgullo. El último ejemplo lo ha dado esta temporada, donde en la Paris-Niza fue incapaz de ninguna acción de mérito y fue justamente castigado con la pérdida del podio en la última etapa. En San Remo ataca y carga las tintas contra Astarloa por neutralizarle, como si el vasco fuese una hermanita de la caridad. En fin: que Samuel Sánchez siempre ha hecho las cuentas de la lechera. Para un dia que le salen, habrá que disfrutar de su momento de gloria.
***
Hoy se disputa la Gante-Wegelwen, la carrera que le birlaron a Flecha el año pasado. ¿La culpa? Las motos de la televisión y de la organización, que llevaron en volandas a Mattan. Karsten Kroon, que estuvo a punto de seguir a Hoste y Boonen en el ataque de Flandes el domingo, ha declarado que las motos ayudaron a los flamencos a irse. Hoy como ayer, que se diría. El catalán está entre los favoritos, que son básicamente los mismo que en Flandes y Petacchi. Sólo falta Van Petegem, que prepara el gran golpe en Roubaix. Y mucho ojo con Pozzato.
Ahora tiene 2” de ventaja sobre el resto de favoritos que sobrevivieron al carrusel de puertos, todos sin demasiada enjundia. El sprint del grupo perseguidor se lo llevó Valverde con una facilidad pasmosa, tanto por la falta de rivales como por su propia calidad. Con el previsible sprint de hoy y mañana, sólo quedará la jornada del viernes para limar tiempo antes de la crono del sábado, un monstruo de 24 km. que hará que los cinco primeros de la general sean contrarrelojistas consumados. Y Contador, que ya disputó con opciones de victoria la crono final de Romandía 2005 sin mucho éxito, aún tiene como clientes a Sinkewitz y al peligrosísimo Evans Es la historia de la Vuelta al País Vasco: un corredor que no cuenta en los pronósticos se acaba llevando la general en la crono (Klöden, Rumsas) si no se le da batalla y emboscadas. Por el bien del espectáculo, esperemos que Valverde, Rebellin, Schleck, A. Osa, Vila, Boogerd, Bertagnolli, Colom y Azevedo, además de Samuel Sánchez, opten por el ataque. Que no pase como en la Paris-Niza.
En todo caso, todavía queda explicar la triple victoria de Samuel Sánchez: etapa, liderato y primera victoria para el Euskaltel. Y encima en casa. Las cuentas de la lechera del domingo (“Una etapa aquí vale por dos”) se han cumplido, y qué menos que celebrarlo. Tras haber competido durante aficionados con el Olarra (un par de etapas en Bidasoa) y con un par de positivos a sus espaldas, Samuel Sánchez pasó como integrado en la estructura vasca y fuertemente protegido por Gorospe, su director en su proceso de formación. Tras unos primeros años con problemas de salud muy variados y con fogueo en el Tour, en la edición de 2003 de la carrera francesa pasa con los favoritos el primer gran puerto de la carrera, en la etapa previa a Alpe d´Huez. Al día siguiente entra el último, fuera de control, en el gran día de gloria de Iban Mayo. Nunca más volverá al Tour, en un cambio de programación jamás explicado. Brilla en Paris-Niza, Lieja (4º y 6º, puestos de todo respeto), País Vasco, su Vuelta a Asturias de los amores, renueva por 240.000 euros al año, pero el chaval sigue creciendo y no gana nada. Cierra a Edo en el sprint de Oviedo de su vuelta local, lo descalifican y llora porque “los jueces me han robado un triunfo que quería dedicarle a mi madre” (muerta por cáncer); gana la Subida a Montjuic con los dos sectores y proclama que cierra el año con “tres victorias” (sic)...tras perderse el inicio de 2005 por lesión, disputa el Giro y acaba 17º. En la Vuelta va de menos a más y acaba 11º. Sorprendentemente, Antequera no lo llama a la selección. Nunca lo ha hecho, él sabrá porqué: ya le conoce de las categorias inferiores. En Zürich no se rinde al mal tiempo y acaba 5º. Es un corredor de la clase media-alta del pelotón, pero con un terrible problema para ganar. Y con bastante orgullo. El último ejemplo lo ha dado esta temporada, donde en la Paris-Niza fue incapaz de ninguna acción de mérito y fue justamente castigado con la pérdida del podio en la última etapa. En San Remo ataca y carga las tintas contra Astarloa por neutralizarle, como si el vasco fuese una hermanita de la caridad. En fin: que Samuel Sánchez siempre ha hecho las cuentas de la lechera. Para un dia que le salen, habrá que disfrutar de su momento de gloria.
