Dos caras, las dos duras

A mí no me gusta mucho hablar de dirigentes, quizás sea por una aversión a esos butanos y delamorenas que pueden llenar horas y horas hablando de pablo, pablito, pablete, de Villar o de cualquier otra persona a que quieren laminar en su poder y autoridad, para ocuparla ellos desde la sombra. Me aburre mucho y esa es la razón por la que apenas he escrito de Pat McQuaid, presidente de la UCI.

El irlandés ganó las elecciones como delfín de Verbruggen, quien había llevado al organismo deportivo ciclista de una manera cesarista. Fue en 2006 y se impuso al español Gregorio Moreno, organizador de la Vuelta a Burgos. Su candidatura alternativa se formó de una manera muy rara y no se tomó muy bien el resultado final. A McQuaid no le han ido muy bien las cosas, con el boicoteo al ProTour, los continuos casos de dopaje y las acusaciones nada veladas de su falta de compromiso en la lucha contra el flagelo de este deporte.

Esas acusaciones suelen venir de Alemania o Francia, cómo no. En España o Italia, cuando se ataca a McQuaid, es por su carácter de delfín o por el ProTour y las carreras exóticas. Esta división ya apunta bastante bien las posiciones atrincheradas de unos y otros, y si me tengo que quedar con una pues no va a ser otra que la alemana. Cuando el Mundial de Stuttgart, el Suddeutsche Zeitung planteó la tremenda hipocresía de que se dejase correr a Bettini -que no había firmado la carta de compromiso contra el dopaje- y que también se quisiese multar a Sinkewitz por sus declaraciones. Que no había un criterio unificado de lucha contra el dopaje, más bien de connivencia con el dopaje, algo que también afirma el ex-presidente de la AMA.

Acusaciones muy gruesas, ya ven. Desde luego, McQuaid y su gestión de la UCI no pueden levantar aplausos en la lucha contra el dopaje: ahí están recientes los casos de Rebellín (15 años en lo más alto del ciclismo y lo cazan en China y el COI) o la eficaz gestión de la Agencia Francesa Antidopaje durante el Tour 2008, asumiendo ellos mismos los controles con los resultados ya sabidos. En cuanto al pasaporte biológico, pues ya ven que magros resultados ha dado el carísimo programa, al que McQuaid se aferra como una especie de piedra filosofal capaz de transformar el ciclismo realmente existente en algo que nadie espera que se convierta nunca.

McQuaid ha estado estos días en la Vuelta a Irlanda, una carrera de tres días en su tierra natal, que él mismo tuvo oportunidad de ganar en los setenta, cuando fue corredor profesional. Allí, no se sabe si por esa tradición espiritosa y de gran ingesta de malta fermentada que caracteriza a su país, ha vuelto a enseñar su rostro bifronte en la lucha contra el dopaje, ese que hace fruncir el ceño a los que no tenemos la cara tan dura -o doble-. El primer perfil que ofrece es el del éxito consistente en que durante el pasado Tour de Francia no ha habido ningún positivo, un éxito relativo porque significa que Astarloza, por ejemplo, disputó la carrera limpio. Ya ven: antes vendían en la previa del Tour que iba a ser "el más limpio de la historia", y ahora lo hacen un mes después, como tiene que ser. Sin embargo, permanece la sensación de que los controles pillan a una ínfima parte de los tramposos y la desfachatez de que el máximo dirigente aproveche la coyuntura para ratificarse en su política. Es más, para anunciar muy desafortunadamente que "en los próximos años no habrá casos de dopaje", lo que es una temeridad y que arroja sombras de duda sobre la labor de su organismo.

Para McQuaid, y eso es lo que cuenta, ha sido un Tour limpio: los controles lo dicen. Sin embargo, al mismo tiempo que anuncia esto ofrece su otro perfil, indisociable del primero y que refleja realmente la realidad del ciclismo. Ojo: al mismo tiempo, porque en eso consiste el doble rostro de Jano. ¿Y cual es el otro perfil? Pues que se están reexaminando las 82 muestras conservadas del Giro 2008, donde tampoco hubo ningún positivo. Y lo dice él mismo. "Ha sido posible individualizar la CERA a partir del Tour 2008, pero no existe la certeza de que no se usase antes", cuando en otoño del año pasado había afirmado que la CERA no existía antes de esa fecha y que era una locura pensar que ya circulaba por el pelotón.

Así es la triste realidad de la lucha contra el dopaje. Se da carpetazo al Tour 2009 -e incluso se llega a decir que así será en años venideros- y en la misma declaración se afirma que se están haciendo pruebas retrospectivas sobre una carrera que en su momento también se presentó como "limpia". Por supuesto, sólo sobre esa carrera, olvídense de que se realice el mismo examen a muestras del Tour 2007 o 2006, aunque la CERA ya estuviese entre las posesiones de Eufemiano Fuentes cuando la Operación Puerto. Se hace sobre el Giro 2008, ¡y no porque lo quiera la UCI, sino porque lo ha ordenado el juez de Padova que investiga la red de dopaje de Mateo Priamo! Como las posiciones de cada uno ya están muy claras, y explicar más sería tratar al improbable lector que lea esto como un idiota, queden a la espera de lo que pueda salir. De la UCI nada (¡estamos limpios! ¡Ra, ra, ra!), de los otros a lo mejor sale algo, pero yo no apostaría por ello. En la imagen se ve el rostro bifronte de Jano en una moneda, pero no se ve la otra cara de la moneda.
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Si esto es verdad y se cumple, la Vuelta habrá conseguido completar su círculo: volver a los tiempos de Faustino Rupérez.