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18 marzo, 2005

¿Callar o informar?

Hace justo una semana publicaba Carlos Arribas en El País un interesantísimo artículo donde reflexionaba sobre la función del periodista de ciclismo en los tiempos modernos, donde cada equipo tiene su propio jefe de prensa y te envían los resultados a casa. El punto de inflexión-reflexión venía dado por la actitud de nueve ciclistas que en la etapa cercenada de El Campello en la Vuelta a Valencia, cuando el pelotón estaba decidiendo si plantarse, atacaron y se fueron, obligando a los demás a disputar la etapa. Nada de eso apareció en la crónicas al uso, las de los jefes de prensa. Ni siquiera en el artículo de Arribas aparecía que había sido el Liberty en bloque -como no- y Zaballa, el más interesado en que la etapa se disputase, a tenor de ser segundo en la general y tener por delante a Petacchi, que seguro que no aguantaría. Al final, el Liberty se quedó en nada -Koldo Gil abandonó- y Zaballa entró a tres minutos, tras una pájara. A tenor de que lo que ha pasado después, no fue por baja forma. Y Petacchi aguantó, hipotecando el triunfo final en Valencia. Moraleja, supongo.

Desde luego, las malas condiciones climatológicas forman parte del ciclismo, igual que las caídas, por mucho que a Hamilton-Armstrong les parezca que Ullrich se intentó benificiar de las mismas en el Tour 2003. En la Vuelta 1995, la primera en septiembre, se disputó una etapa-Tour con final en Luz-Ardiden pasando por el Tourmalet: las condiciones climatológicas eran crueles, y Virenque, entonces en el Festina bajo las órdenes de Miguel Moreno, hizo amago de bajarse de la bicicleta y retirarse. El orondo director deportivo, enfurecido, lo llevó a empujones hasta la bicicleta y le obligó a dejarse la piel sobre su instrumento de trabajo. Al final Virenque acabó 5º en la Vuelta, su mejor resultado en una gran ronda por etapas fuera del Tour. En Colombia, en el increíble Mundial del que este año se cumple una década, hizo 5º. Y después volvió a Europa para ganar el Giro del Piamonte. Quizás no hubiese obtenido nada de eso de haberse bajado de la bicicleta. Este ejemplo sirve para hablar de la climatología, que forma parte de la actividad ciclista y la condiciona como los fueras de juego el fútbol o las rotaciones el baloncesto. Yo creo que salir, hay que salir siempre, salvo que la carretera este impracticable. Pero tiene que haber acuerdo, no una huida hacia delante al grito de "mariquita el último".

En todo caso, el artículo de Arribas, que no crónica, intentaba incidir más en como nos venden la moto, en como una etapa puede ser presentada como la eterna sucesión de tópicos sobre la bicleta (ya saben: "están hechos de otra pasta", "jornada dantesca"), cuando seguramente rascando debajo sale de todo. El debate no se circunscribe sólo a este noble deporte, sino a la práctica en sí del periodismo. La función del periodista, pues, no puede estar más clara: no dar nada por hecho o sobrevenido y evitar la fácil tentación de limitarse a reproducir los hechos. Interpretar. Lo que diferencia la información de la comunicación. El artículo da para mucho más: el que lo haya leído sabrá que después hablaba del dóping. Resulta que la Real Federación Española de Ciclismo no facilita los sancionados por dóping salvo que se les solicite la información específicamente o se rastree en el boletín periódico que están obligados a publicar...Claro, es que encima te facilitan la información rosa, la más presentable.Lo demás hay que ocultarlo, hacer el tapadillo, que caiga encima el polvo del olvido lo antes posible. Y si el olvido se produce sobre la ignorancia del hecho, mejor que mejor. No hay que irse muy lejos para descubrir que estas nuevas modalidades de información están mucho más difundidas de lo que se cree.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante el post, y supongo que el artículo al que te refieres, a ver si lo encuentro