Un Laigueglia para un viejo dopado

El sábado se disputó el Trofeo Laigueglia, la prueba ciclista más prestigiosa en lo que va de temporada. En su palmarés abundan los jóvenes, que obtienen su primer refrendo de futuras estrellas en un recorrido muy parecido a la San Remo, pero con menos kms. Pozzato, Armstrong en 1992 con veinte años o la esplendida victoria de 2007 de Ignatiev. Este año la victoria ha ido a manos de Luca Paolini, que compatibiliza la profesión de ciclista con la de camello.

La historia de Paolini es una de tantas. Corredor de posibles, amiguissimo de Bettini, queda en muy mal lugar en una redada antidopaje en gimnasios de su zona. Le ponen un veto para el mundial de Salzburgo, que sin embargo corre. En 2007 sigue en su mismo equipo, el Liquigas. En los 3 días de la Panne gana la primera etapa y, cinco días después, consigue ser tercero en Flandes, sin ningún resultado previo en el pavés. Igual que el finado Denis Zanette, otro tercero en la clásica de los muros (2001), que después se murió durmiendo en una de esas animadas concentraciones de febrero. Fue el final de la temporada para este caballero del ciclismo, capaz de hacer 500 kms. en coche para solidarizarse con Bettini antes del mundial de Stuttgart, casualmente ganado por el corredor que no ha firmado la carta UCI.

Este año ha pasado al Aqua&Sapone, un equipo al que RCS Sport ha vetado en sus carreras, se intuye que por su presencia. Al revés que Contador en Mallorca, a Paolini le ha salido bien su venganza: ha ganado el Laigueglia camino de los 32 años. Nunca lo debería haber corrido, pero así está el ciclismo. Y menos mal que no va a San Remo, carrera donde suma dos terceros puestos: en 2003 le hizo todo el trabajo a Bettini (igual que el año pasado había hecho lo propio Garzelli en Lieja, para después dar positivo durante el Giro), andando bastante más que todos los demás jefes de fila, y en 2006 metió los riñones para quitarle la plaza a Boonen. No había logrado ningún resultado previo. Pero ninguno, ninguno. Así es Paolini, el ciclista pluriempleado. Así está el ciclismo. Y todavía los hay que niegan el derecho a los organizadores de invitar a quien les de la gana.
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Todo es maravilloso en California, menos la iluminación de los túneles. Que se lo pregunten al ciclista de la foto. Se ve que en el país de las causas legales multimillonarias no tienen ni idea de quien es Raimund Dietzen.
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Tribuna libre en El País, convertido en el órgano del contadorismo por excelencia, para una persona cuyo único atributo es el de militante fiel. Está mal escrito, no dice nada y es de dudoso gusto. Y aún así sale publicado. ¡Qué triste es asistir en directo a la decandencia de un periódico!. (un resumen de lo que contiene: como "lo importante es dar espectáculo" (¿les suena?), pelillos a la mar con todo lo demás, con grandes dosis de demagogía en torno a eso de que "el público es soberano")
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En California etapas para Leipheimer, Hincapié y Pagliarini. Considerando que la general también se la ha llevado el calvo de Astana, todo queda en casa. En este caso, en América. Por cierto, mucha agua durante varios días: habrá alguno que otro año se quedará por el secano del sur de Europa.
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En Algarve, dos etapas para Forster, una para el también austriaco Eisel (la cuarta que gana en la carrera en todas sus participaciones, que triste para un corredor de sus características) y la crono y la general para Devolder, que rueda a 49 km/h en febrero. Vamos, segunda vuelta por etapas para el extinto Discovery en lo que va de temporada. Merece la pena extenderse más en la última etapa, la de Eisel. El corredor que nunca acaba de explotar se impuso a un pequeño grupo de fugados donde estaban Nozal, Zaballa y Koldo Gil. Victoria doble, pues. Y que cada uno se pregunte porque se escapan los tres juntos, de la mano, igual que Piti, Mayo y Sevilla en la Dauphiné 2006, a las dos semanas de la Operación Puerto.
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Rebellin gana el Haut-Var imponiendose a Nocentini y Botcharov. El año pasado se quedó a un suspiro de ganar en Paris-Niza, pero ya sabemos que la carrera se la llevó otro corredor, capaz incluso de imponerse en la última etapa, habitual pasarela de sprinters. En todo caso, los 36 años de Rebellin empiezan a ser un caso científico preocupante.