Salud y vejez (cuando los ciclistas lleguen a la jubilación)

Hace unos días El País publicó un amplio reportaje sobre los beneficios de la actividad física en los ancianos: el típico artículo de ciencia divulgativa en plan yalodecíayo, poco más por delante en objetivos y conclusiones que esos que semanalmente nos atormentan con conclusiones como que los hombres se estresan en presencia de bellas mujeres.

Esta subespecie de la ciencia y el periodismo, donde la única pregunta cabal que cabe hacerse es cómo se destinan recursos públicos a financiar esos recreos pseudointelectuales, es una auténtica plaga. No dejen de seguir la pista de este fenómeno, hay ejemplos semanales y las universidades británicas están detrás de muchas de estas brillantes conclusiones.

En el caso de hoy el experimento ha sido llevado a cabo por una persona a la que se encendió la lucecita de la creatividad en ¡1994! (y porque lo vio en una publicación del gremio y que ya se había realizado: esto es España, que inventen otros) y por el eximio Alejandro Lucía, en tiempos relacionado con el ciclismo -muchos profesionales acudían a las instalaciones de su centro de trabajo a hacer pruebas de esfuerzo- y últimamente relacionado con las causas más nobles. Recuerdo haber visto un día por la tele un publireportaje sobre estas cosas de los beneficios del ejercicio, no se si en jóvenes o viejos, tanto más da.

Yo lo celebro. Es justo que las mentes más brillantes se dediquen a estos estudios de indudable transcendencia y calado social, tanto por lo innovador de su propuesta e hipótesis de partida como por las conclusiones prácticas. Desde luego, su tiempo esta mejor empleado que cuando se dedicaba a dar una pátina científica a las tonterías de su amigo Carlos Arribas, saldada con unos vertiginosos patinazos, como justificar el rendimiento de Landis por lo aerodinámico de su botellín, una innovación que ha calado en el ciclismo.

Este tiempo ya pasó y ahora el catedrático se dedica a lo suyo, mientras el periodista sigue también en lo suyo, que para eso firma el reportaje que hoy nos ocupa. Y deja su impronta, claro. Atentos a cómo a partir del cuarto párrafo, y poniendo en boca de uno de los médicos algo que el no dice ("podría haber mencionado también"...ya, pero resulta que no lo ha hecho) introduce el argumento EPO al que dedica ¡tres párrafos! antes de volver al supuesto tema central. ¿Puede funcionar la EPO en la mejora de la calidad de vida de los ancianos? Perdón, la pregunta faústica es mucho más capciosa: "Si los ciclistas van mil veces mejor con un hematocrito de 50 que con uno de 40, ¿no será mejor uno de 40 para los enfermos que uno de 30, que les permite moverse lo justo?".

Ya ven que metidos en jeringas y hormonas se pierde el rigor científico, dado que el periodístico se perdió hace años: ¿que es eso de mil veces mejor? ¡Vaya licencia! En todo caso, menor a la anterior de "transformó durante décadas a mulas laboriosas en purasangres del deporte" o "mejoró también el rendimiento de los ciclistas hasta límites con los que no podían soñar". Tal parece que el artículo este escrito por un resentido del deporte y no por uno que saca sus garbanzos de glosar las gestas logradas gracias a las tres siglas. En todo caso, el excurso y los argumentos chirrían mucho en el tema del artículo.

¿Y cual es la respuesta? ¿Es bueno chutarse EPO en la tercera edad? Dice que no, alegando estudios de la poderosísima FDA y no uno de The Lancet que se comentó aquí y que dice básicamente lo mismo, y de mayor impacto y validez: por cierto, ambos estudios realizados sobre un amplio muestreo de población y no sobre mayores de 65 años, la única posibilidad que daría validez para contestar a la capciosa pregunta.

La sorpresa no está en la respuesta (¿se imaginan la respuesta contraria? "Afirman que la EPO mejora la calidad de vida en los ancianos") sino en simplemente plantearse la pregunta. La EPO tendrá sus efectos positivos en enfermos renales y en esclavos del sistema deportivo que con 35 años tienen el resto de la vida por delante y unos buenos ahorrillos a costa de su salud y decencia, no lo dudo, pero dudo que la administración prolongada de cualquier medicamento -y en el artículo hay torpedos contra la industria farmacéutica y sus intereses como industria, que no son otros que vender sus productos- en dosis o microdosis diarias que no se administrarían ni a un enfermo, tengan efectos neutros a largo plazo.

