O estaban durmiendo o es una pesadilla. O simplemente dopaje

Hoy por hoy, tal y como está el ciclismo, no se puede tener ídolos. La primera noticia la dio un lector que, haciendo un cortapega de un periódico muy local, clamaba contra la injusticia de que a Patxi Vila lo hubiesen despertado a las tantas para hacerle un control antidoping. A él y todo su equipo, el Lampre, en plena concentración de enero. ¡Que injusticia!.

Repasemos: el año pasado, salvo el caso Vinokourov, los positivos más sonados fueron por controles sorpresa. Sinkewitz, Moreni, Aketza Peña, Fertonani. O simplemente por saltarse controles, como Rasmussen. Los controles funcionan cuando se hacen completamente aleatorios, en fechas imprevistas y sin ningún tipo de indicio previo. Como las autoridades se limitasen a sacar pipí y sangre antes o después de las etapas, tendríamos una nueva hornada de Armstrong, Beloki o Rumsas, que nunca dieron positivo en carrera. Y como iban, señores, como iban. Esos controles, por si alguien tenía alguna duda, no sirven para nada, si acaso para que el hemodruida de turno te venda unos polvos mágicos suplementarios, para untar en el glande antes de la micción.

La pista la puso el Liquigas, uno de los equipos más sospechosos de 2007, que fue sometido a varios controles sorpresa en su concentración de Salsomaggiore. No ha transcendido nada. Ahora está en el ojo del huracán el Lampre. El lunes le pasó ese incoveniente a Patxi Vila, y por el tantan vasco-guipuzcoano (nada pasa en la provincia sin que se entere el vecino, aunque este se encuentre en San Vincenzo, Italia) aquí alguno ya puso la mano en el cielo. En Italia no se hicieron eco. Hasta ayer. En la menuda pero muy concentrada noticia de la Gazzetta se explica todo lo que le tiene interesar a un buen aficionado, no que le interrumpen el sueño a un ciclista. El control se hizo a esas horas porque son las más indicadas, según la WADA, para detectar ciertas sustancias dopantes.

Al parecer, casualidades de la vida, ese lunes no estaban en el hotel ni Cunego ni Ballan, las dos únicas estrellas del Lampre tras la marcha de Bennati. Y no comunicaron que estaban cenando fuera, la excusa oficial esgrimida. Cualquiera que haya estado en Italia sabe perfectamente que un lunes de enero, en un sitio turístico como San Vicenzo, no hay ningún sitio donde cenar a esas horas. Me los imagino saltando por la ventana, como su ilustre compatriota Giuseppe DiGrande ("seré yo quien devuelva el Giro a Italia", dijo en 1996) en la redada de San Remo 2001. Hoy se han mostrado más disciplinados (o diluidos) y han acudido sumisos a controles hematológicos, pero que en modo alguno borran lo de días atrás: cualquier infracción de la obligación de la total comunicación de la situación (reperebilitá en italiano, mucho más breve) conlleva una sanción automática. Hasta Rasmussen lo sabe. Deberían saberlo todos los ciclistas.

Por lo que se sabe, Cunego se juega tres meses de sanción y Ballan ¡un año!. Desconozco las razones de la diferencia. A lo mejor es que uno estaba cenando chuletón y el otro dorada. A saber. En la primera noticia de la Gazzetta, la que hacía referencia a la redada del lunes, se decía que tanto Cunego como Ballan estaban en el hotel. Ahora no. Como yo no tengo posibilidad de comprobar el extremo (¿estaban o no estaban?), ruego a la gente de Noticias de Guipúzkoa, visto que tienen ese celo enfermizo de avisar sobre lo que pasa a su vecino de Bera de Bidasoa, que le pregunten quien cojones estaba en el hotel el lunes. Por saber, nada más. Porque aquí todos se apuntan de boquilla a lo de "no al doping", pero cuando vienen mal dadas, todos en formación apelando a derechos pisados, a que estaba durmiendo o a la puta mona. Y disculpen el lenguaje, pero es que ese suelto del periódico guipúzcoano terminaba diciendo "el ciclismo parece estar lleno de anormales". No me obligueis a señalar con el dedo, hiperhipócritas.
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Napolitano, de Lampre, gana la quinta etapa de Qatar. Ese al menos, seguro-seguro, no estaba en el hotel.