El año pasado le tocó a Cancellara. El jamelgo suizo iba como un tiro y su equipo lo descartó a última hora sin explicar los motivos, aunque es evidente que fue porque El País publicó lo de clasicómano Luigi. Ah, no, que hubo un motivo: no encajaba en el equipo, por eso llevaron a Vandevelde o algún paquete del género. Este año le ha tocado a Gómez Marchante, del Saunier. Tras ir muy bien en la Vuelta a Suiza (segundo en la general), perdió 2´ en el carrusel alpino que se llevó Gusev. Ya el año pasado se le esperaba en la cita helvética y desapareció, una brillante actuación que repitió en el Tour de Francia. Eso sí, en la Vuelta se salió y atacaba día sí y día también. Será que es corredor de segundos esfuerzos, otro legado terminológico que nos ha dejado Manolo Saiz, a la altura de ciclo de temporada, descanso activo y más que un equipo somos una familia. No tendrá nada que ver, qué va, pero en Saunier tienen señalados a Riccó, Simoni y Piepoli, además de un Millar que ha vuelto a la arrogancia de siempre, Mayo como un personaje de Samuel Beckett y el propio Matxín, que ha subido vertiginosamente en poco tiempo y claro, ahora tiene mal de altura.
Otro damnificado del ataque preventivo de los equipos ha sido J.Rodríguez. Clasicómano no lleva una temporada tan buena como el año pasado y en el equipo en el que está las nueve plazas cuestan como un escaño por Guipúzcoa, más teniendo en cuenta que dos son inservibles porque tienen que ir a la cuota étnica francesa, que es la que pone la pasta. Antes era la cuota étnica mallorquina y ahora gabacha, algo que salimos ganando los aficionados, no tanto el equipo. Y el diminuto ciclista catalán se ha caído de la lista, a pesar de cuajar una muy regular Vuelta a Suiza, mucho mejor que Pereiro y su Dauphiné. Yo no se como funciona esto del ciclismo: te preparas para estar a tope en julio y te dejan sin carrera en un mes en el que no hay competición fuera del Tour. ¿Que se hace con esa forma? ¿Se pierde? Ah, no, se congela, que ya servirá para más adelante.
Y lo decía al principio. Ya salen de su madriguera los hombres-Tour. Carlos Sastre, que afirma todo ufano que "me siento capacitado para ganar el Tour". Sastre es un ciclista pagado de sí mismo: las mejores flores se las pone solito, y siempre en ojal (la entrevista completa es un buen ejemplo, obviando que ya fue jefe de filas en varias Vueltas, con magro resultado). A vuela pluma, me salen recuerdos de declaraciones sobre "me dí cuenta en mi segundo año de profesional que podía hacer cosas que otros no podían" (por eso tiene ese brillantísimo palmarés y por eso estaba en la ONCE) y toda su retahíla de insultos al resto de componentes de la caravana cuando no le bailan el agua. A diferencia de Marchante, que es de una chulería madrileña inofensiva y divertida, Sastre es un pequeño cacique (Líder Máximo) que gusta de mostrar su chulería de manera extemporánea, regular y afilada. Vuelvan a leer el titular de la noticia de As.
También es un ataque preventivo. Me siento capacitado para ganar el Tour. El nuevo Bjarne Rijs, no por casualidad su director: de gregario a ganador del Tour, y sin palmarés de por medio. Ese es Carlos Sastre en su más pura esencia. Estamos hablando del ciclista que fue gregario de Hamilton en 2002 y 2003 (la etapa de Iparralde, ¡qué exageración!) sin darse cuenta de que iba bombado. Que fue gregario de Basso en 2004, 2005 y 2006 sin darse cuenta de que también iba dopado. En contra de lo que se dice por ahí -y nunca en este blog- yo no creo que Sastre esté en la Operación Puerto. Pero bueno, ahí está el sentido común: el año pasado se papó las tres grandes y consiguió los mejores resultados en las mismas desde los años sesenta. Me siento capacitado para ganar el Tour. Reflexionen sobre esas palabras. Sobre el verbo "capacitar". Sobre la trayectoria deportiva de Sastre, el equipo en el que milita y su director. Todo un ataque preventivo, por lo que pueda pasar.