Una semana para ir de París a Niza

El domingo empieza la París-Niza con un recorrido muy atractivo sin apenas concesiones a los sprinters y esperando repetir el fenomenal espectáculo del año pasado, donde Contador mordió el polvo y sólo pudo ser cuarto tras ganar dos etapas y perder el liderato.

Esta vicisitud, que no tendría por que ser nada raro si el ciclismo fuese un deporte de resistencia y recuperación (unos días mejor que otros), adquiere matices de aparición mariana si tenemos en cuenta que Contador gana el 95% de las veces que la carrera termina en alto y el 95% de las vueltas que disputan.

Este año vuelve a su carrera preferida tras el Tour. La disputa desde el año 2004, y salvo en 2008 que no participó por veto de la organización a su equipo, rara vez ha pasado la semana que dura la carrera en el anonimato: primero era por su natural propensión a caerse, felizmente olvidada, y después porque se ha convertido en la bestia parda que es actualmente, haciendo de las carreras algo previsible.

La carrera comienza con un prólogo de 8 kms. con dos subidas, una de salida. Considerando que el año pasado Contador ganó un prólogo llano a la espantosa media de 50,346 km/h y lloviendo, pues ya saben el favorito para el domingo. Este, y el siguiente. Los dos siguientes días se prevén sprints en Contres y Limoges, para el cuarto día llegar a Aurillac con tres terceras y tres segundas en la parte final de la etapa. Considerando que aquí ganó SMS Sánchez su primera etapa del Tour, que mejor oportunidad para sumar su tercera victoria de la temporada.

Para más escarnio, el quinto día jueves se llega a Mente, lugar sagrado de la mitología del oncismo y del mentor de los dos corredores antes citados, que comparten amistad y objetivos, además de la rara cualidad de hacer valer que A.C y L.L sean dos siglas simpáticas y pintorescas. Las características de esta subida -una pared de tres kms. para llegar a un aeródromo situado en una meseta- hacen que las posibilidades para el resto de corredores sean escasas.

El viernes se llega a Aix-en-Provence en una etapa corta pero movida y el sábado se recupera el Col de Vence en una etapa maratoniana de 220 kms. por tierras de los Alpes Marítimos, una región cedida por Italia a Francia en el siglo XIX y que sigue conservando todo el sabor italiano, y si no vean el bellísimo pueblo donde concluirá la etapa, Tourretes-sur-Loup. El Col de Vence, que hace muchos años que no se sube, se hizo famoso en la edición de 1983, cuando un jovencísimo Stephen Roche dinamitó la ascensión y cimentó su primer triunfo en la carrera del Sol, antes de que comenzase el eclipse de siete años de Sean Kelly.

El último día el tradicional carrusel de ciento y poco kms. alrededor de Niza, con 22 kms. de subida encadenada al Col de Porte (tiene narices encarar un puerto así a estas alturas de temporada), la Turbie, Col d´Eze y vertiginosa bajada a Niza, una de las imágenes típicas de la carrera. Este año no toca que un español gane esta etapa -cae en los año impares-, pero habida cuenta del recorrido será raro que no haya un español en lo más alto del podio.

La participación es muy buena, siguiendo la pauta de otros años: los mejores sprinters se van a la Tirreno y aquí sólo vienen Haussler y Greipel, pero en cuanto a corredores de general es difícil encontrar una selección igual. Valverde, L.L Sánchez, S. Sánchez, Cunego, Kreuziger, Van den Broeck, Tony Martin, Horner, Leipheimer y Brajkovic son algunos de ellos, y sólo por citar a los que ya han demostrado un notable estado de forma. Sin embargo, se antojan pocos contra Contador, cuya única duda será ver como responde su equipo, con un bloque muy parecido al que alineará en el Tour.

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Según la Gazzetta, Contador se concentrará en altura tras la disputa del País Vasco (10 de abril). ¿El Teide? Demasiada gente ¿Nuevo México? Tampoco ¿La playa de Cádiz? No va a correr el Giro. El nuevo destino alto y publicitado es nada menos que el Etna (recuerden: sólo España reune las condiciones climatológicas y orográficas para el entrenamiento de calidad), auspiciado por su compañero siciliano Tiralongo. ¿Y por qué una concentración en altura cuando en teoría Don Desmayos cierra el primer ciclo de la tempora en tierras vascas? Pues al parecer, y siempre según la Gazzetta, porque tiene intención de salir en la Lieja (25 de marzo), precisamente la última clásica que disputó. Fue en 2007 y acabó 26º.

Si todo esto es cierto, la preparación en altura es porque quiere ganar. Conocida es la modestia del corredor madrileño, que seguramente dirá que va a conocer la carrera de cara al próximo Tour -o a retirarse a las primeras de cambio, como en el Giro 2008- o a ayudar a un compañero, y por eso se concentra en altura. En fin: como sólo puede ganar entrando en solitario, es fácil prever chispas en la Roche aux Faucons.
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Supongo que le acabarán dando el Nobel, porque últimamente siempre va a investigadores que han descubierto cosas con una aplicación práctica evidente. Que se lo digan a Valverde si es práctico o no este descubrimiento de 1984, y que parece que lleve ya toda la vida gracias a su amplia popularidad.