Etapa y liderato para Di Luca en el Giro

Se está disputando el Giro de Italia, entre la total indiferencia de todos los medios nacionales(ningún enviado especial) y de este modestísimo blog. Tampoco es que haya pasado nada extraordinario en carrera, y la atención se centra en otros asuntos, en el asunto. Y quizás sea mejor así: si tenemos que leer cosas como el Marca digital, pues uno se queda de piedra al ver que confunden a Andy Schleck con Frank Schleck. Las tragedias del ciclismo son muchas.

En fin. Cuarta etapa, quinto día de competición, tercera etapa en línea y llegada en alto, al conocido Montevergine. La subida ya había sido hollada dos veces: en 2001 con triunfo para Di Luca y en 2004 para un Cunego travestido de hombre de negro, cuando Cannoddale hacía marketing agresivo. La subida no tiene gran cosa: es la típica estación invernal que quieren promocionar para dar algo de pan y agua a una zona pobre de solemnidad como son las montañas que rodean la piana de Avellino. Anteriormente ya habíamos visto experiencias parecidas con el Terminillo (la estación de esquí más cercana a Roma: a pesar de estar a 100 kms sólo hay una carretera de doble sentido) o el Monte Sirino. Montañas que en el arco de una década aparecen en tres o más ediciones y después desaparecen. Huelga decir que las gentes de Avellino, un sitio de desesperación en el entroterra de la brutal Nápoles, seguirán enviando a sus hijos a la emigración, mientras en los del Giro habrán hecho su particular butrón con la promesa de promozione, risorse, turismo, sviluppo.

La etapa se disputó a un ritmo lentísimo, con una buena fuga compuesta por Markel Irizar, Pavel Brutt -el mismo que estuvo galopando por la San Remo- y otro ruso. Gente afortunada. La etapa discurría por uno de los sitios más bonitos -perdonen la bilbainada- del mundo: la costiera amalfitana con Amalfi, Positano, Sorrento y Capri e Ischia en la lejanía. No hay palabras para describir la belleza. Pavel Brutt es un listo, un tío muy listo. Por eso el pelotón hizo en la primera hora solo 30 kms: iban mirando el panorama, disfrutando de una carretera única que siempre está atestada de coches y motos. La etapa solo tenía 150 kms. y los escapados iniciaron la subida final con cierta ventaja. A falta de nueve kms. atacó el mexicano Cuapio, les superó y sólo fue neutralizado a falta de 800 metros para meta.

A eso se redujo la batalla de los favoritos. A un sprint en cuesta. ¿Ganador? El anunciado Di Luca, con Riccò entrando segundo y Cunego tercero, todo dentro de lo previsible. Mención aparte merece el décimo puesto de Zabriskie, el compañero de habitación de Landis en Girona y que ahora sube montañas. Aunque sean como Montevergine. Aunque sea en una etapa de 150 kms. Gente como Savoldelli se dejó 34". El nuevo prodigio yanki sólo 13". Antes las etapas de montaña en la primera semana servían para dejar fuera de lugar a un favorito. Ya ni eso. Ahora sirven para anunciar los nuevos prodigios. El mejor contrarrelojista en carrera (sí, mejor que Cancellara en distancias largas) sube las montañas con los mejores. Sumen dos y dos.
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Ese fax no vale un zurullo, como todos los emitidos en esa fecha. El País, camino de enrocarse en otra defensa suicida. Y todo en el día que el equipo de la Farmacia por excelencia consigue un nuevo título...solo les falta salir al campo con la bata de ensayos clínicos. El color ya lo tienen.
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Pereiro es tan, tan gallego que hasta es supersticioso. Cree en fuerzas sobrenaturales, bien sea el dopaje o canes fantasmagóricos que surgen de la ría, como Urko.