Yanki Yonki (I)

No se podía esperar otra cosa: Tyler Hamilton ha vuelto a dar positivo y dice que se retira. Lo hace mintiendo: tampoco se podía esperar otra cosa. El penúltimo capítulo de este corredor-símbolo del ciclismo -protagonizará otros- empezó el 9 de febrero, en un control sorpresa durante una concentración del equipo. Aún así, salió a competir en la Vuelta a California, donde fue segundo en la clasificación de la montaña.

Los rumores sobre su positivo se remontan a un mes atrás, cuando se dio de baja a última hora en la Vuelta a Castilla-León, donde hubiese coincidido con muchos de los compañeros que le arroparon en California. ¿Por qué no se ha sabido su positivo hasta el pasado viernes? Probablemente porque esperaba pasarlo de nuevo indemne, como cuando corría en el UsPostal o el CSC. Hamilton anuncia su retirada, algo bastante lógico dada su avanzada edad: 38 años.

O quizás no: la lógica casa mal con este corredor, encarnación viva de lo peor del ciclismo. Con 34 años y fichado por el Phonak, se candidaba al Tour. Con 36 años, y tras cumplir dos de sanción, decía que podía grandes vueltas. Para intentar evitar su sanción por transfusión homóloga se inventó recursos absurdos -como plantear que en su gestación había tenía un hermano oculto que le había contaminado con su sangre-, que dilapidaron su patrimonio y el de los fans imbéciles que contribuyeron a la hucha abierta que montó en defensa de su farsa. Lo que no dijo por entonces es la pieza de la farsa que ahora sale a la luz: que padece depresión desde 2003 y que un medico le prescribió por entonces un tratamiento con una duración de ¡seis años!, de lo que se infiere que Hamilton compitió esa temporada y la siguiente con certificado médico.

Porque un ciclista sigue mintiendo una y otra vez. Hamilton ha dado positivo por DHEA, que según su versión estaba en un medicamento homeopático contra la depresión. Tomó el medicamento a sabiendas, pero matizando que no era para mejorar su rendimiento. La concentración máxima que permite la Federación americana es de 100, Hamilton arrojó muestras de 130: es su enésima justificación, dice que cambió la medicación en enero y que se tomaba dosis dobles. Según el responsable del laboratorio que analizó las muestras, una concentración tan alta sólo es posible si se ha tomado una gran cantidad de ese medicamento pocos días antes del control o la cantidad recomendada el día antes.

Todo esto ya se veía venir. Los mismos elementos que se han expuesto ya estaban presentes en su vuelta a la competición, que coincidió con la Operación Puerto. Son básicamente tres: mentiras, certificados médicos y mucha caradura. Desconozco la proporción exacta de cada elemento, pero vean como se despide Hamilton: "This sport has given me a lot and I'm greatly appreciative of that. I will give back to it because I feel like I owe this sport something". Lo he dejado en inglés porque suena más guay, más de tarado que levanta el pulgar y guiña el ojo y dice "wow": vamos, que encima quiere devolver cosas al ciclismo. Entonces la proporción es de mucha caradura y menos de lo otro. Si quiere devolver algo a este deporte, que empiece por la medalla olímpica, esa a la que parece preguntar "¿Quién es el más dopado? Tú, Narciso soñador".
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Sigue el caso Humanplasma. Según la revista alemana Focus Thomas Dekker también sería cliente de Matschiner, y en su cabaña-clínica habría también sangre y documentos de Rasmussen y Michael Boogerd...El otro nombre Rabobank que apareció en los primeros compases del caso sigue sin salir en esta nueva primavera, pero a ver quien se atreve a apostar por él...
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Habrá que peregrinar a Antigüedad...por el premio al monumento más chorra.
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"Varias veces he ganado el sprint del grupo, aunque siempre llegaban tres o cuatro por delante, entre ellos Boogerd, que ya se encargaba de tirar de todos".