Deprisa, deprisa es el título de la mejor película de Carlos Saura y vale muy bien para definir la vida deportiva de Mario Cipollini, que ayer de sorpresa y por medio de un comunicado de prensa anunció su retirada de la vida deportiva tras 17 campañas de profesional y más de 170 victorias (las 189 que se repiten por ahí incluyen criteriums). Cipollini fue un corredor dotado por la naturaleza con unas condiciones para la práctica del ciclismo realmente excepcionales: su volumen de VO2X, la longitud de sus piernas y sus watios de potencia podían haber hecho de él un corredor con objetivos mucho más ambiciosos de los realmente logrados, que no son pocos: Cipollini ha sido uno de los mejores sprinters de la historia, algo que Petacchi nunca será. Ya en su campaña de debut (1989, que lejos queda) ganó una etapa en el Giro al tavolino, como se dice en Italia cuando es por descalificación del contrario, y desde entonces sólo falto a su cita anual con la carrera que le hizo grande en los años 93 y 94, la primera por preparar el Tour (fue líder gracias a estar enrolado en la locomotora del GB-MG, nada menos que con Museeuw y Jaskula para la CRE) y la segunda por la tremenda caída en la etapa de Salamanca de la Vuelta, aquella con Adriano Baffi.
Deprisa, deprisa es también una película de jóvenes desorientados, que se meten en la vorágine de una sociedad que es imposible de asimilarlos y que no pueden escapar a su destino. Cipollini el joven, el más grande y con el recuerdo que nos tenemos que quedar, llegó a ganar entre 1990 y 1992 tres veces la etapa larga de los 3 días de la Panne, el GP L´Escaut en 1991 y 1993 y la Gante-Wegelvem en 1992 y 1993, además del E3 Harelbeke este mismo año. Era un corredor al que se le daba muy bien el norte por naturaleza, y que llegó a correr y acabar la Paris-Roubaix. Ya en 1992, cuando enlazó 4 etapas en el Giro y la maglia ciclamino Cipollini empezó a mostrar síntomas de estrella, confirmados tras su gran Tour de 1993...vió que era facilísimo ganar sprints ante una generación en cuesta abajo como la de Van Poppel y Abdoujaparov y, ¿para qué luchar y sufrir en el Norte? Mejor la vida acomodaticia del treno y el relámpago final del sprint que deje a todos boquiabiertos, para que después me llamen Rey León, SuperMario o Il Bello. Cipollini, tras recuperarse de una temporada 1994 prácticamente en blanco, volvió convertido en un personaje de sí mismo, en un caza etapas con vestimentas imposibles (el mono con los colores del Vaticano en el Giro de 2000, sus chalecos sin mangas, sus cortes de pelo) y prestaciones que rayaban lo fabuloso (sus cuatro etapas en la Volta de 1998, sus cuatro etapas seguidas en el Tour de 1999). En el año 2000 su equipo fue excluído del Tour y SuperMario empezó un lento peregrinar de lamentaciones y agravios que le hizo superespecializarse en el Giro: 5 etapas en 2001 y 6 en 2002, para poner a tiro de piedra el récord de victorias parciales de Binda, que finalmente consiguió superar en 2003. 42 etapas, que se dicen pronto.
Deprisa, deprisa. SuperMario se dió cuenta de que una pequeña obsesión que tenía desde sus años mozos, la San Remo, podía salvarle un palmarés demasiado especializado en etapas. Fue segundo en 1994 (tiró la bici al coche del juez de carrera, por obstaculizarle el sprint y por la rabia de la ocasión perdida) y de nuevo en 2001 tras Zabel, esta vez jugándose por vez primera el sprint en Via Roma. Cipollini había pasado el Poggio, y para el 2002 era su máximo objetivo. Lo consiguió y salió en Flandes para lucir el maillot de líder de la Copa del Mundo: fue noveno a poco tiempo de los primeros. Ganó la Gante-Wegelvem al ataque, remontando en el Kemmel. 6 etapas en el Giro. 3 etapas más en la primera semana de la Vuelta. Y el Mundial de Zolder, cortado bajo su patrón y ganado de una manera horrible para un Mundial, como una etapa más. Fue la consagración máxima de Cipollini, sabedor de que a la historia sólo se pasa con grandes victorias. A partir de ahí, el vacío: Cipollini humilló el maillot arcoiris con un 2003 de pena, donde tomó la salida en la Vuelta con la CRE por equipos de Gijón para que su equipo fuese invitado y al día siguiente se volvió a Italia. El 2004 apenas dos victorias y el 2005 igual, incluyendo la final en el Giro de Lucca, en su casa y batiendo a Petacchi. 38 años y punto y final. Tocata y fuga, a la imagen del otro gran lucchese, Giacomo Puccini.