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Hoy se disputa la Gante-Wegelwen, la carrera que le birlaron a Flecha el año pasado. ¿La culpa? Las motos de la televisión y de la organización, que llevaron en volandas a Mattan. Karsten Kroon, que estuvo a punto de seguir a Hoste y Boonen en el ataque de Flandes el domingo, ha declarado que las motos ayudaron a los flamencos a irse. Hoy como ayer, que se diría. El catalán está entre los favoritos, que son básicamente los mismo que en Flandes y Petacchi. Sólo falta Van Petegem, que prepara el gran golpe en Roubaix. Y mucho ojo con Pozzato.
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04 abril, 2006
Aviso muy serio para Salzburgo
Primera etapa del País Vasco, la carrera que desde hace muchos años reúne la mejor participación que se puede ver en España. Este año faltan muchas figuras, pero aún así se puede calificar el sprint de ayer en Irún como Mundial. Valverde ha ganado a Freire en su primer enfrentamiento directo. Por un cm., sí, pero ha ganado a Freire. El corredor que lanzó al cántabro a su tercer Mundial ha demostrado una vez más que su mejor arma es el sprint, una modalidad en la que es imposible no ser fan del fenómeno murciano. Con motivo de la extraordinaria decepción en la Milán-San Remo, donde Freire llegó colocado como nunca y se vió rebasado por cuatro corredores, comenté que quizás ha perdido velocidad. Aunque Valverde es muy rápido, jamás he creído que pudiese batir a Freire en un sprint. Es más: el Mundial de Madrid se hubiese quedado en España de haberse repetido la situación de Verona. Lo creo firmemente. Sin embargo, el cuerpo de Freire ha cambiado. Ya se vió en Paglieta, en la Flecha de Brabante y ayer mismo subió el Jaizkibel silbando, cosa que jamás ha podido hacer en la Clásica de San Sebastián. Y ante una lluvia de ataques.
La consecuencia directa es que no es tan rápido, pero es más potente y creo que no ha perdido el fondo. Hay que tener en cuenta que la etapa de ayer era de 130 km., algo impropio de profesionales a estas alturas de la temporada. Aún así, sólo 50 corredores entraron por delante, con el resto a más de un minuto en el mejor de los casos. En el grupo de los elegidos sólo faltaron Zaballa (que venía con muy buena forma) y Weggman, fresco vencedor del GP Miguel Indurain, una carrera con una nómina de vencedores de todo respeto. La carrera venía endurecida y los ataques de Di Luca, Chavanel, Marchante y Bertagnolli antes del Jaizkibel pusieron toda la calidad y lo difícil que es ganar en el País Vasco en su auténtica dimensión. En las primeras rampas se fue Iban Mayo, igual que hizo en la última etapa de Castilla y León, demostrando que al menos ya no es un fantasma en el pelotón. Fue el único ataque. El impresionante ritmo de Boogerd (¡qué rápido se ha recuperado de su problema en el pie!) y Weening evitó cualquier salto, mientras dejaban en bandeja el triunfo a Freire...lástima que Valverde estropease la fiesta naranja. En septiembre se disputa el Mundial en Salzburgo. Todavía queda mucho tiempo, pero los grandes profetas que tiene el murciano (toda la prensa nacional, por ejemplo) no dudarán recordar esta victoria para pedir todos los galones de liderato en la selección nacional. Y no les faltará razón si Freire no da un gran golpe antes de esa fecha.
***
Boonen-show: “en los km.finales creía que estaba perdiendo presión en la rueda delantera. Sin embargo, la veía rara por la fuerza a la que la estaba sometiendo”. Ocho atmósferas, se supone. Tras los cambios rotos en varios sprints, una nueva fanfarronada del corredor del momento.
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Las cuentas de la lechera de Samuel Sánchez, 2 X 1 en victorias. ¿Habla por él mismo o por el equipo?
