Decían que esta Vuelta era diferente

Mira que me sabe mal por ciertos colectivos que habían apostado porque esta era una Vuelta diferente, con etapas de montaña con "puertos encadenados" y no se qué zarandajas más. Mi pesimismo antropológico sobre esta carrera y sus organizadores pueden más de lo que se veía reflejado en el papel, y está bien insistir una vez más sobre esto: la Vuelta la salva su extraordinaria participación, lo demás es tedio y hastío de una carrera mal planteada y peor ejecutada.

Tras el primer triunfo de Farrar en una grande -ha disputado las tres de este año, ahora dice que va al Mundial- en Caravaca de la Cruz, y tras el reparador día de descanso, los ciclistas encararon la etapa reina de la Vuelta, la de Velefique. Curiosamente, por esos artes de trilero que demuestran los periodistas de ciclismo, tras el absoluto bodrio vivido en Almería lo de etapa reina pasó a Sierra Nevada, porque la realidad de esta Vuelta es muy terca y siempre se puede aplazar un poco más. Y tampoco es que pasase mucha cosa.

En la Vuelta, y esto es una tradición histórica muy difícil de erradicar, la etapa reina se convierte siempre en etapa infanta. Lo de Velefique fue espeluznante. Llegó la escapada y ganó Hesjedal, un corredor sin victorias en Europa y ex-Phonak (donde llegó a ser cuarto en una Volta), que al menos tuvo el mérito de batir en meta al Xacobeo García Dapena. Este simpático personaje dijo que confundió la bandera de montaña con la de meta, reviviendo el mismo suceso que le había pasado a su compatriota Pereiro en la Vuelta de 2005. Vista la reincidencia, habrá que recordar que en el ciclismo, para plantearse ganar primero hay que intentar no caerse de la bici y segundo, hay que saber leer. Parece una tontería pero no lo es.

El único favorito que atacó fue Gesink, a dos kms. de meta. Alcanzó a Mosquera -anda que te anda todos los días intentando irse, con magros resultados- y arrancó la bonificación por el tercer puesto, que hace más diferencia en la clasificación que la mierda de recorridos que plantea la organización. Los favoritos entraron cogidos de la mano, en esa escena de camadería tan propia de la Vuelta, da igual que sea Cerler, los Lagos o Arcalís. Las impresiones de los comentaristas fueron unánimes: los ciclistas han perdido una gran oportunidad, ¿de qué? Incluso uno llegó a preguntar a Valverde "¿vas a atacar alguna vez en la Vuelta?", que el murciano escabulló de la mejor manera posible.

Ayer en Sierra Nevada la cosa no fue mejor, y no hagan caso de lo que les cuenten por ahí. La mayor incidencia de carrera no vino por un ataque fulgurante, una acción táctica o un recorrido agresivo y valiente, sino por un pinchazo. De salida se formó una superescapada con corredores peligrosos -Joaquím Rodríguez-, cazaetapas -Moncoutie- y simplemente pintorescos -Dani Navarro- que fue haciendo camino y desgastando al Liquigas, otro equipo que trabaja denodadamente para un corredor que nunca ataca y que piensa que se puede ganar una gran vuelta de este tipo sin sprintar, porque las diferencias se consiguen en la bonificaciones.

En Monachil, ese puerto descubierto en 2004 con una inolvidable cronoescalada hemática y desde entonces programado al desayuno, la comida y la cena, se vio a un increíble Kreuziger -sigue así, Contador necesita rivales-, como Moncoutie iba a lo suyo y una situación curiosa, que merece mayor atención. Joaquím Rodríguez, un corredor que siempre ha pensado en sí mismo y rara vez en los intereses colectivos, salió a por el francés, mientras su compañero David López se quedaba en el grupo principal de los escapados. En teoría podría servir de puente para un ataque de Valverde, pero el caso es que, sin mayor explicación, lo mandaron detenerse y a fe que el catalán lo hizo: escasean los ejemplos de corredores profesionales que, en vez de reducir el ritmo, se detienen completamente. Supongo que Unzué tendrá su propia versión, pero atendiendo al larguísimo historial de compromiso con la verdad de este tahur navarro mejor no le hagan mucho caso. Fue muy divertido.

