Corre para la historia, hace historia

Algunos -los de siempre- ya lo daban por muerto y en franca regresión. Sin embargo, si algo se puede asegurar de Oscar Freire es que es un sempervirens: entre su primera gran victoria en 1999 y la última de ayer mismo han pasado once años, una horquilla de años de rendimiento al máximo nivel con muy pocos equivalentes en la historia del ciclismo.

Y es que ayer Freire conquistó su tercera Milán-Sanremo, la carrera en la que nunca ha bajado del séptimo puesto y en la que, cuando las piernas de los demás flojean, las suyas vuelan. Jamás ha perdido sus señas de identidad y todavía se consideran sus victorias "una sorpresa": sorpresa para los iletrados de este deporte, no para sus rivales que lo sufren y padecen, los que tendrán que decir a sus nietos "si, podía haber ganado más, pero coincidí en el tiempo con uno que ha sido tres veces campeón del mundo y de la Sanremo". Y ese tiempo son once años.

Siete horas de carrera con lluvia y mal tiempo, más una recta final diferente podrían hacer pensar al incauto que el final de este año podría ser diferente. En absoluto: cuando vienen mal dadas se dice que "es una lotería", pero resulta que es una lotería en la que muy pocos, y todos muy buenos, tienen todos los boletos. Y si en esa lotería llevas en volandas a un corredor como Freire, hoy situado como pocas veces se le ha visto, todas las apuestas van para el corredor cántabro.

Se intentó desde lejos: Gilbert subiendo el Poggio y después Pozzato, la mayor amenaza antes de un sprint masivo. El italiano lo sabía bien e intentó la jugada que le sirvió en 2006. Formó un pequeño grupo de corredores e intentó llegar lo más cerca de meta para dar el golpe de contrapie a su distancia, porque fuerzas iba a tener. No funcionó porque el Liquigas dejó todo el esfuerzo en llevar a Bennati al sprint final, o eso creíamos. Una vez neutralizado el pequeño grupo de Pozzato, saltó Nibali.

¿Para qué? Herido en su orgullo y sabiendo que en el sprint se iba a producir una carnicería, o simplemente para demostrar que era el más fuerte, Pozzato volvió a intentar irse a poco más de dos kms. para meta y cuando ya se estaba callejeando por Sanremo. Y fue el mismo Liquigas el que lo neutralizó, en la misma acción en la que llevaba a meta a Freire. Un Liquigas tirando para Bennati y en tercera posición, sin nadie que le incomodase, el triple campeón del mundo, que jamás la había visto tan franca en una gran carrera.

Tras la última curva el gregario del Liquigas intentó lanzar el sprint pero pasó poco tiempo hasta que Freire se situó en cabeza y, al contrario que en otros grandes sprints, sin necesidad de hacerse paso por su querido lado izquierdo -el derecho para el telespectador-: esta vez por el centro y sin ninguna oposición. A 50 m. de meta sus rivales dejaron de pedalear y aprovechó para sacar una distancia absurda de dos bicicletas, la misma que en el brutal sprint de 2007 y básicamente ante el mismo rival.

Aquel año quedaron detrás del campeón español un australiano lastimoso del que no merece la pena acordarse (ni sus propios compatriotas lo hicieron) y Tom Boonen, uno de los mejores clasicómanos de la historia. Tres años después la foto del podio es con Boonen y Petacchi, que consigue su mejor resultado en la carrera desde el año 2006. Al final de la Sanremo, el mejor sprint de la temporada en una carrera única, sólo llegan los mejores corredores y los más escogidos. Imaginénse uno que gana la carrera por tercera vez, el segundo mejor corredor de la prueba desde los tiempos de Eddy Merckx y el que jubiló al primero -Erik Zabel- con un sprint inolvidable en 2004.

A Freire, que no tiene referentes en el ciclismo español -por mucho que insista Arribas- y muy poquitos en la historia del ciclismo, lo que es de Freire: ya supera a Coppi en el registro histórico de la Sanremo y ya sólo tiene por delante a unos tal Merckx, Girardengo, Zabel, Bartali y De Vlaemick. Y en el Mundial, su otra carrera predilecta, está empatado con tres oros y un bronce con Van Steenbergen y Alfredo Binda. Sólo es cuestión de estupidez auténticamente hispana tener dudas sobre su capitanía y la táctica que tiene que llevar su selección de cara al próximo Mundial de Melbourne.
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¡Vaya como se ha tomado Urraburu el TASazo! La última parte es inenarrable, no lo escribiría ni el propio Valverde...
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El sinpar Alain Laiseka, de Deia, califica la sanción en Italia como "algo anecdótico". Claro, es como si en una profesión como cirujano estás inhabilitado para ejercer en un país por unos asuntillos que desprestigian tu profesión, pero sin embargo puedes ejercer en otros países. Anecdótico, ya les digo.