Cipollini, como buen italiano y estrella, nunca pierde. Su retirada, a pesar de que ningún medio lo haya apuntado, se debe a que ya no cabe en el equipo Giro del Liquigas, que se va a presentar en la salida con Garzelli, Cioni y Di Luca, y para Cipollini el Giro era su única razón de ser. En esas circunstancias, y viendo que todos los de su generación se han retirado (el último, Tafi), Cipollini ha realizado su último sprint y deprisa, deprisa, a 10 días del Giro, ha anunciado su adiós. Quedémonos con el grandísimo ciclista que fue en muchos momentos y también con el lamentable camorrista (el puñetazo a Cerezo en una Vuelta), llorón (LeBlanc me odia y no me deja ir al Tour) y chulo ("Soy tan importante como Pantani") que también fue.
***
Victoria de Pereiro en el prólogo de Romandía.
27 abril, 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Pues si. Se va "Il Bello", el mejor sprinter de la historia para mi (ya que de los del pasado no opino ya que no los vi). Se va un tío capaz de ganar etapas en el Giro en tres decadas diferentes, y un tío capaz de dominar los sprints con 35 cumplidos. Quizá los dos últimos años han sobrado, pero se lo perdono. También se puede decir que tenía un equipo para él. Pues como todos. Pettacchi también lo tiene. Si, es un poco chulo y ha ytenido gestos muy feos como el de la vuelta que comentas, pero también ha sido un profesional que ha sabido dosificarse para ganar etapas en 13 Giros distintos creo y para con 36 tacos ganar un mundial que aunque se lo pusieron "a huevo" son mas de 250 km.
¿De verdad no han asfaltado el puerto ese del Giro? pues ya verás como "para variar" recortan la etapa como vaya un Italiano lider.
Un saludo
Pues sí, llegó la hora del adiós, un poco triste en el momento, justo antes de su gran prueba, pero algo cantado, aunque nadie apuesta porque un corredor se retire en mitad de la temporada.
Yo la verdad es que casi nunca le veía por las clasificaciones de las carreras italianas, lo cual me hacía pensar que, o no participaba o se retiraba en la mayoría.
Para mí también el mejor sprinter que he visto, aunque muy favorecido por su espectacular físico (algo parecido pasa con Petacchi), hay otros corredores con una fisonomía de sprinter menor y que tienen casi más mérito sus victorias.
Con Cipollini se va uno de los últimos integrantes de la década de los 60, cada vez quedan menos, aunque todavía no puedo publicar en ningún lado un post con el título "El último del 64", refiriéndome a la retirada del último corredor de esta gran quinta en la que hubo grandes ciclistas (Indurain, Bruynnel, Breukink, Raúl Alcalá, etc) y alguno de mis grandes ídolos, a su vez grandísimos ciclistas (me refiero a Gianni Bugno y a Pascal Richard).
Pues creía que este año iba a poder publicar ese post, pero todavía siguen en activo Ludo Dierckxens y Jens Heppner, así que habrá que esperar (por cierto que mérito seguir corriendo a los 40 tacos!!!)
Deprisa, deprisa, vas mejorando a ojos vista. Tu crónica de hoy está muy bien, especialmente lo referido al Cipollini joven.
Gracias por vuestros comentarios. A mi, particularmente, el Mundial de Zolder me parece uno de los momentos más bajos del ciclismo en mucho tiempo: por recorrido, por teledirigido y por previsible. La generación del 64 fue lanzada antes de tiempo: ahí se ve en que se quedó Alcalá y donde acabó Museeuw, también del 64. Las generaciones hay que verlas a posteriori. Mira la fabulosa del 70 italiana: Pantani, Bartoli, Belli, Casagrande...podían haber ganado mucho más. Olano, por cierto, también es del 70 y los dos últimos despellajarían por su palmarés.
Publicar un comentario