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18 abril, 2006

La lenta decadencia del T-Mobile

Que el equipo alemán colase tres corredores entre los diez primeros de la pasada Amstel Gold Race es sólo un espejismo que a duras penas camufla la triste realidad de la que fue una auténtica armada magenta que arrasaba de febrero a octubre. El T-Mobile ha ganado esta temporada dos etapas de la Vuelta a California con Olaf Pollack, un triste bagaje que aún así es mejor que el año pasado, cuando tuvo que ser Vinokourov y su triunfo en Lieja los que rompiesen el hielo. Su participación en carreras de prestigio como Paris-Niza, Milán San Remo y Tirreno-Adriático ha sido testimonial, muy lejos de las expectativas de uno de los equipos con mayor presupuesto del mundo, además de uno de los más veteranos (desde 1992). Ya ni ganan en sus viveros tradicionales: la Vuelta a Colonia de ayer fue para Knees del Millran, por delante de Kopp del Gerolsteiner y los prometedores jóvenes del Rabobank Reus y Gesink. El primer T-Mobile fue el irregular Korff, quinto a 1´48” en una carrera de un día.

Todos los corredores que han pasado por la formación alemana han destacado su profesional y medios, pero su desafortunada política de fichajes en los últimos años y la mala maduración de muchos de sus corredores mimados desde amateurs ha llevado al equipo a una situación de bloqueo. A la ya conocida historia de los fichajes de 2003 (Savoldelli, Aerts, Evans, Botero) que en dos años en el equipo sólo consiguieron lesiones y decepciones hay que añadir la extraña apuesta por aquel italiano vago que era Sgambelluri o el evidente hecho de que Nardello, aparte de la victoria en Zurich en 2003, ha conseguido y aportado bien poco. Como Ivanov, aquella flecha en el Fassa ganaba etapas en el Tour y casi la Amstel del 2002. La situación para esta temporada no ha mejorado mucho: Bernucci y Ludewig han pasado en el furgón de cola las clásicas del norte, Rogers abandona en carreras de un día en Francia, Gontchar irá al equipo del Tour con 36 años, Mazzoleni otro que tal y Kirchen, que el año pasado volaba por estas fechas, vive una existencia penosa entre el abandono y el grupo de sprinters. El único que se salva un poco es Sinkewitz, a la espera de saber si puede canalizar su talento en victorias.

Al final, quien saca las castañas del fuego en la escuadra alemana es el grupo veterano: Wesseman, Ullrich y la pasada temporada Zabel y Vinokourov, que ya no podrán aportar nada más. En todo caso, la situación más alarmante viene propiciada por la nula contribución de los corredores mimados durante años en su vivero: Klier y Kessler tienen sus carreras estancandas desde hace varias temporadas, Kloden es el corredor más lagunar del pelotón y el que mejor ha explotado una buena temporada (el 2000, y también el mes de julio de 2004) y Schreck y Schmitz a duras penas dan un destello en una semiclásica para disolverse en la citas importantes. Un panorama desolador y que se viene generando desde hace varias temporadas. Para el futuro, y considerando los abundantes corredores nacidos a partir del año 1980 presentes en el T-Mobile, la situación no es mejor: Baumann, Burghardt, Gerdermann (fichado polémicamente desde el CSC), Gilling, Greipel, Kohl, Rabon y Ziegler han conseguido bien poco cuando sus coétanos ya están ganando carreras importantes. Y Godeefrot-Pevenage-Piva rezando para que San Jan Ullrich les vuelva a dar una plaza de podio en el Tour de Francia.
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Boogerd, sobre la Amstel: tras echar la culpa al T-Mobile por no tumbar la escapada de Schleck –con toda la razón- y al resto del pelotón con cargar al Rabobank con el peso de la carrera –corren en casa, es lo normal y pasa todos los años: una lamentela inexcusable-, lanza una dura puya: “Me sorprendió que Freire no estuviese en el grupo cabecero porque estaba muy fuerte en el País Vasco; Valverde también iba muy bien en la misma carrera y tampoco estaba con los de delante. Por lo que parece, la forma de correr aquí es un poco diferente. Ha sido una carrera muy extraña para mí porque estaba constreñido por la táctica del equipo”.
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Kolesnikov. Este ruso de 20 años está arrasando en el circuito amateur francés y, por razones imposibles de comprender, también participa en carreras profesionales. Y las gana. Tras la carrera de un día Loire-Atlantique, el domingo metió al zurrón el Tour de Finisterre, ganando al campeón de Francia Fedrigo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No soporto las excusas baratas y lo de Boogerd tiene delito ya. ¿Que estaba constreñido por la táctica del equipo? ¡Pero si era el único corredor de su equipo en el grupo de delante!

Es verdad. Muy lentamente el T-Mobile se ha ido debilitando (aunque Klier el año pasado hizo 2º en Flandes y Harelbeke, no creo que esté tan estancado) y parece que la cosa no mejorará. En realidad, a todos los equipos grandes les pasa antes o después.

Anónimo dijo...

Sé que será dificil hasta después del domingo que viene, pero habría que ir viendo detalles y noticias relacionadas con el Giro que se nos viene encima en breve, además con el recorrido espectacularmente montañoso.

Sergio dijo...

Gracias por vuestros comentarios. Habra que ver que pasa en Romandia para hablar del Giro, pero las pautas son siempre las mismas: legion de italianos, Garate y alguna sorpresa.