A poner montañas

Sopló viento de culo durante toda la prueba y esto explica la altísima media (44´42 km/h) y que ningún ataque consiguiese despegarse del pelotón. La edición número 100 de la Milán-Sanremo, la mejor prueba de un día del mundo, fue un soberano tostón donde se sabía de antemano que habría sprint masivo, y tan masivo que fue: 50 corredores en el lungomare Italo Calvino, otra innovación (palabra de moda para aplicar hasta en la sopa) como la cacareada subida a la Manie que se ha revelado más bien intrascendente.

Las noticias comenzaron días antes. Frank Schleck, con alergia a ir por Italia desde que el CONI recibió un regalo de Navidad desde España, se cayó entrenando y no pudo ir a la prueba. Lorenzetto, el sprinter del Lampre que el año pasado fue quinto en la clasiccisima, fue asolado por unas fiebres africanas la noche anterior, y en su equipo decidieron que era mejor no salir con este corredor. El Ceramica Flaminia, que sufrió un holocausto de diarreas durante la T-A, consiguió recuperarse a tiempo y colar a Enrico Rossi en un prestigioso octavo puesto. Ya ven que no todo son malas noticias. Creo.

En la subida a la Cipressa, Scarponi tiró del pelotón durante los 9´45" de ascensión -el récord sigue siendo de Bettini en 2005, en torno a 9´30"- pero en ningún momento se separó del mismo. En fila india se veía a Garzelli y Basso, y los sprinters silbando gracias al viento de culo. En el Poggio lo intentó Rebellin, compañero de Zapatero, pero tampoco abrió hueco. Hubo un contragolpe de Pozzato, e incluso llegaron a empezar el descenso juntos, pero con la misma sensación de que no había ningún espacio para la sorpresa.

15 kms. antes habíamos visto tirar al Caisse d´Epargne con Pereiro y Kiriyenka, no se sabe si para preparar el efímero ataque de L.L Sánchez ya en las calles de San Remo. La realización de la RAI ya se entretenía en enseñar a todos los llamados para el sprint final, donde sólo faltaban Farrar -caído hacía muchos kms.- y O´Grady -también caído, una constante de su carrera, y se pierde toda la primavera como su compañero Cancellara, ¡pobre CSC!-, como si hubiese alguna alternativa sabiendo que viajaba Cavendish, 22 años años para 23 en mayo, la primera vez que corría la prueba, la primera vez que competía en una distancia superior a los 250 kms.

En la pancarta del último km. se ve a su compañero Hincapié llevando perfectamente al pelotón, mientras empiezan las maniobras a su izquierda. Un Garmin -Julian Dean, famoso por su falta de delicadeza- busca su espacio. Hushvod se pone delante. En un instante, sale Haussler a 300 metros de meta, intentando anticipar el sprint. Consigue un hueco increíble, como en la etapa de P-N. Parece que va a ganar cuando Cavendish arranca y, atención, atención, sin ir a rebufo, consigue recortar 20 metros en los 100 metros finales, para ganar la prueba con el último golpe de riñones.

Un sprint sencillamente increíble, como no se había visto en cien años de prueba. Los comentaristas de la tele italiana dicen "un sprint de otros tiempos" ¿Si? ¿Cuáles? Los comentarista de Eurosport Uk gritan y chillan, como sólo puede hacer un inglés en la alegre camadería que tanto les gusta, obviando que el anterior nacional que ganó la carrera fue Tom Simpson y que la última figura de su ciclismo ha sido David Millar, ambos muy recordados por sus faceta ultradeportiva. Cavendish se pone a llorar, síntoma de los tiempos.

Por detrás se quedan dos corredores del mismo equipo, el simpar Haussler -que dice que va a adoptar la nacionalidad australiana, como si ese país necesitase más sprinters, pero la razón es que la federación alemana si que lucha realmente contra el mal del ciclismo- y Hushvod, muy hábil en crear el hueco para su compañero y, partiendo casi de cero, ganar el sprint del pelotón a Davis -estaba claro que iba a estar ahí-, Petacchi y Bennati. Gran éxito para el Cerveló, que pierde la carrera por 10 centímetros, pero llegaran muchas más.

Habrá que poner nuevas montañas a la Sanremo. Cavendish ha ganado con 22 años, recuerden. Su primera participación. Un sprint indecente después de 300 kms. Puede marcar una época que ríanse de Merckx. Y qué tipo de montañas. En el pasado Giro pasó los Dolomitas y acabó la carrera tras haber ganado dos etapas. En el Tour llevaba cuatro etapas y acababa de amenazar a Freire con que iba a por el maillot verde cuando, de improviso, se retiró. ¿Qué montañas ponemos a Cavendish, si todas las sube? Dirán que hay que ser optimista con los jóvenes y no desconfiar a pesar de lo visto y de su trayectoria. Quizás, pero son muchos años de ciclismo y más de suspicacia. Y más sabiendo que el inglés de 1´70 metros ha elegido para vivir y entrenar nada menos -con lo grande que es the continent, especialmente si vienes de la Isla de Man- el pueblo de Quarrata, cerca de Pistoia, pero aún más cerca de la clínica de su médico, Cecchini.
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Hoy comienza la Vuelta a Castilla-León, una prueba que cuenta con mejor participación que una carrera de tres semanas. Los medios inciden en que el interés está en ver como conviven Laaaance (según la pronunciación más extendida entre los castellanoparlantes) y Don Desmayos, vestidos para la ocasión con la misma ropa. Sin embargo, el mayor interés está en analizar como una prueba de cuarta categoría, que en el 2005 no contó con ningún equipo ProTour, ha conseguido crecer de esta manera.