Dieci, cento, mille volte Freire

Lo hizo. Oscar Freire suele acertar cuando tiene un objetivo a su alcance. Tres Mundiales y dos San Remos harían que el 95% de todos los profesionales belgas, italianos o franceses que ha habido a lo largo de todos los tiempos vendiesen a su madre para conseguirlos. Oscar Freire los tiene. Su triunfo ha sido retrasmitido para España por la ETB y Eurosport, cuando en La 2 programaban futbol sala, el deporte de moda a finales de los ochenta. Así nos luce el pelo. Sin bola de cristal ni abrir las entrañas de un pájaro, no es difícil atisbar que mañana la prensa deportiva nacional abrirá sus ediciones con el resultado de La Furia o con la pole de Pedrosa. Y así nos luce el pelo, a Lady Grecian y a caspa.

Pero vayamos al protagonista, al absoluto genio que es Freire. Aquí se podría hacer un atisbo de crónica de la carrera. No tendría sentido. Una escapada larga con Aitor Hernández del Euskaltel y dos rusos. Bien. Una escapada de Popovych con Pellizotti subiendo la Cipressa, con menos credibilidad que una encuesta de Playboy a sus lectores. Bien. Caídas varias, algunas muy violentas como la de Molleta incrustando su cadera contra una farola, también. Pero la San Remo son 290 kms. que se deciden en los últimos 200 m. Y esos 200 m. nunca serían iguales si antes no hubiese habido esos 290 km. El fondo. La calidad. La clase. De eso tiene Freire para fundar una ONG a fondo perdido.

Cientos de Millram en Via Roma. Preparan su treno. Poderoso, imbatible. Sacchi, Lorenzetto, Zabel, Petacchi cuya novia Anna Chiara ha entretenido a los cámaras en los aburridos kilómetros previos. Una mancha naranja, la eterna esperanza, incrustada desde hace 20 km en la cuarta posición del grupo. Fugado en el suave fuego de artificio del Poggio. Trazando la curva perfectamente mientras Bettini humillaba el maillot arcoiris con un descenso de juvenil, todo valga para que se diga que estuvo por ahí. La mancha naranja sola. Como siempre. Como cuando debutó en el año 2000 con un tercer puesto arcoiris mientras el actual campeón mundial hacia la guerra por su cuenta. Siempre solo. Que más da ver a un Flecha boqueando y tragando todo el viento en el Poggio. Un desaparecido McEwen. Estaba Freire. Estaba todo.

En su cuarta posición fue viendo como, al igual que las distintas fases de un cohete espacial, el Millran iba quemando unidades. 200 metros a meta. Freire se abre a un lado, su bendito lado y empieza la pasión. La realizacion opta por la toma frontal. Impresionante ver a Boonen retorciendose para imprimir velocidad y el fabuloso cambio de ritmo de ese genio de la bicicleta que es Freire. Grito de celebración en meta. El segundo, Allan dopaje por objetivos Davis a bicicleta y media. Un sprint imperial, perfectamente lanzado por el Millram. Petacchi ya ladeaba la cabeza mientras Freire empezaba a alzar los brazos. Bettini cuerpo entero asistiendo al desenlace del sprint. Si, ha ganado el mismo que os ha dado vuestras derrotas más humillantes. Ha ganado Freire. Lo ha vuelto a hacer en Italia. Lo ha vuelto a hacer ante vuestras narices.

Con su triunfo Freire se situa entre los diez mejores corredores de todos los tiempos de la Milán San Remo. En la edición del centenario. Que quieren que les diga. Este post se termina aquí. Si ya era fan confeso e incondicional de Freire, el triunfo de hoy solo aumenta la devoción. ¡Qué sprint, señores, qué sprint!