La consecuencia directa es que no es tan rápido, pero es más potente y creo que no ha perdido el fondo. Hay que tener en cuenta que la etapa de ayer era de 130 km., algo impropio de profesionales a estas alturas de la temporada. Aún así, sólo 50 corredores entraron por delante, con el resto a más de un minuto en el mejor de los casos. En el grupo de los elegidos sólo faltaron Zaballa (que venía con muy buena forma) y Weggman, fresco vencedor del GP Miguel Indurain, una carrera con una nómina de vencedores de todo respeto. La carrera venía endurecida y los ataques de Di Luca, Chavanel, Marchante y Bertagnolli antes del Jaizkibel pusieron toda la calidad y lo difícil que es ganar en el País Vasco en su auténtica dimensión. En las primeras rampas se fue Iban Mayo, igual que hizo en la última etapa de Castilla y León, demostrando que al menos ya no es un fantasma en el pelotón. Fue el único ataque. El impresionante ritmo de Boogerd (¡qué rápido se ha recuperado de su problema en el pie!) y Weening evitó cualquier salto, mientras dejaban en bandeja el triunfo a Freire...lástima que Valverde estropease la fiesta naranja. En septiembre se disputa el Mundial en Salzburgo. Todavía queda mucho tiempo, pero los grandes profetas que tiene el murciano (toda la prensa nacional, por ejemplo) no dudarán recordar esta victoria para pedir todos los galones de liderato en la selección nacional. Y no les faltará razón si Freire no da un gran golpe antes de esa fecha.
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Boonen-show: “en los km.finales creía que estaba perdiendo presión en la rueda delantera. Sin embargo, la veía rara por la fuerza a la que la estaba sometiendo”. Ocho atmósferas, se supone. Tras los cambios rotos en varios sprints, una nueva fanfarronada del corredor del momento.
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Las cuentas de la lechera de Samuel Sánchez, 2 X 1 en victorias. ¿Habla por él mismo o por el equipo?
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03 abril, 2006
Boonen II de Flandes
Un tostón. Como se preveía, el extraordinario dominio de Tom Boonen en el Tour de Flandes convirtió la carrera en un aburrimiento total. Hace un año escribía, un términos bastante fantasiosos, que Boonen podía establecer un dominio tal en este tipo de carreras como el que Armstrong hizo en el Tour, que no tenía rivales en lontananza. Que el interés consistía en saber quien sería segundo y los ataques en los grupos secundarios. Ni eso.
El ataque decisivo lo realizó Hoste en una de las cotas más anónimas de la carrera, un muro en el que no había pasado nunca nada, a 33 km. de meta. Boonen salió como un rayo tras él. Bettini, que iba tirando, miró para atrás, se hizo el longuis ante su compañero (le hubiese tocado tirar, para que engañarnos) y el resto de corredores se disolvió en el anonimato. En cuanto los dos fugados consiguieron 15” de ventaja (¿en un solo km.? Quizás), la carrera estaba hecha. De ahí a meta cayó el velo de lo predecible, igual que en el GP E3 Harelbeeke. Boonen cambió a Ballan por Hoste, y todos tan contentos ante el terrible dominio del campeón del mundo. Por deber de crónica hay que citar a los que se clasificaron detrás, aunque hicieron poquísimos méritos para ser nombrados. Ninguno intentó la persecución en solitario ante la dolorosa presencia en el grupo de Hincapié y Bettini, compañeros de los fugados.
A casi dos minutos entró tercero el gigante americano, en su enésimo buen puesto en una clásica, regulando el sprint del primer grupo con Van Petegem (que se quejaba con los fotógrafos en meta, para canalizar su rabia), Ballan y Cancellara. Más retrasados, Bettini, Klier, Petito y aún más atrás Flecha y Zabel, que se dan amigablemente la mano en meta. El catalán repite su puesto habitual en la carrera (entre el 10º y el 12º), y dadas las patentes carencias de fondo en los últimos muros (se quedó del grupo perseguidor por no poder el ritmo, para nada endiablado) quizás habrá que asumir que es su techo en la misma. Muy poquito más. El Grammont se subió a ritmo de cicloturista, con Hincapié en primera posición para evitar las caídas, el resto ni siquiera consideraron conveniente ponerse en fila india.
