Dicen que el futuro pasa por él

A Andy Schleck, 23 años y sin victorias de relieve, le bastaron dos ataques y una cabalgada en los últimos 20 kms. de la L-B-L para imponerse en la clásica más antigua del calendario, donde el año pasado había sido cuarto. Venía de ser 10º en A-G-R y 2º en F-V, y todo el mundo dice que el futuro del ciclismo pasa por él.

La verdad, viendo como encaró el año pasado Alpe D´Huez (tercero y subiendo y bajando en el pelotón con la suficiencia del que masca chicle) y cómo se deshizo de su rivales en la subida a la Roche aux Faucons, habría que darles la razón. En 2007 debutó en una grande y fue segundo. Fue el Giro, donde quedó entre el sandwich de Di Luca -investigado por dopaje- y Mazzoleni -investigado por dopaje-. Nos dicen, entre maravillados y absortos, lo bueno que es (hasta se parece a Obama), pero su carrera está programada por Bjarne Rijs, su hermano era cliente de Eufemiano Fuentes y su padre fue encañonado en el último Tour por la Gendarmerie, una casualidad que le podría pasar a cualquiera de los 60 millones de turistas que visitan cada año Francia. Es un aviso para los que quieran ver un nuevo Dios: es simplemente otro actor del ciclismo, el que nos ha tocado vivir.

Cuando se produjo el ataque de Schleck iba escapado Phillipe Gilbert, ídolo valón que se exprimió a tope pero calculó mal la distancia. El joven de los Schleck anuló los 30" de ventaja en apenas tres kms., y después dejó tirado al corredor del Lotto. La ventaja del luxemburgués fue creciendo hasta los 1´34" con los que se plantó al inicio de la subida a St. Niklass, a sólo 7 kms. de meta: iba muy fuerte, sí, pero fue sobre todo obra de la inoperancia del grupo perseguidor. Gasparotto, en vez de tirar por Cunego, intentó su propio ataque. J. Rodríguez, un corredor que da una nueva dimensión a la palabra "individualismo", no se puso al servicio de Valverde, sino de los únicos intereses que ha defendido siempre: los suyos.

En la subida final a Ans los fugados, para que se den cuenta de su vertiginosa velocidad, fueron alcanzados por un grupo muy numeroso, y bajo la pancarta del último km. atacó J. Rodríguez, con la suficiente fuerza como para entrar destacado y muy satisfecho por su puesto, el primero de los perdedores. Dice que algún año ganará aquí. David Etxebarría, un corredor con el que comparte altura y muchas otras cosas, también dijo lo mismo. El sprint del grupo fue para un imponente Rebellin sobre Gilbert, Ivanov, Gerrans y Cunego. Freire fue 14º, en su habitual franja entre el 11º y el 15º, y Valverde, en el podio los tres últimos años, un insuficiente 19º. Poco más se puede sacar de la carrera.

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¡Mucho cuidado con las escaleras! Están llenas de peligros. Un resbalón y ¡zas!, adiós al Giro. Una pena que un corredor de su categoría y trayectoria -especialmente esto último- no tenga la ocasión de mostrar su valía en pruebas internacionales. Una pena, ya les digo. Menos mal que para la Vuelta ya estará de nuevo en forma, siempre y cuando evite las escaleras y otros accidentes domésticos.
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La hipocresía no tiene límites. "Una muerte de más. El fallecimiento del australiano Dajka pone en cuestión el sistema". ¿Qué sistema? Ah, el de ayuda al deportista, no el otro. Es una vergüenza que se publique esto y en estos términos. Por cierto, la noticia es de hace dos semanas, pero sale hoy el artículo: en medio ha pasado la sentencia del caso Frigo y lo nuevo en torno al T-Mobile. Ese sí que es el sistema, pero de ese no interesa hablar.
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Seguro que no tiene nada que ver con lo del 11 de mayo, seguro.
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Basso gana el Giro del Trentino, su primera victoria tras el Giro de 2006. La última etapa fue suficiente para recortar los 4" de diferencia que le sacaba Brajkovic, mientras que la etapa fue para Di Luca. Acto seguido, Birillo se embarcó en un avión privado hacia Bélgica, porque como dice él "quería honorar la L-B-L". Acabó por detrás de los favoritos, pero su auténtico objetivo es el Giro, donde se supone que querrá "honorar" la carrera de la misma manera que en 2006, cuando le sacó 9´ al segundo clasificado.