Todo acaba llegando

En el Tour 2004 Thomas Voeckler, por entonces 25 años, se tiró diez días con el maillot amarillo. Quizás fue la última vez que el gran público supo de él, a pesar que en todo este tiempo ha conseguido muchas victorias y ha sido un corredor muy constante en su mejor característica: muy batallador. Es el reducto -como Chavanel puede atestiguar- en el que se han quedado confinados los corredores franceses. Simplemente porque ha estado en mil fugas se merecía la victoria que llevaba muchos años buscando: una etapa del Tour de Francia.

Las circunstancias no parecían muy propicias. Se llegaba a Perpignan entre un paisaje mediterráneo que nos recuerda lo que una vez hubo en España y no volverá a haber jamás: pinares hasta el mar, grandes franjas de litoral sin construir y bellísimos pueblos como Coilloure. Por supuesto, todo llano y lleno de gente en un horror vacui, salidos de su letargo en ese turismo naif e inocente que es campismo tan habitual por esa zona. Voeckler iba en la escapada del día, una escapada sin muchos visos de llegar porque a 30 kms. de meta el pelotón se había puesto a 41". Sin embargo, gracias a llevar en la fuga un orden exquisito -parecía que hubiesen competido el día anterior en la CRE- y a una locomotora del llano llamada Ignatiev la fuga llegó a incrementar la ventaja, de tal manera que a 10 kms. de meta parecía claro que llegaría. El ruso lo intentó varias veces, pero el pequeño francés, con su estilo característico de levantarse mucho de la bici para pedalear con furia, lanzó el ataque decisivo que lo llevó a la victoria.

Y menos mal que lo hizo así para no jugársela al sprint. La voracidad del Columbia y del monstruo de la Isla de Man casi obtiene el segundo puesto en la etapa, a poquísimos segundos del vencedor. En los últimos kms. el grupo debió volar, porque ahí colaboraron todos: a pesar de la abrumadora superioridad de Cavendish, tanto Garmin -por Farrar- como Cervelo -por Hushvod- queman sus hombres en hacerle el juego a un equipo abrumador y a un corredor sencillamente excesivo. Ayer tercero, pero le faltó poco para ganar su tercera etapa consecutiva. En teoría, la llegada de hoy a Montjuic no le favorece, cosa que no se puede decir del líder de la general Cancellara: a este ya le favorece todo.
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Sobre lo de Contador, el Astana y el corte: Don Desmayos tenía que haber estado delante con todo su equipo. El resumen del Telediario de la noche el día de los autos fue patético, poco menos que dijeron que Bruyneel, el nuevo Gran Satán, había apostado claramente por el americano. La cara del de Pinto en meta, a medio camino entre compungido y obligado a pagar en la declaración de la Renta, también era un poema. Al día siguiente balones fuera, claro, porque el peor parado era el mismo: todo el equipo delante y el detrás, con todos los favoritos. Cómo para parar. Así se concibe el ciclismo en España, el mismo país que en la Vuelta 2004 paró el pelotón camino de Caravaca de la Cruz porque se había caído Valverde.