Ah, que queda el sprint. En cuanto entraron en el último km. Hoste y Boonen se comunicaron en términos nada amigables. La línea de meta se acercaba y nadie quería lanzar el sprint. Al final, para mantener el paripé, Hoste se va primero, Boonen se pone a su rueda para después desmarcarse y hacer el sprint en el lado contrario, por su cuenta. Gana sin rival, y entra en meta señalando al Rey y la Reina de los belgas, además de a su maillot del campeón del mundo. Si en el post del viernes intentaba encontrar motivos para ver esta previsible carrera y sacrificar una bonita tarde de domingo, alguno se ha encontrado. El más curioso, ver como en todo el recorrido no se había ni una bandera belga en el mar amarillo de los leones de flandes, y la tremenda hipocresía de ver a los monarcas sentados en la tribuna de una carrera nacional que no es la suya. El único entretenimiento, la verdad, y francamente bobo.
***
Vuelta al Pais Vasco marcada por una crono de ventipico km. el viernes. Busquen en la lista de corredores fuertes contra el reloj al futuro vencedor.
El ataque decisivo lo realizó Hoste en una de las cotas más anónimas de la carrera, un muro en el que no había pasado nunca nada, a 33 km. de meta. Boonen salió como un rayo tras él. Bettini, que iba tirando, miró para atrás, se hizo el longuis ante su compañero (le hubiese tocado tirar, para que engañarnos) y el resto de corredores se disolvió en el anonimato. En cuanto los dos fugados consiguieron 15” de ventaja (¿en un solo km.? Quizás), la carrera estaba hecha. De ahí a meta cayó el velo de lo predecible, igual que en el GP E3 Harelbeeke. Boonen cambió a Ballan por Hoste, y todos tan contentos ante el terrible dominio del campeón del mundo. Por deber de crónica hay que citar a los que se clasificaron detrás, aunque hicieron poquísimos méritos para ser nombrados. Ninguno intentó la persecución en solitario ante la dolorosa presencia en el grupo de Hincapié y Bettini, compañeros de los fugados.
A casi dos minutos entró tercero el gigante americano, en su enésimo buen puesto en una clásica, regulando el sprint del primer grupo con Van Petegem (que se quejaba con los fotógrafos en meta, para canalizar su rabia), Ballan y Cancellara. Más retrasados, Bettini, Klier, Petito y aún más atrás Flecha y Zabel, que se dan amigablemente la mano en meta. El catalán repite su puesto habitual en la carrera (entre el 10º y el 12º), y dadas las patentes carencias de fondo en los últimos muros (se quedó del grupo perseguidor por no poder el ritmo, para nada endiablado) quizás habrá que asumir que es su techo en la misma. Muy poquito más. El Grammont se subió a ritmo de cicloturista, con Hincapié en primera posición para evitar las caídas, el resto ni siquiera consideraron conveniente ponerse en fila india.
Ah, que queda el sprint. En cuanto entraron en el último km. Hoste y Boonen se comunicaron en términos nada amigables. La línea de meta se acercaba y nadie quería lanzar el sprint. Al final, para mantener el paripé, Hoste se va primero, Boonen se pone a su rueda para después desmarcarse y hacer el sprint en el lado contrario, por su cuenta. Gana sin rival, y entra en meta señalando al Rey y la Reina de los belgas, además de a su maillot del campeón del mundo. Si en el post del viernes intentaba encontrar motivos para ver esta previsible carrera y sacrificar una bonita tarde de domingo, alguno se ha encontrado. El más curioso, ver como en todo el recorrido no se había ni una bandera belga en el mar amarillo de los leones de flandes, y la tremenda hipocresía de ver a los monarcas sentados en la tribuna de una carrera nacional que no es la suya. El único entretenimiento, la verdad, y francamente bobo.
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Vuelta al Pais Vasco marcada por una crono de ventipico km. el viernes. Busquen en la lista de corredores fuertes contra el reloj al futuro vencedor.
