No le hace falta

En torno a la construcción idealizada de la nueva guarnición de Contador (recuerden: se queda para hacer un favor al Astana) ha pasado bastante discretamente la noticia de que el director deportivo será Giusseppe Martinelli, un veterano director de ciclismo con una peculiar trayectoria. Será que, de la misma manera que no se han obtenido en el mercado mejores corredores para acompañar al pinteño, tampoco había directores deportivos con mejores atributos. Es lo que hay.

Martinelli fue un buen profesional (plata en Montreal 76 siendo aficionado, tres etapas en el Giro, una en la Vuelta, una Milán-Turín) que tardó poco en cambiar el sillín por el sillón del coche del carrera, versión acompañante. Al volante estaba Davide Boifava en los tiempos en los que el equipo con los jeans estampados brillaba con Visentini, Roche, Chiappucci, Luttemberger y Pantani. Casi una década de éxitos variados, y vaya década: la del cambio del ciclismo tradicional hacia el de los pedales automáticos, las cabras contrarreloj y las famosas siglas de tres letras.

En 1997 se marchó como director deportivo al equipo construido en torno a Pantani, el inolvidable Mercatone-Uno. Carrera había dejado el patrocinio y Boifava se fue al Asics construido en torno a Michele Bartoli, pero en breve se vio como el alumno no tardaría a superar al maestro. Salvando al notable suizo Beat Zberg, en el equipo había poco más que el calvo escalador italiano y el neoprofesional Garzelli, lo que no fue óbice para que corredores muy veteranos como Ricardo Forconi, Podenzana u otros de similar categoría obtuviesen los mejores resultados de su vida deportiva en esos años.

En 1998 Pantani consigue su doblete Giro-Tour, y Garzelli la Vuelta a Suiza con 24 años. Al año siguiente El Pirata (nunca un apodo deportivo fue más ajustado) es cazado en Madonna di Campiglio (llevaba ganadas cinco etapas del Giro) y el equipo se queda un poco a la deriva: de andar todos pasan a no andar ninguno, como es habitual en estos casos. Afortunadamente, al año siguiente Garzelli gana el Giro de Italia, pasando al año siguiente al Mapei en medio de los celos de Pantani. El equipo se convierte entonces en un monotema en torno al escalador de trágica trayectoria, con apenas la incorporación del neoprofesional Astarloa y poco más, una sombra de lo que fue, incluyendo el positivo de Marco Velo en el campeonato italiano CRI de 2001.

En 2002 Martinelli pasa al Saeco con Astarloa, y allí seguirá su cosecha. En 2003 gana el Giro con Simoni y Flecha-Valona con el vasco, y en 2004 presenta a la alta sociedad a Cunego, que gana el Giro en su segunda participación con cuatro etapas en el morral: eran los tiempos en los que contaba con un certificado que acreditaba un 52% de hematocrito de manera natural, que le permitía competir de febrero a octubre y acabar como número uno del mundo con 22 años. También estaba en el equipo Di Luca con sus problemas glandulares, el poco profesional Pieri y Bertagnolli, y bueno, algún caso de esos que salpican a directores intachables como el italiano, en este caso Stefano Casagranda. En 2005 el equipo se fusiona con el Lampre con muy poco éxito en lo deportivo, aunque nuestro querido Martinelli seguía sumando éxitos en otros campos.

En 2006 y 2007, a pesar de la salida de Simoni del equipo, se ve que Cunego no podrá reeditar jamás los éxitos de 2004, y la carrera deportiva de Martinelli, íntimamente vinculada a grandes nombres ciclistas, empieza a ser cuestionada. Para 2008 lo ponen de patitas en la calle y Cunego brilla en Ardenas y otoño, tras una amarga ruptura con su mentor, el mismo que le fue a captar a Cerro Veronese en 1999, cuando se acababa de proclamar campeón del mundo juvenil. Lo último que se supo de Martinelli es que era el director del equipo del coño, donde se volvió a juntar con Astarloa, Bertagnolli y tantos otros pupilos, justo antes de que el equipo desapareciese habiendo competido en muy pocas carreras.

