Cadel Evans, justo Campeón del Mundo

El Mundial vuelve, catorce años después de la victoria de Olano, a un corredor de grandes vueltas. La temporada que viene el australiano Cadel Evans llevará el arcoiris por los mejores puertos del Tour de Francia, y eso ya es motivo de satisfacción. Además, su selección ha sido la mejor de la carrera y el propio corredor un merecido ganador: lleva desde el año 2005 siendo uno de los corredores más regulares del pelotón, al que la victoria le era esquiva. Ahora sólo falta que evite la maldición del campeón del mundo, pero dado su historial parece difícil.

El Mundial, que se anunciaba como duro, fue emocionante, bonito y disputado. La escapada inicial contaba con los habituales corredores exóticos, y estuvo mucho tiempo en cabeza. A más de cien kms. para meta los italianos, de la mano de Visconti y Scarponi, forzaron una acción en la que se fue J. Rodríguez, ayer el corredor más batallador y el que mayor despliegue físico realizó. Se formó un grupo de unos treinta corredores donde iban, entre otros favoritos, Boonen, Ballan o Kirchen. La situación se fue manteniendo durante varias vueltas, hasta que la selección australiana, que había metido a Rogers en la fuga, quemó a todos sus hombres menos a Evans y Gerrans, sus puntas.

Cuando tuvieron a los fugados a 40" entró al relevo Holanda y España, produciéndose la habitual paradoja consistente en que mientras por detrás tiraba Gárate con la profesionalidad que le caracteriza, por delante J. Rodríguez intentaba irse, una actitud muy conocida en el pelotón profesional y en el Caisse d´Epargne en particular, y que abunda en el descrédito de los pinganillos, la autoridad del director y toda esa retahíla del trabajo en equipo. Con la reunificación Cancellara atacó y formó un grupo donde los italianos quemaron a Pozzato y Basso en una acción estúpida en una de las subidas, descubriéndose en su flojera.

Cancellara volvió a seleccionar el grupo en la subida y se quedaron en nueve: los españoles Valverde, Sánchez y Rodríguez, el danés Breschel, el ruso Kolobnev, el belga Gilbert, el italiano Cunego, el australiano Evans y el propio suizo. Ya ven: tres de los nueve corredores que se jugarían las medallas eran españoles, ¿y cúal fue la resolución? Como en el Mundial de Salzburgo, donde en el corte final de cuatro corredores dos fueron españoles y lograron clasificarse tercero y cuarto (y porque quinto era imposible), la situación se tornó en la típica chapuza de paella y sangría. En vez de mantenerse unidos parecía que cada uno hacía la guerra por su cuenta.

S.Sánchez hizo muy bien de secante sobre Cancellara en el descenso antes de la última subida, pero en ese falso llano atacó Evans y sólo reaccionaron Kolobnev y Rodríguez, casi por inercia tras todo el día escapado. Esta es la verdad: la selección dio por bueno un corte donde iba un corredor quemado de todo el día en fuegos artificiales. Y así se resolvió la carrera: el corredor que el año que viene pasa a Katusha no pudo dar ni un relevo en la persecución de Evans, y ni siquiera sprintó por la plata. El bronce es bueno en una mentalidad de este tipo.

Estaba claro que Valverde no tenía fuerzas más que para aguantar (9º, el último de los escapados), pero S. Sánchez se impuso con solvencia al sprint sobre Cancellara. Es probable que también lo hubiese podido hacer ante los nueve presentes, o por lo menos haber logrado el mismo bronce que J.Rodríguez. En cambio, se queda con el cuarto puesto, el mismo que logró en Salzburgo. Sexto Gilbert, que quizás tenía que haber sido un poco más ambicioso, que es lo que acostumbra, séptimo Breschel y octavo Cunego, que corrió con las mismas piernas que Valverde pero dentro de una selección mucho más ambiciosa. Freire no pudo aguantar el ritmo de los mejores en la penúltima subida y terminó 15º, su posición habitual en la Lieja-Bastogne-Lieja a la que tanto se pareció este Mundial.

Es el mejor triunfo del ciclismo australiano, el país que organizará el próximo Mundial en Melbourne. Evans se vindica tras una temporada en donde padeció la pinza Valverde-Contador en Dauphiné, donde rindió a un nivel bajísimo en el Tour después de que su compañero Dekker fuese cazado y tras una Vuelta en la que hubiese quedado a 6" del vencedor de no haber padecido un pinchazo en un momento clave. No gana casi nunca, pero siempre está. Su Mundial ha venido en solitario, porque es francamente inoperante al sprint, y entró en meta bendiciendo a la manera papal. Los diez primeros de la carrera disputaron la Vuelta a España, aunque Kolobnev parece que no lo hiciese: es un corredor que sólo rinde cuando se pone el maillot de Rusia. Visto quien quedó detrás de el (¿alguien se imagina a la plata o al bronce con el arcoiris?), el triunfo de Evans es aún más justo y reinvincativo.
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El Mundial CRI, una prueba de bajísima participación y de una disciplina en regresión, para Cancellara por tercera vez. Se impuso al sueco Larsson, repitiendo así las dos primeras posiciones de los JJ.OO. El bronce fue para el alemán Tony Martin, confirmando su condición de hombre-orquesta.
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La noticia parece sacada de un parte de el No-Do. La foto, de circunstancias, se acompaña de "los que no estuvieron presentes justificaron su ausencia y también dieron su apoyo". Pues sólo había cinco, un poco triste. Ahora combinen esta noticia, descarnada y representativa de la cortina de humo (una obra pública sin plazos y sin financiación es simplemente materia inerte, como la montaña de escorias del carbón donde se quiere emplazar, y con la que no se hizo nada en los años del boom inmobiliario: ahora se acuerdan de ella), con esta otra. Son todas del mismo periódico y del mismo día, pero dan una idea de conjunto muy real: el Mundial es una farsa para esconder otros intereses.
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Al igual que en los años del aislamiento internacional, el régimen actual demuestra su fortaleza con demostraciones masivas de plazas abarrotadas. Por entonces era la Plaza de Oriente, ahora es la Plaza de Cibeles, engalanada para la ocasión,. Al menos ya no se vende como "espontáneo". Sus fines son los mismos, entonces y ahora. La nausea que provoca el despliegue, combinado con la lectura cotidiana de noticias como esta o esta, es inmensa y desoladora.
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Este artículo, especialmente en su primer párrafo, fusila este post, como cualquiera podrá comprobar. El periodista se llama J.A Ezquerro y sus redactores-jefe, que también leen este modestísimo blog, deberían tomar cuenta del interés que pone en el ejercicio de su profesión su trabajador, aunque esto último está por confirmar.
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Considerando que el oro que el asturiano Samuel Sánchez ganó para la delegación olímpica española se celebró como el mayor éxito de este pintoresco equipo, es normal que se titule así en esta ocasión semejante.