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16 febrero, 2006

Bortolami, un ciclista testigo de su tiempo

Anunció su retirada hace unos días, pero con 37 años y 17 temporadas de profesional a sus espaldas había pocas opciones más. Aún así, en el comunicado de prensa se mezclan unas confusas alusiones a no-se-qué virus que provoca una insuficiencia cardiaca y el riesgo para la salud que eso supone. Que no extrañe a nadie. La historia de Gianluca Bortolami está marcada por la polémica, la mala suerte y la hipocresía. Estaba destinado a ser uno de los más fuertes, pero las cosas no marchaban bien. Pasa jovencísimo a profesionales, en 1990, con un currículum increíble: 260 victorias en categorías inferiores, un récord todavía no superado. Y tragedia: con la nacional italiana de juniors casi se ahoga en una caída que le astilla en pedacitos la clavícula. Le seguirían costillas, codos, rodilla, intestino e incluso un gemelo a perdigonazos, antes de la salida del Tour(¿se acuerdan?).

Hasta 1994 no se hace ciclista. Las primeras temporadas en el Lampre a la sombra del mejor Fondriest hacen que la convivencia sea imposible, y decide fichar por el nuevo equipo Mapei, bajo la recomendación de Ernesto Colnago. Se pierde la campaña del norte por culpa de un accidente, y también el Giro. Llega al Tour con rabia y ansia, y consigue la que será, hasta 1999, la única victoria del Mapei en la carrera francesa. Podía haber sido también el único maillot amarillo de Don Giorgio delgranpoder Squinzi, pero por celebrar demasiado efusivamente la victoria en solitario, pierde la opción del liderato por un segundo ante el anónimo Flavio Vanzella. Ese día en Rennes resume la carrera de Bortolami, siempre entre la maravilla y el remordimiento. Su papel de apoyo a Rominger se disuelve con el suizo. Pero será el verano de ese año el que le confirme: gana la Leeds Classic y Zurich, con un sprint imperial ante Museeuw, Bugno (el podio del año siguiente) y Fondriest. Dos pruebas de la Copa del Mundo seguidas (el primero en lograrlo) y a la puerta de la esquina el último Mundial de agosto, encima en Italia. La mala suerte vuelve a actuar: se cae de una manera estúpida y el pelotón, su selección, no le espera. Maillot amarillo y maillot arcoiris en una sola temporada: un sueño que nunca volverá a tener mínimamente cerca. Al menos le quedó la Copa del Mundo, hipotecada tras el segundo puesto en la Paris-Tours, al sprint tras un jovencísimo Zabel. Y ahí se acabó Bortolami. Sí, así de duro. No le busquen en ninguna clásica importante entre los cinco primeros (5º en San Sebastián en 1997) hasta el relámpago de Flandes en 2001 o el segundo puesto de Roubaix en 1996. Las razones son claras.

Estaba en el mejor equipo del mundo para clásicas con Museeuw, Tafi, Bortolomi, Peeters, Peers, Bomans, Leyden y todo lo demás. Trabajar y trabajar, y obedecer al patrón, como en la ya mítica llegada al velódromo de Roubaix en 1996. Y en las grandes vueltas, a tirar de Rominger o de Olano, según fuese. En el Giro de 1996 se rompe la clavícula camino de Crotona, en la primera semana, y no puede apoyar al vasco, al que le faltó el superequipo Mapei de otras ocasiones, igual que le faltó en la Vuelta 1995. En los dos años desde su explosión sólo gana el prólogo del Tour du Pont. Hace las maletas que tuvo que hacer hace ya mucho tiempo y recala en el Festina. El Festina de 1998 con sus Brochard, Virenque, Zulle, Herve, Stephens, Rous. Y estaba en el equipo Tour. Otra temporada tirada por la borda. A partir de ahí, dando tumbos hasta que en 2001, contra todo pronóstico y de sorpresa, gana Flandes tras una escapada de esas que siempre se neutralizan, batiendo al sprint a Erik Dekker en su año mágico. En 2003 perdió la Panne por 1” en la crono final ante Belovohsckis. Un puñado de las peores carreras de un día italianas y ya está resumido todo su palmarés.

