
Decían que no había montaña en este Giro porque sólo un puerto (Sestriere) supera los 2.000 metros. Bueno, pues ayer la etapa de 237 kms. acumuló 4.700 de desnivel total, más de siete horas encima de la bici y un desgaste brutal por el calor. En esas condiciones de ultraresistencia el pelotón de los sprinters llegó a 48´, una diferencia rara vez vista. El ciclismo tiene infinitas posibilidades de espectáculo sin tener que subir a colosos reales o inventados, y es una buena lección que se puede sacar de la etapa, disputada íntegramente en la provincia de Pesaro-Urbino y a base de bucles y revueltas por la misma zona.
En el km. 2 se formó una numerosa fuga que iba a llegar muy lejos, merced a la combinación de buenos escaladores y gregarios de corredores para la general. Atacaron Scarponi y De Bonis del Diquigiovanni, y allí que se fueron Cunego o Popovych. Como el corredor local
Zapatero se cayó y sus ambiciosos planes quedaron en nada, a falta de subir el último puerto, con 230 kms. de fuga en las piernas, sólo quedaba Popovych y 5´ de ventaja sobre el inane pelotón.
Cualquiera hubiese pensando que el ucraniano, recuperado para el ciclismo tras un 2008 en el que su mejor amigo dio positivo por EPO, tenía diferencia suficiente para ganar. Era una falsa impresión: el pelotón se había colocado a sólo 2´30" en el anterior puerto, pero un corredor tan hábil bajando (Contador le debe el Tour 2007) aprovechó que el descenso estaba sin acabar y en tierra -reformar las carreteras para que pase el Giro es una constante de la carrera, pero a veces no se llega a tiempo- para ampliar su ventaja, porque al pelotón le colocaron una moto con bandera roja ante las narices: así es el Giro, así es Italia, y habrá ocasión de volver a estos aspectos en la etapa cercenada (si es posible en 87 kms. de etapa) del Blockhaus.
Apenas 35 corredores llegaron a la base del último puerto. Entre ellos, el gregario Pauwels, segundo en la etapa del día anterior (y fugado todo el día, claro) que jamás la había visto tan franca: jamás había disputado una etapa de estas características y ahí estaba, con los mejores. Puso el primer ritmo y su jefe Sastre se quedó, mientras empezaban los primeros fogueos con Basso y Di Luca, a los que respondió de manera muy eficaz Menchov. Separado el grano de la paja, asistimos al curioso espectáculo de Armstrong intentanto engancharse a los favoritos, hasta que alguien le dijo que hiciese el favor de ayudar a Leipheimer, que ayer cedió y no acabará en el podio. Mientras tanto, Sastre ya se había incorporado a los favoritos tras superar las pendientes más pronunciadas.
Al tercer ataque se fue solo. Quedaban seis kms. para meta y Menchov no salió tras él, dejando la tostada a Basso (que fue a comerla, porque así está hecho: glotonería de querer recuperar los años perdidos en unos meses) y Di Luca, mucho más inteligente. Popovych fue alcanzado y los más crédulos apostaban por un Alpe d´Huez 2.0, cuando realmente Sastre se desinfla al final:
le pasó en La Toussuire en el Tour 2006 y en otras ocasiones, pero hay que reconocer que este corredor es un especialista en etapas de ultraresistencia. También en la tercera semana, cuando todos y el sentido común van a la baja, pero bueno.
Así, tras realizar gran parte de la ascensión en solitario y llegar a contar con 1´10" sobre Menchov y Di Luca, Sastre sólo pudo sacar en meta 25" a Menchov, 33" con el saldo de la bonificación. Eso sí, tiene el podio asegurado y ha ganado una etapa, una cosa nada baladí en un corredor que apenas pasa de las cinco victorias de profesional. El ruso corrió inteligentísimo, a lo Indurain. Tanto que, entrevistado por la periodista de la RAI que nació con las gafas de sol puestas, pidió disculpas por correr de manera tan fea para el espectador (eso es opinable, pero bueno), pero que cuando hay bonificaciones en meta y tienes a un tipo como Di Luca a 35" tienes que usar la cabeza. Y vaya si que la usó: aunque al final tuvo que sprintar para el segundo puesto y batió a
Il Killer (como en Alpe di Siusi), dejó que su mayor rival se cebase en la persecución de Basso -lo pillaron en el último km, quedó el último del sprint a tres- y pusó un mojón importantísimo en su camino hacia Roma.
