Regulando en la crono |
El pasado agosto Stefan Schumacher volvió a competir, tras cumplir dos años de sanción por sus repetidos positivos por CERA durante el Tour 2008 y en los JJ.OO. El alemán jamás ha reconocido haberse dopado y, aunque ha mantenido una exquisita omertà, sólo ha encontrado acomodo en el modestísimo Miche italiano.
Había aprovechado su verano de 2008 -ganó las dos cronos largas del Tour, estuvo a punto de ganar una de montaña con 4.000 metros desnivel, fue maillot amarillo- para firmar un supercontrato con el Quick Step, algo que tuvo sus efectos positivos porque jubiló a Bettini. Al poco salió la noticia de su positivo y su reacción: yo no se nada y he firmado mi contrato.
A saber en que acabó aquel contrato, pero el hecho es que su retorno ha sido en el Miche y con estos poco esperanzadores resultados. Eso sí, ya dice que su objetivo es el 2011. Con 29 años y todavía con edad para ambicionar algo más, el pasado no deja a Schumacher porque él mismo, con su cerrilismo de negar su dopaje, impide cualquier otra opción. Si no me dijesen que es de Stuttgart estaría por afirmar que es de Ossa de Montiel, Las Lumbreras o el mismísimo Béjar, aunque me quedo con que es católico.
En Alemania, al revés que en España, los ciclistas dopados suelen tener problemas con la justicia ordinaria. De hecho, Oscar Sevilla fue denunciado por fraude junto a Jan Ullrich al inicio de la Operación Puerto, y todo por estar enrolado en el T-Mobile. Sinkewitz tuvo que pagar una multa antes de volver a competir. Schumacher tiene su particular lío legal por cuenta de su antiguo patrón, el inolvidable Holczer del Gerolsteiner, el manager que dice que no sabía nada de lo que se cocía en su equipo.
Este personaje, que dice que no tenía un programa antidopaje dentro de su equipo porque se fiaba de la palabra de los muchachos, reclama el sueldo que estuvo pagando a Schumacher entre su primer positivo (mediados de julio) y su desvinculación del equipo (15 de octubre), unos tres meses. Se calcula que son unos 150.000 euros, además de 6.000 euros en equipo que el calvo alemán se quedó.
El asunto sigue adelante y el juez dictará sentencia en breve. Los precedentes para Schumacher no son muy buenos: Ullrich también se metió en una batalla judicial por unos dineros adeudados -el era el que reclamaba- y al final le ha quedado una losa encima que, como en el caso de Schumacher, sólo ahonda en la decadencia del ciclismo y sus protagonistas, que lo tienen bien claro cuando son pillados: seguir mintiendo y me da igual lo que pueda pasar.
De Schumacher se llegó a decir, y nada menos que el presidente de la Federación Alemana -un antiguo ministro con Köhl-, que si por él fuese no volvería a competir. Lo ha hecho y no muestra ningún síntoma de arrepentimiento. Como Vinokourov, con la diferencia que hay entre Kazajistán y Alemania. O entre España y Alemania. Ese tratamiento federativo, que en España nos suena tan exótico, ha hecho que Klöden esté insultando siempre que puede a su federación -hace diez años que no compite con la selección del odio que les tiene- y los periodistas de su país, o que el simpático y de rendimiento nada sospechoso Haussler se haya nacionalizado australiano esta misma temporada.
¡Haussler! Se va a una selección donde competirá en los próximos años por la capitanía con gente como Goss o Gerrans, de características similares, y renuncia a ser capitán único de Alemania, una selección que si el Mundial no es completamente llano para Greipel o Ciolek, se queda sin nadie para rematar el previsible buen trabajo de Burghardt, Grabsch, Knees, Gendermann, Martens o Weggman. Eso es una elección vital, porque difícilmente tiene vuelta atrás, y que recuerda mucho a aquella jaimitada de Rebellin intentando ser argentino porque su federación no lo quería llevar al Mundial entre 2002 y 2006, precisamente por un vídeo muy comprometido de lo que hacía en el interior de un hotel.
Se habla mucho de la cadena del dopaje y siempre se detiene en los mismos eslabones: el médico, el equipo, o lo fantasmagórico de que es un deporte muy duro. No se suele hablar de que la Federación -que es quien aplica las sanciones- es un punto fundamental para combatir el flagelo del dopaje, porque sabe desde aficionados quienes son los mejores y a qué se dedican. En España, por poner el ejemplo recurrente, se saca pecho de un oro olímpico conseguido por alguien que dio dos veces positivo en aficionados, o se defiende de manera absurda y muy reveladora a gente como Valverde. En cuanto a la Operación Puerto, el juez no colabora y no podemos hacer nada, ¡que sigan corriendo todos!.
En Alemania el ciclismo es un deporte en recesión. La Federación nacional, que vive de ello, prefiere tener un deporte limpio a un deporte con figuras internacionales de dudosa honorabilidad y con sorpresa incluída en algún control antidopaje. Prefiere estar como en los ochenta -Raimund Dietzen y nadie más- a tener una pequeña constelación de estrellas -¿que no hubiesen podido ganar Jaksche, Ullrich, Sinkewitz, Kessler y Schumacher en estos años?- con los que sacarse la foto y sacar pecho en reuniones con otras federaciones. Casi, casi como aquí. Debe ser que nos queda esa puntita para la convergencia europea.
***La noticia del día y una de las del año. El esperadísimo informe de la AMA sobre los controles antidopaje durante el Tour de Francia. Ya puestos, podían haber tardado un poco más y actualizarlo con el solomillo.
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¡Pues mira que me extraña! Habrán sido los portugueses, ya se sabe que esos corruptores siempre atacan por el eslabón más débil...¡Malditos periodistas extranjeros! ¡Primero lo de Alberto y ahora esto! ¿Por qué no se están quietos en sus redacciones mientras su profesión desaparece, en vez de ir por ahí investigando y husmeando? ¡Empirismo, coño, empirismo!
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El dueño del popular bar Faisán (situado por cierto en Irún, tierra de promisión) tuvo entre 1999 y 2006 nada menos que 3,5 millones de euros en cuentas suizas. El bar, que se podría rebautizar Solomillo, era una tapadera para el dinero que ETA saca con la extorsión, mezquinamente llamada durante muchos años impuesto revolucionario. Según la actual ley española se le puede llamar terrorista, aunque en su DNI ponga Joseba Elusúa, nacido hace 74 años. ¿Saben por dónde lo van a intentar enchironar? Por delitos de blanqueo de dinero y evasión fiscal. Casi, casi, el mismo trato recibido por Eufemiano Del Gran Poder, que también tuvo cuenta en Suiza en ese periodo, y que ahora disfruta del buen clima canario apenas pasado los 50 años.
Ya se cobraba su particular impuesto revolucionario -por lo novedoso- con las primas por éxitos deportivos. En cuanto a lo otro, extorsionar, lo que se dice extorsionar, es mucho más fácil cuando pones encima de la mesa medallas olímpicas, Copas de Europa y torneos de tenis. Eso de las pistolas es tan demodè...
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Uno que ha visto el ciclismo de alto nivel por dentro y no le ha gustado. Cosas de jóvenes.
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Un buen reportaje sobre Jeff Novitzky, el hombre detrás de la investigación a Armstrong.
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Buenos propósitos, pero el urbanismo sprawl de los EE.UU no favorece un uso intensivo de la bicicleta