Lo que nos deja con otra pregunta, la de cómo llegaran los deportistas de los años dorados de la EPO (Arribas habla de este fenómeno como "la moda": leánlo si no me creen) a la vejez y su calidad de vida que tanto preocupan a los autores del estudio. ¡Ahí si que sería necesario un estudio, y no faltaría población muestral! Considerando que Steven Rooks es el ciclista que confesó tomar EPO desde fecha más temprana (a partir de 1989), y considerando también que el uso combinado con la testosterona y las anfetaminas que también dijo usar en sus trece años de profesional no aceleren nada malvado, el ciclista holandés cumplirá 65 años en el año 2025. A ver como llega. Eso sí, de momento está mucho mejor hablar de lo bien que sienta a nuestros mayores moverse con regularidad. Un trabajo científico brillante e innovador, ya les digo. Y el periodístico ni les cuento, a la altura de cuando lamentaba la pérdida de la patente de EPO.

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Maglia rosa para Nibali en la CRE del Giro. Hubo lluvia y bellos paisajes camino de Cuneo, que se intenta vender -y no le faltan las razones- como destino para cicloturistas. El Liquigas, guiado por un tremendo Sabatini, marcó el mejor tiempo y dejó a los principales equipos dentro de la horquilla del minuto. El Astana, liderado por la locomotora rosa de Vinokourov, corrió como es normal en el el corredor asiático: sin cabeza. A 5 kms. de meta ya se estaba quedando Stangelj y el loco kazajo seguía a tope. Después se enfadó visiblemente en línea de meta, girándose hasta en cinco ocasiones a abroncar a su compañero. La noticia negativa la dio el Caisse, que ha perdido la friolera de 2´19", o todo lo que había evitado perder Arroyo en Holanda. Garzelli incluso ha perdido 11" más.

La general deja a Basso a 13", Vinokourov a 33" y Karpets a 35". Si los del Liquigas corren con cabeza, dejarán coger el liderato a Greipel o Goss, a 26". O a una escapada. Queda muchísimo Giro.

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Curioso. Sólo aparecen tres ciclistas en esta amplia relación. Uno de ellos desconocido, otro por conocer sus límites, y el otro Óscar Freire. ¿Antes no estaba considerado deportista de élite? ¿Tiene que haber iniciativa propia o se considera de facto? ¿alguien sabe como va esto? ¿qué beneficios aporta a un residente en Suiza?

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Dos positivos recientes, ante el anonimato de su vida deportiva, deciden transcender su destino y aportar su granito de arena a la Antología del disparate. Jesús Rosendo, brillante exponente del ciclismo andaluz y cuya página web es una metáfora, se rebela ante los resultados del pasaporte biológico y achaca las variaciones en sus niveles hemáticos a unas hemorroides. Al parecer, los reticulitos te bajan al nivel anémico si padeces esta incómoda afección anal, pero siempre en casos donde la pérdida de sangre sea como las fuentes del Nilo. A mí esto me parece bastante incompatible con la práctica del ciclismo, e incluso con llevar esa dieta sana y equilibrada de los deportistas profesionales.

El caso del chino que corría en el equipo de Armstrong (para vender pulseritas amarillas en la dictadura comunista ficharon a un corredor de 31 años), positivo por clenbuterol, ha dicho que tomó algún alimento engordado con esta simpático anabolizante. El caso recuerda al de un atleta español de hace unos años, que intentó demostrar comiéndose un cerdo entero que podía haber trasvase porcino-humano: le salió mal. El chino se escuda en la fama de los productos de su país, la misma que llevó a que en los JJ.OO de 2008 muchas delegaciones llevasen la comida desde su país. Su coartada tiene algunos visos de prosperar, pero ya puestos podría haber hablado de las bayas de Goyi o la sangre de tortuga, que dan mucho más juego.