¿Y que les cuento del doping? Ha sido consustancial a su trayectoria ciclista. Su explosión coincide con la época del EPO y era uno de los clientes preferidos de Ferrari, como todo el Mapei. Sprintaba, subía puertos del Giro con los mejores, ganaba cronos, y todo eso estando manifiestamente gordo y fondón. Después viene el Festina donde, según testimonio del médico pillado en la frontera que hace estallar todo el escándalo, “muchos corredores sabían más medicina que yo”. Pasa al Tacconi Sport de Dario Frigo tras un oscuro caso de doping, que también se repetiría en los últimos años. Y de repente, la retirada con la temporada ya comenzada, siguiendo una tradición iniciada por Ballerini en 2001 y continuada por Casagrande, Cipollini o Tafi. Adiós a Bortolami, ciclista testigo de su tiempo y cuyo palmarés-trayectoria resiste mal los embates del tiempo y de lo que hemos aprendido en estos años.
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En la Vuelta a Andalucía, nueva victoria y nueva confirmación de Petacchi sobre Boonen. Es más, se repite el podio de la anterior etapa con Graeme Brown nuevamente tercero. Cuarto Carlos García Quesada, al que sólo le queda el puestómetro de hoy para confirmar su victoria en la Vuelta a Andalucía. A ver si Rodrigo García, el vencedor de la Copa de España 2004, es capaz de salir de la dinámica de los sprints y arañar algún segundo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente, época extraña, desconcertante, fuera de lógica, con triunfos sorprendentes y misteriosos bajones. De campeones que duraban una temporada o una prueba del calendario. Luego conocimos la EPO y todo lo demás. Algunos no pudieron con toda la mentira y la farsa de aquel (¿este?) ciclismo y ahora descansan en paz en algún cementerio.
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Enlazando con el comentario de ayer, sin duda Ballan (26 años)parece el más orientado para sustituir a la legión italiana que desde los tiempos de Magni hasta Bugno pasando por Zandegu, Gimondi, Moser, Argentin y Ballerini han dejado su impronta en los muros flamencos y el pavé de Roubaix. El chico tiene una planta espléndida, veremos su evolución, con todo no conviene descartar a alguno más de la generación del ochenta, destacando (como bien haces) a Giovanni Visconti.

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Finalmente se acabó la Ruta del Sol, con triunfo en la última etapa del campeón del mundo Tom Boonen frente a Petacchi. Hoy Quick Step ha hecho un gran trabajo llevando en volandas a su jefe de filas hasta la distancia justa para poder aprovechar toda la brutal potencia que tiene el gigante de Mol, sin dar distancia a la remontada de Alejet, más rápido se mire por donde se mire.
Por cierto la general la ganó Carlos García Quesada. Un escalador venciendo en la Ruta del Sol de los sprinters. Algo tan sorprendente como la carrera esta.

Saludos.

Anónimo dijo...

muy bueno este blog para los que somos grandes aficionados al ciclismo. Si que es verdad lo que dices de Bortolami,yo le recuerdo siempre como un ciclista un poco regordete aunque tampoco vamos a quitarle méritos ahora a sus victorias porque por entonces el dopaje estaba bastante generalizado en el ciclismo.

Yo de esa época siempre recuerdo los misteriosos caso de la Gewiss, un Rijs que de vuelta ya en su carrera y con un palmares bastante escaso gana todo un Tour de Francia, un Eugeny Berzin que emerge de la nada para ganar un punado de carreras en un anio incluyendo el Giro de Italia para tras ese anio desaparecer progresivamente. Pero bueno,al menos estos 2 ciclistas podían tener algo de clase pero el caso que mas me llama la atención en ese equipo es el de Francesco Frattini. Un corredor de medio pelo mas bien tirando a malillo que de repente un dia se ve como lider en una prueba importante de una semana, resiste estoicamente, consigue ganarla y a partir de ahi tiene un anio glorioso disputando y ganando un monton de carreras importantes, siendo favorito en Giro de Italia incluso. Al anio siguiente ya no se sabia nada de el...

en fin lo dicho, enhorabuena por el blog, pasate por mi fotolog de ciclismo: http://www.fotolog.com/pedaladas

salu2

Sergio dijo...

Gracias por vuestros comentarios. Frattini es un caso, pero tambien estan Ermano Brignoli o Stefano Faustini...