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31 marzo, 2005

Eeckhout, la veteranía es un grado

Sorprendente victoria la de ayer en los 3 días de la Panne: la tradicional segunda etapa, de kilometraje muy elevado para los tiempos que corren (siempre en torno a los 230 km.) es un paraíso para corredores rápidos y potentes, seleccionados previamente por la multitud de subidas que salpican todo el recorrido. Aquí han ganado en los últimos años corredores que se caracterizan por ser más potentes que rápidos, como Pieri o Zanotti, pero el triunfo de ayer de Eeckhout, un clásico del pelotón belga con sus 34 años a cuestas, es realmente inesperado. Detrás de él han quedado Davis, Pagliarini o Steels, manifiestamente más rápidos. Y es que la veteranía es un grado, cada vez más. Vivimos tiempos extraños: convive la juventud más fresca con unos experimentados ciclistas de más de diez campañas de profesionales que siguen ganando. Entre ellos están Baguet, Julich, Cabello, Brochard, Cipollini, Michaelsen...o cuando empiece a carburar, Armstrong, que ya tiene 34 años. La tendencia a ser competitivo a partir de los 32 años, terrible frontera que antaño marcaba el declive definitivo de un ciclista, empieza a saltar por todos los lados y en todos los terrenos. Un caso digno de estudio, ya digo. La general sigue igual, aunque a Luis L. Sánchez le vendría bien intentar arañar algunos segundos en el sector matinal de mañana para afrontar con garantías la contrarreloj final, de apenas 15 kilómetros...puede ser que a Ballan le salga la crono de su vida o que Devolder desayune los mismos Cornflakes que desayunará el Discovery durante el Tour de Francia (perdón por esta maldad).

Por lo que parece, los grandes del pelotón que disputan esta carrera por etapas belga sólo piensan en la carrera del domingo, el Tour de Flandes. Es una de las carreras más míticas del ciclismo, que se vive con auténtica pasión por las decenas de miles de aficionados flamencos que la ven como su ronda nacional y que tiene una de las enseñas más conocidas del ciclismo mundial, el Kappelmuur y sus famosas tomas desde cámara fija. Aunque yo soy milanosanremista, he de reconocer que el Tour de Flandes rara vez defrauda las expectativas de espectáculo y cuenta con una nómina de vencedores de primer orden. Entre mis favoritos siempre está Gianni Bugno y su fabulosa victoria de 1994, nada menos que ante Museeuw, Tchmil y Ballerini. Aquel año el gran ciclista italiano se marcó como objetivo brillar en las clásicas y en el Giro, dejando de lado el Tour de Francia. Un ataque a ¡70 km! de meta seleccionó un grupo muy selecto (también estaban Skibby o Capiot, por ejemplo) que el irrepetible ciclista lombardo fue descremando poco a poco...subiendo el Kappelmuur (o Grammont) coronó el primero con ese elegante pedaleo que fue su santo y seña, y su maillot recién estrenado del Polti -amarillo y verde- brillaba en un día oscuro. Era el más fuerte aquel día y lo sabía: lanzó el sprint largo, lejano, como sólo sabía hacer el doble campeón del mundo y con el que conquisto el arcoiris en Benidorm ante Jalabert, con un sprint de ¡800! Metros. A 25 metros creyó que estaba hecho, pero Museeuw, que siempre corrió Flandes como Freire el Campeonato del Mundo, no se resignó y casi le birla el triunfo en el último metro. La foto de la victoria paraliza el rictus de Bugno y la bicicleta escoradísima del gran ciclista flamenco, ambos en posturas ridículas. Por detrás, Tchmil ganaría la París-Roubaix una semana después y Ballerini, con el paso del tiempo, dos veces la clásica del pavés. Aquel día Gianni Bugno logró ante los mejores especialistas en clásicas de los 90 una de sus mejores victorias. A las dos semanas, siendo de nuevo el más fuerte en la Flecha Valona, sólo pudo ser cuarto, ganando el sprint del pelotón en el Muro de Huy. Por delante viajaba la siempre sospechosa locomotora de la Gewiss: primero Argentin, segundo Furlan y tercero Berzin, escapados desde la salida y con el orden de llegada gestionado por el patrón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué puedo decir del Tour de Flandes...pues que es mi clásica preferida. Las cunetas repletas de aficionados (entendidos aficionados) enarbolando las banderas flamencas, los gritos, la pasión que le ponen, el recorrido espectacular con lugares míticos, sobre todo el Muur-Kapelmuur-Grammont, con esa curva a izquierdas donde la afición vibra en una pequeña (aquí teneis unas fotos para que os situéis http://www.cyclingnews.com/photos/2000/apr00/musmuurrvv.shtml http://www.cyclingnews.com/photos/2004/apr04/rvv/index.php?id=23) colina que da paso a la capilla en la que se ha visto pasar a los más grandes...todo huele a ciclismo, a épica, a gestas, a aventura, a historia. Y esto sólo puede pasar en la cuna del deporte del pedal, en Bélgica y en especial en Flandes, lugar que ha visto nacer a muchos de los más grandes de toda la historia, empezando por Merckx, pasando por De Vlaeminck y acabando en Museeuw... A mí se me quedó marcado el Tour del 95 (mi memoria no alcanza al de un año antes, una lástima) en el que Museeuw hizo una exhibición atacando en el Tenbosse, alcanzando a los fugados y sobrepasándolos en el Muur y llegando en solitario a Meerbeke. Podría estar toda la mañana babeando con esta carrera pero será mejor que no me extienda más.

Anónimo dijo...

Pues a mí la que me gusta más es la L-B-L, con ese final tan tipo peli de Ken Loach, en el que casi se llega a oler la industria, el hollín y la lluvia. Tiene su punto de épica obrera.

Sergio dijo...

Gracias por vuestros comentarios, está claro que cada uno tenemos argumentos de peso a favor de cualquiera de nuestras clásicas favoritas. Las ediciones de Flandes de 95 y 97 (¡vaya sol!) fueron fabulosas, casí me había olvidado del desfallecimiento de Jalabert...Cuando esté corto de noticias recientes recurriré al pasado (el ciclismo es quizás el deporte que más cultive los mitos, ritos y héroes), pero hay que mirar al presente, que si no me voy por las nubes...