Hay una carta para tí

En teoría esta semana la UCI está haciendo llegar, cartero mediante, la notificación personalizada de propuesta de sanción a los corredores con valores anormales en la secuencia del pasaporte biológico. La semana que viene remitirá esa misma comunicación a equipos y federaciones y, por último, lo comunicará en su página web con todos los nombres.

Es fácil imaginar la ansiedad de algunos ciclistas ante lo que pueda traer el cartero. Al contrario que el efímero programa de Isabel Gemio del mismo nombre que el post de hoy, esta misiva no trae mucha esperanza, pero las cosas hay que verlas por otro lado: hay muchos ciclistas que no tienen por que temer nada.

Por una parte, están los que saben perfectamente que su rendimiento no se debe a nada anormal, pero esos nunca salen en las noticias ni en los primeros puestos, mucho menos van a salir en este asunto. Y, por otra parte, están los ciclistas que desde que se implantó el programa (otoño de 2007) han cambiado radicalmente su calendiario: de ser ciclistas que se centraban en un objetivo de la temporada, y que muy raramente salían de esa coordenada establecida, desde la primavera de 2008 han constituido un heterogéneo grupo que está en forma de febrero a octubre.

¿La razón? Como el programa del pasaporte biológico está enfocado a cazar tramposos mediante el escrutinio de sus valores para ver si hay alteraciones significativas en periodos muy cortos de tiempo, la mejor forma de camuflar esas prácticas tan extendidas en el ciclismo es estar en forma todo el año. Ya ven que paradoja: con el fin de combatir el dopaje, el pasaporte biológico ha logrado que algunos ciclistas -los que se lo pueden permitir, porque la cosa sale cara- estén todo el año a tope. Aunque no ganen nunca, pero siempre entre los diez primeros en carreras de Argentina en febrero a la Japan Cup en octubre.

No es cuestión de poner nombres -por favor, nada de quinielas-, simplemente es darse una vuelta detenida por cyclingquotient y ver cómo de manera fantástica varios corredores se ajustan a ese patrón. ¿Pero si estos no tienen nada de lo que preocuparse, entonces que nombres saldrán? Bueno, pues saldrán nombres ya conocidos y dados a conocer en estos dos últimos años porque han protagonizado algún positivo: que menos que ellos, que ya están marcados, para exhibir los beneficios del pasaporte biológico. Ya veo a McQuaid mostrando analíticas que apuntan al positivo de tal o cual, y exhibiendo trofeos ya cazados.

Es altamente improbable que salga algún corredor destacado. Tienen acceso a los programas de control de sus equipos -con lo que eso significa- y saben perfectamente de qué va el tema. Sin embargo, no quiere decir que estén completamente tranquilos estos días. Alguno pensará que esta última frase es una alusión a ese lugar común de lo ciclistas, que cuando te hacen un control nunca sabes que va a salir (¿?), incluyendo muchos de ellos que hablan de manipulación de frascos, sabotajes o un popular ex-ciclista que dice que la UCI está interesada en que haya un cierto número de positivos, y que si no los hay pues hay que inventarlos o crearlos, para seguir manteniendo el negocio del antidopaje.

Nada más lejos de la realidad. Si están intranquilos es por la resolución del caso Valverde. Al parecer el TAS está acelerando el proceso para que haya una resolución firme esta misma semana. Si el Tribunal de Arbitraje Deportivo se manifiesta a favor de las tesis del CONI, estará validando el método con el que el organismo italiano ha cazado a Valverde, tan simple como comparar su ADN con las muestras de la Operación Puerto. Recuerden que el CONI no consiguió únicamente las del murciano, sino también otras 41. Son bastantes, suficientes para que muchos ciclistas anden estos días mucho más preocupados de lo que vaya a decir el TAS que del pasaporte biólogico, porque con la prueba del ADN no van a servir especulaciones -atentos a la retahíla que puede salir- de esa clásicas de "me subió el hematocrito de golpe porque se murió mi abuela". Será una prueba tan irrefutable que ni el mismísimo Valverde, con toda su panoplia de abogados carísimos, ha sido capaz de poder cuestionar una evidencia de ese tipo. Y eso si que es para estar preocupados, y no por lo que pueda traer el cartero.
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Si el día anterior perdieron 14´, ayer Cavendish y Hushvod fueron 1º y 3º en el sprint de Suiza. En medio, un Oscar Freire que iba muy bien colocado pero que tuvo que esquivar a Gavazzi, momento en el que Cavendish logra su diferencia y que, aunque no logra aumentarla, el cántabro tampoco la reduce. Tanto Hushvod como él entran en meta sin pedalear: lo han dado todo y no ha servido de nada. Cavendish se mueve en otro mundo, como si el del Columbia acaparador y aplastante no fuese suficiente.
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El año pasado ganó el Giro viniendo de la playa, superando caídas, una alergia y la progresión de un corredor dopado con CERA. Este año acaba de hacer tercero en el Dauphinè, su primera carrera en dos meses, "sin haber hecho series, ni intensidad, ni tras coche, que es lo que suelo hacer para coger ritmo de competición (...) también he notado ciertos problemas de alergia". A pesar de todas estas adversidades, que en cualquier otro corredor harían que la clasificación final fuese más realista, nuestro gran campeón siempre se sabe sobreponer y demostrar su calidad intrínseca: consigue sin entrenar lo que al 99% de los corredores le cuesta grandes sacrificios. Y va tan sobrado que lo dice a los cuatro vientos.
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Si se pregunta "¿No hay ningún tipo de prueba contra Alejandro Valverde?" y se responde "Nadie nos ha enseñado nada", y con esto se da por finalizada la entrevista, pues todos contentos y a bailar la conga de la mentira. Si el entrevistador es Urraburu y el que responde es el director de Plaza, Zaballa, Mancebo y Fertonani pues habrá que suponer lo habitual en estos casos: combustible y propaganda para los fieles, una nueva capa de tierra sobre el cádaver del ciclismo y la decencia.