Lo de Sastre fue aguachirri. El propio Arribas, que había anunciado el ataque, es
incapaz de poner en su crónica que las diferencias logradas por Sastre respecto a Menchov y Di Luca son muy pequeñas, porque le estropea la pieza. El abulense ha corrido por entrar en el podio, y lo ha logrado. Sólo diez corredores se han subido al podio en las tres grandes: Anquetil, Gimondi, Fuente, Van Springel, Merckx, Hinault, Fignon, Indurain, Rominger y Contador, en orden cronológico aproximado. Sastre es, con mucha diferencia, el peor de todos en cuanto a palmarés y trayectoria. Y sin embargo sigue mejorando con 34 años.
Ganó el Tour con 33 años, en lo que supuso una vuelta al amarillo
con el que debutó en el ONCE. Ahora parece que le gusta más el negro. Ayer Arribas compuso toda su crónica de ataque anunciado
en torno a la sombra y un "ejército oculto", como si este deporte no tuviese ya bastante y fuese posible escribir cosas así, que sólo abundan en el secretismo y la sospecha. Quizás es donde se siente más agusto tanto el periodista como el corredor. Sastre jamás obtiene resultados antes de las grandes rondas. No se sabe nada de su preparación, sólo que a finales de 2007 dejó al que le había llevado. A finales de 2008 dejó el CSC porque, según él, "Rijs casi manda a casa a tres corredores en la etapa de Sabiñañigo", sin más explicaciones ni más orden lógico con una etapa de transición. Por cierto, subió al podio de dos grandes en esa misma temporada, algo que no se veía desde Beloki en 2002 y, como vencedor en al menos una de las citas, desde Pantani en 1998. Buenos referentes. Y sigue mejorando con 34 años. Vive bien en la sombra, con su "ejército oculto" y con maillot negro. Será que el secreto de su éxito es la magia negra.
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K
ohl dice que deja el ciclismo, que es imposible conseguir nada sin doping. El discursito hubiese resultado más creíble si lo hubiese hecho en julio o en septiembre, y no tras las declaraciones de una triatleta austríaca con la que compartía médico-mánager, que fue lo que le obligó a confesar la mentira de su carrera. Como está en una causa penal, a lo mejor esta nueva rueda de prensa de
faccia di maiale o
cara de cerdo le sirve para afrontar con más garantías el peso de la ley. El mismo día se conocía que
Humanplasma (casualidades, ¡eh!) ponía los motes a sus clientes según las figuritas en promoción en el McDonald´s de la acera de enfrente: a Kohl le había tocado en gracia Shrek, como el ogro porcino de la película. Casualidades.
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Por compromiso, me he visto obligado a leer el libro de memorias de J.J Santos, conocido periodista televisivo. Yo esperaba encontrar algo de ciclismo (en la horrenda portada pixelada y compuesta con desidia aparece un casco) y lo único que aparece es una historia lacrimógena de J.M Jiménez, edulcorada y cargante. Ni una referencia a los tres Giros que retrasmitió, entre 1993 y 1995, para Telecinco. El libro se destina a venganzas personales contra García, Gil y especialmente Clemente. Edita Aguilar, la editorial de Prisa que primero vende los libros a peseta y sin ningún criterio comercial (este es un buen ejemplo), y después los regala o salda. El libro no vale absolutamente para nada, esta escrito con violencia hacia la gramática -y con muchos artículos transcritos- y carece de cualquier estructura, lo que paradójicamente es su mejor garantía: no cabe ninguna duda de la autoría de J.J Santos. El único momento divertido es cuando confiesa que Lazarov lo fichó para Telecinco porque tenía "ojos de payaso", y eso gustaba a la audiencia. Un genio de Rumanía.
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Propaganda camuflada como información. Bueno, es la característica de
El Mundo desde sus orígenes, qué menos que
Marca se apunte también. Ojo al que firma el anuncio, que supuestamente es un periodista independiente y con un prestigioso blog, referencia en Internet y faro del ciclismo. Por mi parte, si tuviese la nefasta ocurrencia de comprarme un trasto de esos, jamás me compraría ni esa marca ni ese modelo, de la misma manera que nunca compro el cupón de los ciegos, jamás contrataré ninguna póliza con Liberty y ni enajenado consumiré nada de las empresas-fantasma de la dictadura kazaja, pero eso creo que lo hacen todos los europeos al oeste de los Urales. Cuestión de elección: cuando se opta por un testimonial como Contador, hay que estar a las duras y a las maduras. Para mí ejerce el sentido contrario al que pretende el patrocinador. Ya puestos, en vez de contarnos que entrena tras un trasto de esos, que nos cuenten las otras cosas con las que entrena, de esas sí que me interesa la marca y las prestaciones. Sin embargo, no les hace falta anunciarse: tienen un mercado cautivo y dependiente. Su única amenaza son las falsificaciones chinas, pero ya nos dicen que son "peligrosas" y "con riesgos".