Lo que parecía una carrera deportiva finiquitada vuelve por sus fueros. Seguro que Martinelli, acostumbrado a sacar lo mejor de corredores que jamás habían rendido a gran nivel -repasen la trayectoria de nombres- hace una gran labor con este Astana famélico y depauperado. Arribas, gran muñidor de estos asuntos, ya se ha puesto a la labor. Tras afirmar que la física newtoniana no rige para Contador, algo muchas veces intuido, ahonda en la gran mentira consistente en que Contador, en el Tour 2009, "lo ganó no sólo sin equipo, sino con su equipo en contra", aunque ninguno hayamos visto que en la decisiva CRE donde el Astana envió a sus rivales a 1´ nadie empujase o no quitase el viento a nuestro campeón.

Es parte del viejo mecanismo de la propaganda arribiana de "antes el caos; ahora el orden", en este caso basándose en el equipo: antes era más potente, pero ahora es leal y fiel. Veremos que encaje tiene en ese esquema la figura de Martinelli, de momento presentada con dos pinceladas (Pantani y Cunego) y ningún brochazo, pero bueno, ya sabemos que con un supercorredor como Contador, que gana el Tour con el equipo "en contra", no hace falta ni director deportivo. El lo hace todo solo.
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¿Dónde se ve la ideología dominante? ¿Dónde se ven las tendencias totalitarias que laten en algunos personajes? Pues en frases como esta: "Este sistema lo solucionaría absolutamente todo". Un sistema -ojo a la palabreja- que lo solucione todo sólo ha existido en las fantasías lúbricas de los que alguna vez creyeron en la acumulación primitiva de capital y en el adviento de una sociedad perfecta sin clases. Y si no, releer ese "absolutamente". Acojona que lo pueda pensar.
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Un pasito más para que cuando se produzcan sanciones deportivas por la Operación Puerto, los implicados ya se hayan retirado por cuestiones de edad de la competición.
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¡Oh! ¿Algún día alguien reparará en el tremendo conflicto de intereses de un Ministro de Interior que es algo más que un fan declarado -y actualmente muy sufridor- del Madrid y su puesto?
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Un muy buen artículo.
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El antiguo contrarrelojista y actual escalador vuelve al grupo navarro por tercera vez en su carrera. La anterior ocasión, en 2007, tuvo que salir corriendo porque los patrocinadores, los mismos que ahora, advirtieron muy claramente sobre los riesgos de andar fichando corredores implicados en la Operación Puerto y que no han cumplido su sanción. A saber qué ha cambiado en esta situación. Nada, como todo.
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Mucho escribir para nada decir. Y sin ningún orden. Fíjense: "No hay un patrón fijo". Y después escribe este artículo de acompañamiento que va, precisamente, de un patrón fijo. Urraburu en su más pura esencia, que es la inconsistencia. Para remachar, en su columna de opinión -indistinguible de la información- el primer párrafo marca otro "patrón fijo". Con tantos "patrones", ¿dónde están los marineros? ¡Ay!.
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Dios mío, qué noticia tan triste. A ver si lo cumple. De momento, se va lanzando sospechas sobre todo pero sin concretar nada: que si su positivo se conoce poco antes de que firme con el equipo-espanto o esta maravillosa perla filosófica de "si no quieren que esté en el ciclismo, me quedaré en mi casa, que estoy mejor". Sin saber a quien se refiere con esa tercera persona del plural (y ya tiene narices que diga eso quien lleva desde mayo de 2006 compitiendo porque algunos no han querido poner sanciones), no queda más que secundar que algunos, en su casa -y más si es un sitio tan aislado y remoto como Ciudad Rodrigo- están mucho mejor. Y a ver si algún día las leyes de dopaje evolucionan hacia donde tiene que evolucionar y ningún (presunto) dopado pueda decir eso de que se queda en casa, sino que se vaya a esa casa con barrotes y torretas de vigilancia que pagamos entre todos.