Poco antes de coronar, y mientras la lamentable realización de RTVE nos agasajaba con otro bloque de publicidad -¿antes no se esperaba a coronar el puerto? ¿quien lleva la televisión pública? ¿ya no se escriben cartas a la dirección para protestar contra este desatino?- Cadel Evans pinchó. La asistencia técnica tardó ¡un minuto en cambiar la rueda!, y para entonces los favoritos ya se habían ido irremediablemente, a lo que contribuyó que su compañero De Greef no se descolgase en los primeros momentos para ayudar. S. Sánchez, que lo había pasado muy mal en Monachil, fue de menos a más y superó al australiano para minimizar las pérdidas en meta. Les podría contar algo de la subida a Sierra Nevada, pero no pasó nada: lo que vimos y se vendió como espectáculo fue la consecuencia de un pinchazo, ya ven que ciclismo ofrece la Vuelta.

La etapa fue para Moncoutie, el segundo puesto para Mosquera y el tercero para Valverde, un corredor que ha marcado la diferencia en este tipo de lance: el de buscar la bonificación en los últimos metros. Una gran vuelta por etapas es una carrera de eliminación, y ayer Piti tuvo una suerte increíble: el minuto que perdió Evans y la indisposición de Danielson, el otro buen contrarrelojista que lo rondaba. Ahora, a controlar e intentar arañar alguna otra bonificación, procurar que Joaquím Rodríguez recuerde quien le paga el sueldo e intentar evitar la justicia deportiva. La legal y la otra, porque sería vergonzoso que alguien ganase una gran vuelta de esta manera tan cicatera. Gesink, hoy todos estamos contigo en La Pandera.
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Probablemente porque tampoco hay otra alternativa. La pregunta es: ¿de dónde viene la iniciativa? en una ciudad que no tiene ninguna relación con el ciclismo ni por tradición, ni por figuras y que hasta el año 2008 la última etapa que había albergado era de 1989...suena a venta de humo. Para el Mundial de 2005 el Ayuntamiento de Madrid, que huelga comentar tiene más capacidades que el de Ponferrada, pagó en 2001 tres millones de euros de la época, simplemente por el derecho a organizar el evento sin contar los otros gastos asociados. Supongo que la tarifa habrá subido desde entonces. No tiene sentido. Pan y circo antes de entrar en la iglesia. Todo es tan casposo...
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Uhm...."El final de la carrera deportiva del deportista de Pasajes" y "Astarloza no volverá a ser ciclista". Lo escribe un amigo, pero no entiendo la finalidad: cumples dos años y vuelves con 32, por ahí se ven otros ejemplos de corredores redimidos y con más edad. Si el periodista sabe esto, ¿por qué insiste tanto en lo de "el fin"? ¿Será para dar pena? Pero si eso ya lo consigue cada día con sus crónicas...
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En todo caso, casi es mejor que lo escribe el otro amigo Urraburu, comparando el caso con Obama (¿?) y desvelando que la estrategia del abogado -el de siempre- es apuntar a la cámara hipobárica como la causante de que aparezca EPO en la sangre, todo un desafío. El artículo es sencillamente de-li-ran-te. Para completar la faena, hay también una entrevista y la reproducción del comunicado, con el mismo valor que una de la revista Pronto.
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Contador con Pablo Motos. Dice que en carreras de Francia por primavera hace tanto frío que a veces ha estado a punto de desmayarse...también se dejó pasar un detector de metales por encima y ya dejé de ver eso...no se si hubo preguntas sobre dopaje, pero lo dudo. Es un programa de entretenimiento, y lo importante es dar espectáculo.
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Cuando As publicó que el Euskaltel tenía no se cúantos casos de dopaje, se formó una pequeña polémica, con los medios vascos acusando de mentir e inflar la estadística. Ahora el periódico de San Sebastián publica esto, que dice más o menos lo mismo....¿seis es mucho o poco?
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Magnífica nota de color sobre la serpiente multicolor. ¿Y que decir del remate final?: "En la Vuelta todo tiene cabida".

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La peculiar memoria selectiva de Urraburu, que de la Vuelta de la Vergüenza de 2004 a la actual sólo ve cosas negativas, y no cita el dopaje como un factor clave en todo ese panorama sombrío. ***
Atención a la foto de la noticia.