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09 julio, 2008

Schumacher sale de las tinieblas

Alguien que no aparecía en ninguna quiniela ha ganado la primera crono del Tour. Corredor-guadiana por excelencia, y con un expediente impresentable, el alemán Schumacher realizó un portento de carrera en Cholet, en un disciplina que sin serle ajena -cuarto en una crono del Giro, ganador en Tirreno 07- tampoco es la suya. Lo suyo son las arrancadas de fuerza y potencia, uno de los mejores del pelotón. Todavía joven, está por ver a donde llega.

De momento, en este Tour se puede esperar poco. El año pasado debutó y acabó a tres horas, en un anonimato inexplicable. Como todo su equipo. Al contrario que el segundo clasificado, de nuevo Kirchen, y que al menos sabemos que puede llegar al final gracias a su 7º puesto de 2007, Schumacher se dedicará a ganar etapas, tras una temporada calamitosa donde no ha asomado la oreja en ninguna carrera. Hasta ayer.

El más beneficiado de los grandes favoritos, como cualquiera podía ver, fue Evans. Y el segundo, Menchov, para sorpresa de De Andrés y Probenecid, que parece que desconociesen el rendimiento del ruso en la disciplina, a pesar de exhibiciones como las de la Vuelta 2005 o el año pasado en Zaragoza. Aún así, apenas le sirven para enjuagar los 38" de la etapa de Nantes. Una pena, porque es un corredor de la escuela navarra -no se despega subiendo, defiende lo ganado contra el crono- y siempre es bonito ver una defensa de ese tipo.

A Piti lo querían convertir en algo así. De hecho, ganó la Dauphiné, en sus propias palabras, "a lo Induráin". Ayer se dejó 1´07" con Evans en 29 kms. Un mes antes le había sacado 21" en 31 kms. Saquen ustedes las cuentas. Aún siendo bastante decente la crono ejecutada por el murciano, no deja de ser una involución de Cronoman, que parece encontrar la kriptonita en el Tour de Francia. El 23º de la etapa, algo bastante peliagudo para querer ganar el Tour, aunque insisto que los tiempos no han sido tan demoledores.

En medio han quedado clásicos (Millar, Cancellara el esperado, Voigt, Hincapie, Chavanel, Iván Gutiérrez) y auténticas sorpresas. Vandevelde, el hombre cuya confesión podría aclarar los Años de la Vergüenza (ha militado en UsPostal, Liberty y CSC, en solución de continuidad, siempre sin resultados) ha sido 8º, su mejor resultado como profesional. Nibali -han leído bien- un sorprendente 10º, tras haber acabado el Giro arrastrándose en el Mortirolo. Y entró en meta pedaleando con rabia, como si quisiese más kms. Probablemente, el mejor resultado de un italiano en una crono del Tour en un lustro.

En cambio, el resultado más esperanzador de un transalpino en esta disciplina corresponde a Cunego, ayer mismo. 17º, metiendo tiempo en crono a todos los escaladores y cediendo poquito con los mejores rodadores. Habrá sido el parche, pero aquí hay corredor para las zonas nobles de la clasificación general. Desde luego, la nota positiva del día. Y otro muy destacado ha sido Kohl, el escalador austríaco apodado faccia di maiale en Italia, 31º y militando en el Gerolsteiner: lo veremos cuando la carretera se empine.

En el capítulo negativo se queda F.Schleck, que no mejora contrareloj y se queda el 46º, por detrás de sprinters; Zubeldia -no es una novedad-; Popovych, el año pasado 4º en las dos cronos, éste por encima del puesto 100º; y Cobo, a 3´45". Dice que no fue cómodo, que las pulsaciones no le subían de 160 y tal y cual. Bueno, más trabajo para Piepoli cuando aparezca la montaña. La general, en sus diez primeros puestos, está copada por rodadores, salvo dos: Kirchen, que está a 12" de asaltar el maillot amarillo el jueves; y Evans. O sea que ya saben: a atacar, que esto es el Tour y ya hay algunos que han cobrado ventaja. Y es sólo la cuarta etapa.
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A Urraburu no le cae bien Schumacher. Por eso elenca y se deleita en todo su historial de dopaje, lo nunca visto en este periodista. Qué saludable sería que lo hiciese con todos los corredores. Pero ese no es el periodismo que se practica en este país, de amistades y clientelas.
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Anker Sorensen, que estuvo en el Giro de paseo para después ganar una etapa de montaña en Dauphinè, repite en Austria, nada menos que en el Kitzbühler, otro puertarraco de aupa de esos que hay en los Alpes de ese país.