Hay Mundial

El titular refleja más un deseo que una realidad. Que hay Mundial es un hecho que se repite año tras año, pero al escribir hay Mundial, lo que es simple constatación se carga de connotaciones de emoción, competitividad y espectáculo. Aunque sólo sea por los días previos, por el análisis del circuito y de los contendientes, siempre hay Mundial, aunque después en la carretera todo quede reducido a la última vuelta o la última curva.

Si no conocen Varese, no se pierden nada. En cualquier otra parte de Italia sería un sitio bonito, pero le ha tocado asumir el papel de enclave industrial rodeado de lagos preciosos y pequeños pueblos siempre con jardines en flor, y en la comparación siempre sale perdiendo. Una metáfora de toda Lombardía. El circuito de 17´3 kms. (bastante largo para un Mundial, en la tendencia iniciada por Madrid) y 15 vueltas tampoco explotará mucho las escasas bellezas, con un fugaz paso por el lago.

Se sale y se llega al hipódromo, convertido para la ocasión en el eje de la semana mundialista. Sólo 700 m. después comienza la primera subida, el Montello. En 2005, cuando se presentó –y la UCI aprobó- el Mundial, esta dificultad no estaba recogida, y sólo tras la sugerencia de Ivan Basso –es de la zona, igual que Nardello y Garzelli, entre otros muchos profesionales- se incluyó. A posteriori. En Italia todo es negociable. El supertramposo, hasta en estos detalles, quería ganar en su domicilio fiscal –la sangre de su corazón latía en Madrid- y, cuanto más duro fuese el circuito, mejor: verá el Mundial por la televisión. Y eso si que debe ser duro.

Son 1´1 kms. de subida al 8%, con un pequeño tramo al 11%. Es la típica calle entre casas unifamiliares subiendo a la colina, bastante estrecha. Perfecta para un ataque, pero no en la última vuelta, ya que el largísimo descenso dura ¡hasta el km. 10´6 del circuito! Es un descenso complicado en su primer tramo, con cuatro curvas de 90º y un único carril. Poco a poco se va ensanchando y se entra en el típico paisaje de gasolineras y periferia de ciudad, pasando debajo del ferrocarril, con pendientes de -10%. Si la meta estuviese ahí, el que coronase en solitario ganaría.

El tramo al lado del lago es de 1´4 kms., e inmediatamente después está la subida más larga y dura del circuito: Ronchi. Son 3´2 kms. con una pendiente media del 4´5%, pero con tramos al 14%: el inicial y el final, separados por un falso llano. Ahí es donde estará gran parte del público, que tendrá que pagar 15 euros para ver el espectáculo. Antes que pagar ese impuesto revolucionario, mejor hacer como Basso. Quedan 3´6 kms. para meta –demasiados para pensar en un ataque en solitario subiendo-, que discurren íntegramente por el casco antiguo. Aquí concluyó la etapa del Giro de este año que ganó Voigt bajo el diluvio.

Sin embargo, en el Mundial quedará un amplio tramo totalmente llano hasta el hipódromo, casi dos kms. Sería conveniente que la selección española conservase dos o tres corredores para poner el pelotón a toda velocidad: no puede haber terreno más propicio. A menos de 500 m. para entrar en el recinto deportivo, la pendiente aumenta ligeramente –no más del 3%- y, tras una curva de ingreso que no es peligrosa, la recta de meta es de 300 m. Serán 260 kms. y 3.800 metros de desnivel total.

Por los largos tramos de descenso, el circuito es una encerrona en caso de lluvia. Estamos en la zona de los lagos alpinos, y es un fenómeno bastante frecuente. En ese caso la quiniela se abriría mucho, pero no tanto como cuando en este país se cacareaba eso de que “el Mundial es una lotería”. Tras cuatro oros, dos platas y dos bronces en la última década, y si hemos de seguir a esos escribas del ciclismo que siguen pontificando desde sus tribunas periodísticas, habrá que concluir que esa lotería está amañada. Las conclusiones que se derivan de esto no son muy elogiosas para el ciclismo español. Por cierto, un saludo para Astarloa, del que nadie se acuerda.

Dos grandes bloques se enfrentarán en Varese, en el duopolio que es el Mundial desde hace bastantes años. Italia presenta a dos grandes favoritos a cualquier metal en liza, Bettini –campeón los dos últimos años- y Rebellin –subcampeón olímpico-, ambos en gran forma en la Vuelta. España, por su parte, presenta a Freire –tricampeón mundial-, Valverde –el mejor corredor del mundo- y S. Sánchez –campeón olímpico-. De los dos primeros se da por descontado su valía y su estado de forma. Del tercero, endiosado tras su gloria pekinesa, no se han tenido noticias de su fugaz paso por Polonia. El único deseo es que no la líe como hace un año. Los abundantes tramos de descenso no invitan al optimismo.

Además, ambos superequipos contarán con dos comodines muy peligrosos como Ballan y J. Rodríguez. No ganarán, pero una escapada con estos corredores es peligrosa y tendrá que poner a trabajar a las otras selecciones. Por encima de todas, Bélgica. Boonen es el único corredor no italoespañol que ha ganado el Mundial desde 2001. Irá arropado para el sprint con Gilbert, Van Avermaet, Weylandt y otros corredores muy buenos. E irá con la rabia de no haber podido ir al Tour por su afición a introducirse sustancias blancas por la tocha.

Con esa misma rabia sale Schumacher, encabezando una potente selección alemana. En el pasado Mundial se tiró los 260 kms. en cabeza para ser bronce y, una semana después, positivo por anfetaminas “recreativas”. Le acompañará un temible Voigt, que por fin llega a un Mundial en forma, además de la habitual nómina de sprinters alemanes, desde Ciolek hasta Greipel. Australia pondrá en liza al sputnik Rogers y a Allan Davis, otros dos que vienen con ganas de vindicarse. El resto de selecciones tendrá que fiar todo a las acciones individuales: el trotón Kiryienka o F. Schleck, garantía de llegar a meta y no ganar medalla; Kolobnev, al que le da igual que no se le haya visto durante la Vuelta, porque corre con el CSC; Kroon, un clásico de las apuestas y al que siempre hay que tratar con respeto porque corre con el CSC; o Breschel, que también corre con el CSC.

Dicen los propios ciclistas que el Mundial, si no llueve, se resolverá con un sprint restringido de 30-40 unidades. La consigna de la selección española es clara: todos con Freire. Yo para el domingo 28 de septiembre tengo un plan: solidarizarme con Basso y sentarme delante de la tele a ver el Mundial. Apagar el móvil, desconectar el teléfono y tener bebida bien fría en la nevera. A Freire se le puede exigir bien poco a lo ya dado al ciclismo. Probablemente sea su penúltimo Mundial, diez años después de debutar en Valkenburg de neoprofesional y acabar 17º entre el frío y la lluvia. Si gana, bien. Y si no gana, también. La sensación será la misma, la tristeza de estar asistiendo a las últimas carreras de un corredor irrepetible para el ciclismo. Y eso no se arregla ni con el cuarto arcoiris.

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La policía italiana ha detenido a un sacerdote de Varese que en los últimos días había repartido volantes y pasquines invitando a boicotear los Mundiales. Al parecer, para este vicario de Dios, "todos los ciclistas están drogados". Me pregunto cúal será la acusación formal.

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Este otro, por ejemplo, no es un sacerdote, pero conoce el ciclismo de dentro. Y llega a la misma conclusión que el religioso.