El Giro de Di Luca

Danilo Di Luca consigue ganar un Giro de Italia, carrera que ambicionaba desde que debutó en la misma como neoprofesional. I sogni si avverano. Era el año 1999 y el poco discreto joven lograba ser segundo en la típica etapa de montaña de la primera semana. Primeros titulares y primeros patinazos verbales, del tipo "en dos años me veo luchando por la maglia rosa". Tuvo que esperar hasta 2007 y tener 31 años cumplidos.

En el camino nada hacía presagiar que Danilo pudiese alcanzar su objetivo. Especialmente en el periodo 2002-2004, cuando el italiano impetuoso enlazó muchos sinsabores en su fracasado trienio en Saeco: ninguna gran victoria, un misterioso abandono en la previa de Lieja 2004 por una repentina apendicitis, el veto del Tour ese mismo año por su implicación en la red de dopaje de Santuccione...la suerte parecía echada para este corredor.

Sin embargo, en 2005 ficha por Liquigas y se saca de la manga una temporada sensacional, como demuestra el maillot blanco del ProTour que consigue. Victorias de prestigio y, sobre todo, un 4º puesto en el Giro, llegando muy bien a la última semana y resistiendo en la crono. Volvía el Di Luca de la juventud, con tanto de excesos verbales. Sin embargo, 2006 fue una pesadilla, típico de su recorrido profesional con dientes de sierra: entre los diez primeros en alguna clásica de las Ardenas, 10º en el Giro y sólo en forma en la primera semana de la Vuelta, cuando consigue la muy bonita victoria de la Covatilla. Efectivamente, volvía el Di Luca de la juventud: mucha fuerza por la boca y más bien pocos resultados en la carretera.

Su cotización para este año había caído por los suelos. Empieza bien, ganando la Milán-Turín, pero un inoportuno resfriado le deja fuera de Tirreno junto con sus compañeros Petito y Pellizotti. No volverá hasta la Coppi&Bartali, donde gana una etapa ante Riccò. ¿Llegará a punto para las Ardenas? Pues sí: Tercero en Amstel, Tercero en Flecha y espectacular victoria en Lieja. En el Giro no ha tenido rivales serios: ya pudo ser líder en el primer día, pero un pequeño incidente con Gasparotto se lo impidió. El único momento en el que perdió tiempo ante algún rival peligroso fue en la etapa de Lavaredo, con la espectacular cabalgada de Mazzoleni. Aunque las diferencias no lo demuestren, Di Luca ha dominado el Giro a su antojo, incluyendo dos etapas, una de ellas la primera de alta montaña en su palmarés, nada menos que en Briançon.

El triunfo de Di Luca transciendo la propia figura del ciclista. Es la primera vez que lo consigue un corredor del centro-sur de Italia. Ayer la Gazzetta preguntaba al paisano abruzzese Franco Marini, presidente del Senado, sobre la relevancia para su olvidada región del triunfo. Respondía como un politíco: "crecimiento económico". Se que es difícil contener la risa, pero también dijeron que la recuperación económica de Italia pasaba por ganar el Mundial de fútbol, y lo hicieron. Ellos sabrán. Di Luca es el primer corredor que enlaza Lieja y Giro desde Berzin en 1994. No es el mejor ejemplo posible, pero si que es raro ver a un corredor con perfil clásico de pruebas de un día ganar el Giro y de la manera que lo ha hecho. Cosas del ciclismo.

Mañana habrá espacio para hablar de las otras cosas de carrera: la etapa española de todos los años, enmarcada en el contexto de un equipo con cuatro etapas y cuatro corredores diferentes, pero fuera del podio final. El último que lo consiguió fue el Kelme en la Vuelta de la Droga 2004, saquen ustedes las conclusiones; ese Piepoli ganador de una etapa y segundo en otras tres, incluyendo la cronoescalada; Mazzoleni, con dos investigaciones por dopaje abiertas, haciendo podio; Andy Schleck, que debuta en una grande con un segundo puesto y ningún momento de flaqueza; Cunego, que pide a gritos un cambio en su carrera deportiva; y el naufragio colectivo de Discovery, siguiendo la tónica del Tour 2006.
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Será juez sustituto, pero se sabe la lección muy bien. No hay indicios de delito en una banda criminal que utilizaba recursos del Estado, como la Farmacia del Ejército; que manejaba divisa internacional en efectivo; que traficaba con productos dopantes falsificados en China, y de importación irregular; el cabecilla tenía diez tarjetas telefónicas diferentes; todo un sistema de claves y códigos ocultos. No hay indicios de delito, como le dejó dicho el antiguo juez titular.

Hay tantas cosas de la Operación Puerto sin saber y el juez sustituto dice que no está obligado a investigarlo todo. Recordemos que, por ejemplo, no se ha abierto el contenido de las, al menos, dos CPUs encontradas en los pisos del dopaje. Que no se sabe de quien era la sangre con la que compitieron Hamilton y Pérez en 2004. Que no se ha hablado de otros deportes que no sea el ciclismo. Sin embargo, la redacción de El País factura esta noticia roma, sin matices, en vez de llevarse las manos a la cabeza. ¡Qué bonito!

En fin. No desesperemos. Recordemos que hay seis recursos en curso (juego de palabras no forzado) y que van por la vía deportiva, organismos internacionales que no persiguen meter en la trena a los deportistas, sino saber quienes son para aplicar sanciones deportivas. Lo que preocupa es la deriva del caso, al que ya veo en el Supremo dentro de cinco años, cuando Piti, Urco, César y Rosa estén retirados por cuestiones de edad.
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Gusev gana la Vuelta a Bélgica y Schumacher la Vuelta a Baviera, ambos basando su triunfo en la contrarreloj. Ojo con el alemán para el Tour.
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En el GP de Llodio, nueva exhibición a pares. Si en la Clásica Primavera el circo correspondió a un Piti y clasicómano Rodríguez que se las prometían felices antes de la nueva primavera de la Operación Puerto, ahora es la prueba alavesa la que tiene que resistir las embestidas de un equipo que se mueve por encima de los demás: el Saunier Duval. Ganó De La Fuente, en su primer triunfo como profesional, y segundo fue Del Nero, el hombre del Tour de Flandes. No hubo espacio para nadie más. Cuando corre el Saunier, todos los que no son amarillos pasan a ser comparsas.