¿Es esto ciclismo? El final de la 2ª etapa de la Vuelta al País Vasco consistió en una subida de ocho kilómetros -en puridad, seis- y un último tramo de carretera de cabras con porcentajes brutales que hacían del ejercicio de tan noble deporte un divertimento para masocas y aficionados a la antropología del sufrimiento humano. El ciclismo es un deporte de resistencia, y hay mucho más espectáculo con un final de tres kilómetros en subida tras 250 km que en una etapita con un kilómetro brutal, donde todas las fuerzas se igualan y los ciclistas ejecutan extrañas danzas, más preocupados por mantener el equilibrio que por marcar diferencias. Claro, poner una etapa de 250 en una carrera como el País Vasco es difícil, pero todavía no alcanzo a entender estas etapas con finales asesinos, donde se difumina el pedaleo en la más pura lucha por la supervivencia. ¿Las diferencias arriba? Mínimas. Sólo un Carlos de Andrés desatado podía ver algo positivo en lo vivido ayer: visiblemente emocionado por ver a los ciclistas derrengados nada más cruzar (Contador entre ellos), de la misma manera en que alguien se emociona por ver entrar vomitando a Isidro Nozal en el Mundial CRI de Bardolino 04, el comentarista de TVE desgrana uno por uno la lista de damnificados, como si el mérito estuviese en el sufrimiento, como si a alguien le gustase verse en esa tesitura. Muy triste. El debate ya se planteó con L´Angliru (donde sólo ha habido grandes diferencias en la etapa de Simoni en el 2000, cuando Heras fundió a Casero), que afortunadamente no se sube desde 2002, y en el Italia con el Ciocco en 1995: basta poner un 28 y todos dando pedaladas en el aire, que diver. Pero no hace falta irse tan lejos: hay que recordar el espectáculo del domingo en Flandes para ver que no hacen falta carreteras de cabras como la de ayer para marcar diferencias. Un poco de cordura, por favor.
A lo que iba: la etapa la ganó Moncoutie, un buen profesional francés especialista en finales en alto al que se le da bien España. Hace dos años ganó en Navacerrada y la general de Alcobendas y el año pasado le birló la etapa del Tour de Figeac a Flecha y Egoi Martínez, que se quedaron boquiabiertos ante el ataque del corredor del Cofidis, que cumple 30 años este mes. El trabajo sucio lo hizo Aitor Osa, bienvenido a las posiciones delanteras, generoso en su esfuerzo hasta el punto de que parecía que le estaba lanzado el sprint al enemigo (por decir algo en esa cuesta inhumana). Daba igual: recibirá su buena dosis de linimento por ser líder en casa, aunque eso no signifique esencialmente nada en el ProTour. Aitor Osa ya ganó la carrera en 2002, el primer vasco desde Gorospe en 1990, y recibió sus buenos agasajos por ese hecho anecdótico. No tantos recordaron por entonces que la victoria del burgalés de Villarcayo Iñigo Cuesta en 1998 fue saludada con los mismos epítetos, ante la lamentable sequía de corredores vascos en la carrera (la única etapa fue ganada por el malogrado Agustín Sagasti en 1994). No me parece mal que Cuesta, magnífico corredor, fuese saludado como propio (se formó en la cantera vasca, igual que Heras), lo que me parece mal es que los gloriosos titulares de 1998 se olvidasen en 2002. Ahí están las hemerotecas para recordarlo. Osa es un buen corredor en este tipo de finales (fue segundo en la Flecha Valona de 2003, la de Astarloa), pero el año pasado tuvo una temporada pésima. Ojalá vuelvan por sus fueros tanto él como su hermano pequeño, el fabuloso dúo dinámico de Itziar: el año pasado ningún ciclista guipúzcoano ganó carrera alguna.
* * *
Hoy se disputa la Gante-Wevelgem, que es también carrera ProTour, obteniendo así la categoría que se merece la clásica del Temmelberg. Parece que el máximo favorito es Boonen, que ya ganó la prestigiosa carrera el año pasado (bellísima la foto de la victoria). A ver si alguien es capaz de hacer saltar la banca. Visto el estado de forma del fenómeno belga, si fuese director deportivo me la jugaría de lejos: ni loco me atrevería a llegar al sprint o en pequeño grupo con Boonen. Hay corredores valientes, rivales y en forma capaces de ello: Van Bon o Mattan, por ejemplo. Veremos que tal les va a los españoles en una carrera que están obligados a correr, pero no con el espíritu olímpico, ese ya se vio en Flandes.
06 abril, 2005
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4 comentarios:
Javier Palacin no gano ninguna Etapa en el Pais Vasco, en todo caso sería Agustin Sagasti.
Toda la razón para tí, Sagasti es el que ganó el primer sector de la quinta etapa del 1994. Que quede constancia aquí de mi confusión, acudo raudo y veloz a cambiarlo en el post.
Hombre Sergio, decir lo de los caminos de cabras poniendo Flandes como ejemplo no creo que sea afortunado teniendo en cuenta subidas como el Koppenberg o el Muur con rampas del 20%. Quitemos también la Flecha Valona entonces. Los porcentajes bestiales están bien si se raciona la dureza.
En cuanto a la Gante-Wevelgem, hoy ha ganado Mattan por delante de un Flecha que apunta a Roubaix, aunque no sin polémica. Yo no he podido ver la carrera pero me la he grabado así que ya daré mi opinión mañana al respecto.
Uhm...no tanto, son rampas de apenas centenares de metro, ni comparación con lo visto en el País Vasco...sólo hacía falta ver como llegaban a meta todos, muy diferente que en la L-B-L. Paso a comentar ahora mismo la Gante-Wevelgem en el post diario.
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