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01 abril, 2006
El fin del Vanderbroucke italiano
“Hoy (por ayer) Dario Pieri ha firmado su dimisión del equipo LPR. La decisión ha sido tomada con pleno sentido de la responsabilidad, en la medida que el corredor ha considerado que no podría alcanzar las expectativas del equipo que, desde el principio de la temporada había apostado por él, otorgándole la máxima confianza posible. Con esta decisión, tomada de acuerdo con la dirección del equipo, Dario Pieri renuncia a la próxima edición de la Paris-Roubaix. Se trata de una baja importante para el equipo LPR, pero consecuente con sus principios éticos y deportivos. El equipo viajará a la clásica francesa con mejor formación posible para honrar de la mejor manera la prestigiosa cita deportiva”
Este es el epitafio de un corredor a un filete pegado, que diría Quevedo. El problema del corredor de Scandicci (periferia industrial de Florencia) era su buen yantar, especialmente las ricas cosas que le preparaba su mamma, con un plato predilecto: la florentina, una chuleta de ternera gruesa como un paquete de folios, hueso incluido. No sabía renunciar al paladar, y al final ha tenido que renunciar al ciclismo. En el año 2000 fue segundo en Flandes, y hubiese ganado de no ser que Tchmil había atacado poco antes. Con un cuerpo esculpido para el pavés, era incapaz de bajar de peso para las citas de abril tras un invierno de excesos delante del mantel. Hasta 15 kilos de sobrepeso, algo imposible de concebir en un corredor profesional. Despedido por el Saeco, en 2002 acaba en el Alessio (segunda fila) y se desmarca con una impresionante victoria en Harelbeeke. Con la mosca detrás de la oreja, Claudio Corti lo llama de nuevo al Saeco, le vigila durante todo el invierno y saca de él un maravilloso segundo puesto en Roubaix. Y ahí se acabó Pieri.
En 2004 se presenta completamente tocino a las carreras, pero con su gran clase y talento innato (no es ironía) arranca un octavo puesto en Roubaix. En 2005 ni siquiera eso, fue despedido a mitad de temporada. Un desperdicio de corredor, porque llevaba el pavés en la sangre. La revista Bicisport, que siempre hace todo lo posible por inculcar el amor a las piedras en los jóvenes díscolos italianos, mimó como pudo a Pieri, dedicándole reportajes, noticias, sueltos y celebraciones de las victorias por venir, sabiendo perfectamente que era el único italiano de su generación que amaba el adoquín. Inútil, en su cabeza sólo había espacio para el filete. El LPR lo fichó y de ahí sacó las invitaciones para todo el circuito del norte, porque el palmarés de Pieri daría para una pequeña figura belga (etapa larga de La Panne y un quinto puesto en San Remo, ahí es nada).
Ahora, organizadores y equipo se encuentran con una cáscara vacía. Dario Pieri entró fuera de control en la última etapa de los Tres Días de la Panne: era una crono de 11 kilómetros.
Este es el epitafio de un corredor a un filete pegado, que diría Quevedo. El problema del corredor de Scandicci (periferia industrial de Florencia) era su buen yantar, especialmente las ricas cosas que le preparaba su mamma, con un plato predilecto: la florentina, una chuleta de ternera gruesa como un paquete de folios, hueso incluido. No sabía renunciar al paladar, y al final ha tenido que renunciar al ciclismo. En el año 2000 fue segundo en Flandes, y hubiese ganado de no ser que Tchmil había atacado poco antes. Con un cuerpo esculpido para el pavés, era incapaz de bajar de peso para las citas de abril tras un invierno de excesos delante del mantel. Hasta 15 kilos de sobrepeso, algo imposible de concebir en un corredor profesional. Despedido por el Saeco, en 2002 acaba en el Alessio (segunda fila) y se desmarca con una impresionante victoria en Harelbeeke. Con la mosca detrás de la oreja, Claudio Corti lo llama de nuevo al Saeco, le vigila durante todo el invierno y saca de él un maravilloso segundo puesto en Roubaix. Y ahí se acabó Pieri.
En 2004 se presenta completamente tocino a las carreras, pero con su gran clase y talento innato (no es ironía) arranca un octavo puesto en Roubaix. En 2005 ni siquiera eso, fue despedido a mitad de temporada. Un desperdicio de corredor, porque llevaba el pavés en la sangre. La revista Bicisport, que siempre hace todo lo posible por inculcar el amor a las piedras en los jóvenes díscolos italianos, mimó como pudo a Pieri, dedicándole reportajes, noticias, sueltos y celebraciones de las victorias por venir, sabiendo perfectamente que era el único italiano de su generación que amaba el adoquín. Inútil, en su cabeza sólo había espacio para el filete. El LPR lo fichó y de ahí sacó las invitaciones para todo el circuito del norte, porque el palmarés de Pieri daría para una pequeña figura belga (etapa larga de La Panne y un quinto puesto en San Remo, ahí es nada).
Ahora, organizadores y equipo se encuentran con una cáscara vacía. Dario Pieri entró fuera de control en la última etapa de los Tres Días de la Panne: era una crono de 11 kilómetros.
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